Erradicar la desmemoria
La llegada al poder del militar retirado Otto Pérez Molina, sin duda, representó el momento oportuno para reforzar las tácticas de control social, represión, hostigamiento psicológico y socialización del discurso gubernamental autoritario del cumplimiento “del imperio de la ley”.
Sin embargo, su imperio de la ley no ha sido más que un retorno al pasado sangriento. Está de vuelta la doctrina de la seguridad nacional con adiciones que buscan darle un cariz “legal”, y por ende, legítimo, como la judicialización de la protesta social y la libre expresión. Estas medidas represivas atentan contra los derechos fundamentales y ponen al borde del abismo la accidentada democracia.
No está de más recordar que la libertad de expresión es uno de los principios fundamentales de la democracia. Coartarla, condicionarla o reprimirla constituye una grave violación a la dignidad de la persona y la sociedad. Pero eso es lo que sucede en Guatemala.
En este contexto, difícilmente podemos negar el retorno del autoritarismo a las estructuras del Estado. Con esta acción las élites políticas y económicas ultraconservadoras pretenden garantizar la perpetuación de la impunidad, las desigualdades y las iniquidades sociales.
Por otro lado, a pesar de la oposición de la ciudadanía, la remilitarización del país está avanzando a pasos agigantados. Mientras que los altos niveles de inseguridad nos tienen en zozobra: los asesinatos, asaltos, feminicidios van en aumento y los criminales actúan a sus anchas, cometen sus crímenes a plena luz del día y desaparecen como fantasmas. Y la policía solo hace acto de presencia después de los trágicos sucesos.
Y en las calles efectivos militares hacen rondas, pero la inseguridad está a la orden del día. Cabe preguntarse ¿por qué tanto presupuesto en instituciones incapaces de garantizar seguridad a la población?
En este escenario en el que predomina el abuso del poder, el desgobierno, las injusticias y altos niveles de inseguridad, urge que la ciudadanía asuma una actitud crítica. Es necesario que las guatemaltecas y guatemaltecos analicemos las violencias estructurales actuales y relacionarlas con los hechos del pasado. Guatemala necesita renunciar a la desmemoria, dispositivo que ha sido útil a los sistemas de poder para mantener el status quo y nos impide liberarnos de los múltiples sistemas de opresión.
¿Cómo recuperar nuestra memoria histórica para tejer y entrelazar la memoria presente con el pasado?, necesitamos unir esfuerzos para construir caminos justos para las generaciones presentes y futuras.