Indocumentados, en primera fila del discurso de Trump en el Congreso
Pueden ser pronto expulsados de Estados Unidos, pero el martes estarán en un lugar sagrado para la democracia estadounidense: el Congreso en Washington, siguiendo en primera fila el discurso sobre el estado de la Unión del presidente Donald Trump.
Pueden ser pronto expulsados de Estados Unidos, pero el martes estarán en un lugar sagrado para la democracia estadounidense: el Congreso en Washington, siguiendo en primera fila el discurso sobre el estado de la Unión del presidente Donald Trump.
Cuando el mandatario se dirija a la nación a las 21H00 (02H00 GMT), unos 25 jóvenes de situación migratoria precaria, conocidos como “dreamers” (soñadores) y en su mayoría latinoamericanos, se ubicarán en un lugar reservado para el público, con vista al hemiciclo de la Cámara de Representantes.
Invitados por la oposición demócrata, los “dreamers” serán parte del solemne acto junto a senadores y representantes, miembros del gobierno y de las fuerzas militares, del poder judicial y del cuerpo diplomático.
¿El objetivo? “Que el presidente vea las caras de los jóvenes que contribuyen a nuestro país todos los días”, dijo Michelle Lujan Grisham, la demócrata que preside la bancada hispana en el Congreso.
“Son completamente estadounidenses, excepto en que no tienen documentos”, dijo el senador demócrata Cory Booker, quien invitó a una empresaria de 29 años fundadora de una “start-up” que emplea a unos 900 trabajadores a tiempo parcial… a pesar de haber llegado ilegalmente de México cuando tenía siete años.
Unas horas antes del discurso, estos jóvenes se ven un poco intimidados en los pasillos marmolados del Capitolio, ellos de traje y corbata, ellas con elegantes vestidos.
La mayoría tiene un permiso de residencia temporal, el DACA, otorgado bajo el gobierno de Barack Obama, un programa que Trump derogó en septiembre pasado y será definitivamente cancelado en marzo. Algunos no tienen documento alguno y son, teóricamente, pasibles de deportación.
– “Mi vida está aquí” –
“Mi vida está aquí, soy estadounidense, aunque no tengo ningún documento”, afirma Juan López, un estudiante de secundaria de 18 años que llegó hace 16 años de Montevideo, Uruguay.
Pudo renovar su DACA a tiempo para obtener algunos años de respiro, pero espera, como los demás, que el Congreso finalmente vote la regularización y naturalización de los los “dreamers” como él.
Este es uno de los temas que abordará Trump el martes, mientras estos días se suceden intensas negociaciones entre los republicanos, que controlan el Ejecutivo y el Congreso, y los demócratas.
“Quiero escuchar una declaración clara, sea lo que sea”, dice una joven de 24 años, 22 de ellos en territorio estadounidense, cuyo nombre refleja la esperanza de sus padres por una vida mejor: América Moreno Jiménez. “Así al menos podremos planificar nuestro futuro”.
De los 11 millones de inmigrantes ilegales que se estima que hay en el país, Trump propuso la semana pasada regularizar a 1,8 millones de jóvenes indocumentados. Pero los demócratas consideraron inaceptables las condiciones (un muro fronterizo con México, el fin de la inmigración para reunificación familiar, la cancelación de la lotería de visas de residencia).
Los “dreamers” también están preocupados por la situación de sus padres, que ni el Ejecutivo ni los legisladores republicanos prevén regularizar en esta etapa.
“Nuestros padres también son parte de esta sociedad”, argumenta Fernanda, una indocumentada nacida hace 20 años en El Salvador y llegada a los 12 a Estados Unidos.
– Mariposas y migraciones –
México y el llamado Triángulo Norte (El Salvador, Gutemala y Honduras) son los países de origen de aproximadamente el 70% de los “dreamers”, según el centro de estudios migratorios Migration Policy Institute.
En el hemiciclo, los legisladores demócratas llevarán en su ropa una pegatina de una mariposa, símbolo de “la belleza de las migraciones”.
Pero a los conservadores antiinmigración no les gusta nada que haya tantos indocumentados para el estado de la Unión. Además, desde que el entonces presidente Barack Obama invitó a uno por primera vez en 2013, la cifra crece cada año.
El republicano Paul Gosar, de Arizona, pidió a la policía del Capitolio que verifique la identidad de todos los invitados al discurso y que impugne y expulse a cualquier extranjero indocumentado.
La protesta entre los demócratas y algunos republicanos fue inmediata.
“Solo le digo al congresista: inténtelo”, respondió, mordaz, la demócrata de Texas Sheila Jackson Lee.