Tal vez estés sobrealimentando a tu bebé... y sin darte cuenta. La obesidad infantil es uno de los problemas de salud pública más graves del siglo XXI, según la Organización Mundial de la Salud.
Y no afecta solamente a los países ricos: este problema es cada vez más frecuente en países de bajos y medianos ingresos.
La sobrealimentación en los primeros años de vida aumenta el riesgo de obesidad cuando se es adulto.
En Reino Unido, por ejemplo, tres de cuatro bebés podrían estar comiendo más calorías de las que deberían.
Es por esto que el gobierno británico ha publicado una serie de consejos para evitar sobrealimentar a los más pequeños que todos deberíamos seguir.
La leche materna desarrolla el sistema inmunitario infantil, por lo que los bebés que son amamantados tienen menos riesgo de sufrir enfermedades infecciosas y de ser ingresados en el hospital.
Según el comité científico sobre nutrición de Reino Unido, durante los seis primeros meses de vida los bebés no deberían tomar sólidos, solo leche materna, fórmula o agua.
Además, recomienda que durante el primer año de vida no se tome leche de vaca.
Esto se debe a su bajo contenido en hierro. Los bebés que toman esta leche como sustento principal suelen tener niveles de hierro más bajos.
El profesor Louis Levy, director del departamento de salud inglés, Public Health England, afirma que no introducir alimentos sólidos en la dieta de los más pequeños hasta pasar los primeros seis meses de vida evitaría que los bebés “se vuelvan demasiado pesados”.
Pero el departamento de salud aconseja introducir una amplia gama de alimentos sólidos a partir de los seis meses de edad, incluyendo alimentos que contengan hierro.
Puede que el bebé los rechace en un principio, pero hay que seguir insistiendo, recomienda.
Estos alimentos deben darse al mismo tiempo que continúa la lactancia.
La comida basura o los refrescos tienen muchas calorías y no dejan espacio para alimentos sanos.
Se recomienda evitar los zumos: aunque provienen de la fruta, un zumo procesado tiene mucha más cantidad de azúcar de la que se recomienda para un bebé.
Y aunque a todos los niños les gusta comer galletas, su alto contenido en sal también las hace poco recomendables.
Esto no tiene que ver con la obesidad sino con las alergias.
Public Health England advierte que retrasar el consumo de cacahuetes o huevos de gallina podría aumentar el riesgo de alergia a estos alimentos.
Por eso recomienda que se introduzcan en la dieta de los bebés a partir de los seis meses.
Eso sí: si hay un historial fuerte de alergia en tu familia es mejor consultar antes con un especialista.