Redacción BBC Three
El autor de este artículo ha querido permanecer en el anonimato.
Yo no soy religioso y me describiría como ateo, pero cuando a los 21 años empecé a sentir irritación alrededor de mi pene debí de rezar unas 50 veces al día para que fuera cualquier cosa menos un herpes.
Sentí muchísima vergüenza y creo que eso se debe al hecho de que nadie habla sobre este tema: es raro además que tenga tanto estigma dado que dos tercios de la población mundial por debajo de los 50 años tiene el tipo de herpes HSV-1.
Esta variedad del virus normalmente se manifiesta como un herpes labial, también conocido como un fuego o calenturón, pero se puede pasar a los genitales por contacto con la piel.
Antes de tener el diagnóstico oficial busqué en google mis síntomas y eso me dio mucho miedo.
De acuerdo con mi investigación en internet me autodiagnostiqué herpes. Y al leer foros y artículos con información errada pensé que sería el final de mi vida.
Leí que era incurable y que podría tener brotes regularmente.
Eso me hizo pensar que nadie querría acostarse conmigo nunca más.
Todo el proceso previo al diagnóstico fue aterrador: me costaba dormir después de leer compulsivamente artículos en internet, y más tarde me despertaba de repente en un estado de pánico.
La primera vez que me salió fue en septiembre de 2017. Al principio pensé que me había picado un bicho, pero después de varias semanas me di cuenta de que aquella pequeña mancha roja debía de ser otra cosa.
Los brotes de algunas personas son dolorosos, pero el mío no lo era. Así que después pensé que debía de ser una reacción alérgica a un nuevo suavizante de ropa.
Después de varias semanas, fui al doctor y me confirmó que tenía herpes. Una prueba confirmó que se trataba del tipo HSV-2, que es casi exclusivamente de transmisión sexual.
Me volví paranoico preguntándome quién me lo habría contagiado. ¿Sería esta persona o aquella otra?
Si has tenido más de un compañero sexual puede ser difícil saber cómo te contagiaste. Además, como se pasa por contacto de piel con piel puedes haberlo contraído incluso usando condón.
A pesar de saber esto no pude evitar sentirme culpable, como si hubiera hecho algo malo, y eso que había sido cuidadoso y había usado protección.
Los resultados de la clínica sexual me dejaron por el suelo. Me asusté y no sabía qué hacer. Me dijeron que tenía que llamar a todas mis compañeras sexuales, y ya.
Después del diagnóstico me daba miedo ser rechazado y dejé de salir con chicas durante unos meses. Pero sabía que cuanto más tiempo lo dejara peor se volvería el problema.
Después de investigar en internet encontré un grupo de apoyo para gente con herpes genital, y fue entonces cuando empecé a entender realmente qué implica este diagnóstico.
Y descubrí que no era tan malo como pensaba.
Normalmente solo tienes un brote al año, como mucho.
Así que reuní valor para ir a una cita con una chica a la que había conocido saliendo por la noche.
Nos vimos un par de veces pero no me atreví a sacar el tema y cuando un día me invitó a entrar después de besarnos a la puerta de su casa me fui, me daba miedo hablar de eso.
Al día siguiente llamé desesperado a una línea telefónica de apoyo buscando ayuda y me dijeron que debía decírselo antes de tener otra cita.
Así que la llamé y la invité a una cita en mi casa. Ese día no podía dejar de pensar en el tema y sentía náuseas de los nervios.
Y ahí se lo conté, mientras estábamos sentados en el sofá, mirando al suelo todo el tiempo. Cuando levanté la cabeza se rió de mi por haber estado tan preocupado y me besó.
Desde entonces he salido con unas cinco chicas. No tuve relaciones sexuales con todas ellas y creo que ese es uno de los aspectos positivos de toda esta experiencia, que mi actitud hacia las relaciones ha cambiado y ahora tengo experiencias más significativas.
La razón es que si salgo con alguien y veo que es posible que tengamos sexo en algún momento, le digo que tengo HSV-2. Pero solo quiero dar ese paso con alguien que realmente me gusta y en quien puedo confiar.
Hasta ahora nadie pareció haberse echado atrás por el HSV-2.
Pero sí es cierto que no he intentado salir con amigas de amigos por miedo a que todos lo sepan.
Todavía me estoy acostumbrando al estigma, pero me han sorprendido positivamente las reacciones de la gente a la que se lo he contado.
Hasta salí con una mujer que me dijo que ella también tenía un fuego o calenturón “allí abajo” y se alegró mucho de que yo sacara el tema porque a ella le daba vergüenza.
Cuando le conté a algunos amigos que tenía herpes genital, el tercero me dijo “yo también”, así que supe que no era el único.
Mi primer brote de herpes, hace unos 10 meses, sucedió durante un episodio de mononucleosis infecciosa o fiebre glandular, también conocida popularmente como “enfermedad del beso”.
Como mi sistema inmune estaba tan bajo tenía brotes de herpes cada dos semanas.
Ahora, como prevención para manejar el problema y los síntomas tomo una medicación antiviral dos veces al día.
Pero no todo el mundo que tiene herpes genital tipo HSV-2 tiene que hacer eso, mucha gente no toma medicación alguna.
Yo tomo los antivirales como prevención, pero la mayoría de la gente la usa solo si tiene un brote para controlar los síntomas.
A veces me salen brotes cuando estoy estresado, como cuando tengo fechas de entrega de trabajos en la universidad.
Aparte de tomar la medicación y tratar de sobrellevar los síntomas lo mejor que puedo, no hay mucho más que pueda hacer.
Si pienso en el susto que pasé el año pasado, desearía haber sabido sobre el herpes genital todo lo que sé ahora: que el diagnóstico no es una sentencia de muerte.
En balance, creo que aprendí mucho de esta experiencia, sobre todo en lo que se refiere a mi actitud hacia las citas.
Ahora cuando me voy a casa con alguien quiere decir que tenemos una relación lo suficientemente cercana como para que le pueda confiar la verdad. Y esa cercanía significa que será más especial.
Lee el artículo original en inglés de BBC Three en este enlace.