2017, año de fenómenos climáticos extremos en el país de Trump
Estados Unidos fue arrasado en 2017 por devastadores huracanes, inundaciones e incendios, unos fenómenos extremos que, según los científicos.
Estados Unidos fue arrasado en 2017 por devastadores huracanes, inundaciones e incendios, unos fenómenos extremos que, según los científicos, coinciden claramente con el cambio climático asociado a la acción de los humanos.
Este año el país abandonó el Acuerdo de París sobre el clima, que el presidente Donald Trump considera que le penaliza y al mismo tiempo favorece a China.
Houston, la cuarta ciudad más importante de Estados Unidos, quedó a finales de agosto sumergida por las inundaciones producidas por las tormentas que trajo el huracán Harvey: decenas de personas murieron, hubo evacuaciones masivas y los destrozos costaron miles de millones de dólares.
Una semana más tarde, Irma barrió con sus vientos de hasta 300 km/h parte de las islas del Caribe y obligó a evacuar a varios millones de personas en el estado de Florida.
Los líderes políticos de Saint-Martin o Barbuda hicieron un llamamiento contra el cambio climático.
Casi antes de que pudieran recuperar el aliento, María destruyó Dominica y Puerto Rico.
Además, Estados Unidos ha sufrido en las últimas semanas del año el embate de los incendios. Las llamas calcinaron en California la famosa región vinícola situada al norte de San Francisco y varias zonas de Los Ángeles.
“Estos incendios –algunos de ellos los más graves en más de 80 años– son un ejemplo de lo que nos espera”, advirtió el gobernador demócrata de California, Jerry Brown.
El político, convertido en una referencia contra el calentamiento global, forma parte de los gobernadores y alcaldes de grandes ciudades que quieren seguir el esfuerzo iniciado contra este problema, a pesar de la decisión de Trump sobre el Acuerdo de París.
Firmado en diciembre de 2015 por 196 países, el tratado busca limitar el aumento de la temperatura planetaria a un máximo de dos grados por encima de los niveles de la era preindustrial, y evitar así los efectos catastróficos de una fuerte subida del nivel de los océanos por el derretimiento acelerado del hielo polar.
Además, en su primer informe sobre la estrategia de seguridad nacional presentado esta semana, Trump eliminó el calentamiento global de la lista de “amenazas”, donde tenía un lugar importante desde hace veinte años debido a sus efectos desestabilizadores en algunos países.
El magnate estadounidense prefirió apostar por los combustibles fósiles en nombre de la independencia del país y para crear puestos de trabajo, en momentos en que el resto del mundo busca invertir en energía solar y eólica.
“Juntos comenzaremos una nueva revolución energética”, lanzó en junio.
Nueva vida al carbón y el petróleo
A comienzos del otoño, Trump firmó un decreto para hacer de Estados Unidos un exportador neto de energía para el año 2026, relanzando la explotación de carbón y de las reservas de gas y el petróleo de esquisto que se encuentran en tierras federales protegidas, consideradas muy importantes.
Para ello, ya anunció la apertura a la exploración petrolera y gasífera en vastas zonas del Golfo de México y Alaska firmando varios decretos que dejaron sin efecto las reglamentaciones de protección ambiental, incluido el “Clean Power Plan” (Plan de Energía Limpia), aprobado por su predecesor Barack Obama para limitar las emisiones de carbono de las centrales eléctricas.
“La administración Trump ha hecho más en menos de un año para desmantelar la política contra el calentamiento global que la peor de las administraciones anteriores en este terreno durante dos períodos de gobierno”, señaló Michael Mann, un climatólogo de la Universidad del Estado de Pensilvania, en referencia a la presidencia de George W. Bush.
Para Alden Myer, director de estrategia de la ONG Union of Concerned Scientists, el “impacto devastador” de las acciones de Donald Trump relativas al clima “podría no ser más que una aberración de tres o cuatro años sin un efecto duradero si solo hace un mandato”.
En el resto del mundo, 2017 ha sido también el año de eventos climáticos extremos. Los fuertes monzones han devastado India, Bangladesh y Nepal, dejando más de 1.200 fallecidos y destruyendo viviendas, plantaciones y ganado.
En Europa, las sequías han golpeado a España y Portugal, ambos arrasados por incendios forestales.
“El clima de Estados Unidos y el cambio climático en la Tierra están estrechamente imbricados”, concluyeron los autores de la Cuarta Evaluación Nacional del Clima, ordenada por el Congreso estadounidense y publicada en noviembre.
Estos expertos advirtieron también que “el período actual es el más caliente en la historia de la civilización moderna”