Al principio los relojeros suizos pensaron que estaba loca. Pero con el paso del tiempo, logró convencerlos de que sus extravagantes diseños podían generar ventas por miles de dólares. Y así fue.
Cuando la estudiante de diseño Fiona Krüger tocó por primera vez la puerta de los fabricantes de relojes suizos, pocos quisieron escucharla.
En un mundo tradicionalmente conservador, era como una misión imposible.
Para empezar, tenía 26 años, no era suiza y no tenía experiencia fabricando relojes.
Y más, tenía un concepto de diseño bastante extraño: relojes con forma de calavera.
A pesar de todo lo anterior, Krüger es ahora una exitosa fabricante de estos exóticos relojes.
A sus 32 años, esta emprendedora escocesa vende estas piezas a los ricos y famosos por hasta US$28.000.
Fiona, expositora en la feria de relojería Baselworld en Suiza, cuenta que su viaje a través del mundo de la fabricación de relojes fue una completa casualidad.
Su imaginación fue cautivada por primera vez cuando se encontró con un reloj de calavera vinculado a María, reina de los escoceses.
“Sentí que la pieza era hermosa”, dice Fiona.
“Eso me llevó a descubrir que en el siglo XVI los relojes con forma de calavera fueron importantes para las mujeres”.
Otra experiencia que influyó en la diseñadora fueron los tres años que vivió en México cuando era niña.
“Me acuerdo de haber visto la celebración del Día de Muertos en México. Para ellos, la muerte es solo otro capítulo en una larga historia. Y ese día es una ocasión para celebrar la vida de una persona”, dice.
“Si vas a comprar una pieza de lujo realmente linda, probablemente estás tomando una buena decisión. Por lo tanto, pienso que llevar algo en tu muñeca que te recuerda que deberías disfrutar la vida, fue un tema interesante sobre el cual diseñar algo”, cuenta.
Fiona utilizó su experiencia en el mundo de las artes para hacer los primeros bosquejos de calaveras que serían el diseño de nuevos relojes.
“Para mí, las ideas del tiempo y la inmortalidad seguían siendo relevantes en una pieza mecánica”.
Y al momento de diseñar, la artista piensa más bien en el concepto de una pintura, o la idea de crear un patrón.
“Comienzo con la parte creativa y luego veo cómo es posible fabricar ese diseño técnicamente. Es esa tensión lo que hace que estas piezas sean interesantes”.
Pero encontrar un fabricante suizo de relojes que quisiera aceptar sus diseños fue difícil.
“Estoy segura que todos los distribuidores con los que hablé al principio pensaron que estaba loca porque no encajaba con el típico perfil de alguien que pertenece a ese sector”.
“Pero después de seguir intentando y conseguir varias reuniones, ellos pudieron ver que yo había hecho mi tarea, que sabía lo que quería y que era posible hacerlo técnicamente”.
Fiona vive actualmente en Francia y trabaja con un conjunto de vendedores que distribuyen sus relojes “de la muerte”.
Sus primeras dos ediciones limitadas se vendieron inmediatamente.
Entre sus clientes figuran personas como Judy Murray, madre de los tenistas Andy y Jamie.
La emprendedora reconoce que sus diseños no son del gusto de todo el mundo, pero tiene sus admiradores que son una mezcla de hombres y mujeres de distintas edades.
“Mi primer reloj se lo vendí a un mexicano de mediana edad. Obviamente había un fuerte vínculo cultural”, cuenta.
“Mi segundo reloj fue vendido a una chica de unos 25 años en China, mientras que otro cliente en Japón fue un hombre de unos 80 años”.
Actualmente Fiona está preparando el lanzamiento de su nueva colección de relojes.
“Un reloj es como un lienzo en blanco con el valor agregado de que tienes partes que se mueven y toman vida cuando lo ensamblas”, dice.
“Los relojes son objetos mágicos“.