Como un burócrata internacional convertido en consultor privado interesado en el desarrollo de Centroamérica y en la forma como ese desarrollo está vinculado con Estados Unidos. Ahora me muevo en esas dos aguas que son América Latina y Estados Unidos, y en consecuencia, esa relación es la que más me interesa en la actualidad.
¿Cuál considera que es su mejor cualidad?
Mi relación con los medios de comunicación en español en Estados Unidos me ha llevado a descubrir que, con modestia, tengo capacidad para poder hablar de temas económicos con claridad, y eso me ha ayudado mucho.
Los periodistas aprecian eso y por ello me buscan tanto, lo que me ha llevado a tener una relación muy estrecha con los medios de habla hispana en ese país. Este es uno de mis principales activos.
¿A qué atribuye su éxito?
Considero que en la actualidad, y esto le va a parecer muy simple, es vital hablar inglés. Para poder entender el mundo moderno, es fundamental hablar ese idioma. Hay quienes dicen que hay que hablar chino, pero yo creo que para llegar a eso todavía falta.
Saber inglés le da una óptica distinta de cómo el mundo funciona. Esto es algo que me ha abierto las puertas desde el principio.
¿De dónde viene su familia?
Mi padre —Marcos Cohen, que vivió hasta los 95 años—, era de Jerusalén, pasando antes por Colombia, Panamá y otros países, y en 1927 se radicó en Guatemala.
En esa época era un viajero ambulante. Conoció a mi mamá en Mazatenango. Mi madre era originaria de Guazacapán, Santa Rosa, y se fue a vivir a Mazatenango muy joven.
Somos cuatro hermanos. El mayor falleció relativamente joven y quedamos tres.
Una hermana en Nueva York, y Salomón, que vive en Costa Rica, pero que también viene a Guatemala con alguna frecuencia.
Últimamente he viajado muy seguido a Costa Rica porque trabajé en varias universidades privadas que me han invitado a dar charlas. También tengo nexos con la Cámara de la Industria Digital de Costa Rica, que ha llevado a ese país mucha inversión desde Estados Unidos con éxito. Además de otros proyectos con la Agencia Internacional para el Desarrollo de Estados Unidos (AID) de ese país.
¿Dónde estudió?
La primaria la hice en el colegio La Ilustración, en Mazatenango. Como en esa época en Mazatenango solo había ese colegio privado y dos escuelas públicas en donde solo se impartía el nivel primario, al terminar había que ir a Quetzaltenango, o bien, a la capital.
Nuestros padres eligieron la capital, y estudiamos en el Colegio Inglés, en donde cursamos la secundaria.
Posteriormente hice mi licenciatura en la Universidad de San Carlos, que era la única en mi tiempo. De allí, obtuve una beca con el gobierno federal suizo y me fui a Ginebra a cursar un doctorado en Relaciones Internacionales en Ciencias Políticas.
¿Cómo se convirtió en comentarista para CNN?
Empecé a trabajar con Naciones Unidas en la Comisión Económica para América Latina (Cepal) de México. Estuve 12 años allí como encargado de temas de integración económica.
De México me trasladaron a Washington DC y allí me nombraron director de la oficina de la Cepal en esa ciudad, que es una pequeña unidad de enlace con los organismos internacionales que hay en la capital estadounidense, tales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Organización de Estados Americanos, la Organización Panamericana de la Salud y otros.
Para la Cepal esta es una oficina estratégica, porque a través de ella puede saber qué es lo que están haciendo los bancos y el resto de organizaciones y hacia dónde están dirigiendo el dinero, entre otras cosas.
A mí me tocaba ver esa parte, así como la relación con el Gobierno de Estados Unidos, porque también es miembro de la Cepal.
Allí descubrí algo que no sabía. Que todos los medios más importantes del mundo tienen corresponsales en Washington DC y que esa localidad es la ciudad del mundo que más noticias genera. No hay ninguna que se le compare. Ni Moscú ni Nueva York, ni Londres, ni nada.
Empecé a descubrir que había medios de habla hispana como El Mercurio, de Chile; El Universal, de México; El Clarín, de Buenos Aires; la Folha, de Sao Paulo; o El Tiempo, de Colombia, entre otros. Todos esos medios tenían corresponsales en Washington DC, así como las agencias noticiosas internacionales.
Debido a ello, la Cepal hizo un esfuerzo por dar a conocer lo que hacía, y me tocó a mí esa tarea.
Allí fui descubriendo a los medios de habla hispana, al punto de que hubo un momento en que yo hablaba más con los periodistas que mis colegas de Chile, en donde estaba la sede de la Cepal.
El primer contacto fue con CNN, que me invitó a hacer un comentario semanal de dos minutos en televisión, en el programa de Alberto Padilla que se llamaba Economía y Finanzas, ya desaparecido.
En ese programa empecé a proyectar una imagen televisiva. Posteriormente, esto me llevó al reconocimiento de otros medios como Telemundo, Univisión, la Voz de América, BBC de Londres y France Press.
En la actualidad también hago programas en español con la televisión rusa. Ellos tienen una oficina en Washington DC y me entrevistan constantemente.
He ido abriendo la puerta a los medios de prensa económica en español, así como a los medios hispanos locales porque estos medios de información están floreciendo en Estados Unidos. Imagínese que FOX News tiene canal hispano. Otro ejemplo es que NBC compró Telemundo, así que lo que está pasando con los medios en español en Estados Unidos es impresionante, y a mí me ha tocado crecer con eso.
¿Cuál cree que sería el libro de economía que todos deberían leer?
En la actualidad la literatura económica está muy sofisticada y matematizada, y está hecha para un círculo de académicos, por lo que no es de consumo general. Sin embargo, hay economistas como Paul Krugman, que a mi manera de ver se expresa con mayor claridad. Tiene una posición muy definida. Es demócrata y escribe una columna en el diario The New York Times.