Enajenación colonial

Francisca Gómez Grijalva

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simplemente porque se niegan a renunciar a su identidad maya, garífuna o xinka.

Me interesa hacer ver las profundas contradicciones existentes en la conciencia colectiva del Pueblo Ladino, que generalmente trata con desprecio y rechazo a las mujeres mayas, quienes siguen vistiendo la indumentaria maya, es decir, el uq —corte— y el poo´t —hüipil—. Sin embargo, todos los 12 de diciembre las ciudades y pueblos de Guatemala se llenan de mujeres ladinas y hombres ladinos que llevan a sus hijas e hijos a las iglesia para recibir las bendiciones de la Virgen de Guadalupe y luego recorren las calles exhibiendo a las niñas con cortes, hüipiles y sandalias, mientras que a los niños los visten con camisa y pantalón de manta, sandalias y sombreros.

Compartiendo reflexiones con la feminista y cientista social maya k´iche´, Dorotea Gómez, nos resulta indignante ver que en esta fecha la gente ladina vista a sus hijos e hijas con la indumentaria de las personas a quienes cotidianamente desprecian, marginan y excluyen, por ser indias e indios. Y más absurdo resulta que, además de vestir a las niñas con hüipiles y cortes, para que no parezcan tan indias las maquillan al estilo occidental, y a los niños les pintan barbas y bigotes, reforzando claramente ciertos estereotipos racistas.

Para todas esas familias que cada año practican este travestismo étnico en sus hijas e hijos, este acto es una diversión, es una fiesta, pero ni siquiera durante ese día reflexionan sobre su racismo hacia las mujeres y hombres mayas.

Como afirma la socióloga y comunicadora social maya kaqchikel, Victoria Tubin Sotz, se aprecia la indumentaria maya siempre y cuando su utilización responda a propósitos políticos, folclóricos y turístico-comerciales que benefician a los sectores económicos y políticamente poderosos. No obstante, para las mujeres mayas, vestir corte y hüipil en este país significa vivir cotidianamente el racismo y la exclusión; representa, entre otras cuestiones, afrontar la sanción social y política de que las mujeres mayas no somos modernas, porque nos negamos aceptar la indumentaria eurocéntrica que supuestamente simboliza civilización.

Pero, por otra parte, usar esta indumentaria, para muchas mujeres mayas cada vez más se está resignificando como un desafío al sistema patriarcal, misógino y racista que impera en este país. Constituye una acción política explícita para reivindicar nuestro inalienable derecho a ser, hablar, actuar y vestir según nuestros propios códigos y también a que esto sea respetado.

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