Deja que tu respiración hable por ti, conéctate con tu cuerpo y empieza a liberar y a equilibrar tensiones.
Lo primero que debes hacer es buscar un lugar tranquilo dentro de tu casa que te permita darle la bienvenida al sol. Conectarte con todos tus órganos, generando un equilibrio para adquirir fuerza, resistencia, flexibilidad y concentración.
Así que ponte de pie, mantén tu espalda derecha, pon las manos juntas frente a tu pecho, cierra los ojos, inhala y exhala abriendo todos los canales energéticos de tu cuerpo.
El siguiente paso es permanecer con las palmas juntas, eleva los brazos hasta donde puedas. Siente como tus músculos se estiran como si se desprendieran, llévalos hacia atrás y saca un poco tu cadera hacia adelante.
Cuenta hasta diez y levántate suavemente, cuando estés en posición recta, suelta todo el aire que contengas en tus pulmones.
En seguida lleva tu pierna derecha hacia atrás, estírala hasta donde puedas, la otra pierna debe estar doblada, inclina la cabeza hacia atrás, mira hacia arriba y mantente en posición el tiempo que tu cuerpo aguante.
Lleva las dos piernas hacia atrás, utiliza tus manos como soporte en el piso, pon tu cabeza entre las piernas y respira pausadamente, esta posición es conocida “el gato”.
Tu cuello y tu cabeza deben estar mirando hacia arriba, con la espalda y la columna rectas, dejando los brazos firmes y con el grupo totalmente relajado.
Recuerda que todos los movimientos deben ser lentos, para evitar cualquier lesión. Inhala y exhala en repetidas ocasiones, hasta sentir que la pulsación se baja, normalízala.
Antes de terminar tus ejercicios, eleva los brazos, inclina la cabeza hacia atrás, cierra los ojos, estira las piernas, la espalda, y suavemente suelta todas tus extremidades, para que estas vuelvan a la normalidad.
Para terminar, junta nuevamente las manos, apoya tu frente sobre los dedos, respira muy profundo y dale las gracias a la vida y al universo por tu existencia.
Con información de: El Espectador