Redacción / BBC News Mundo
Para los antropólogos forenses, casi cualquier detalle sirve en la búsqueda e identificación de personas desaparecidas: un montículo en la tierra, un tatuaje, un diente roto…
En el caso de esta historia, la clave fue una higuera que creció en un lugar inusual: una árida playa de Chipre.
En julio de 1974, la isla mediterránea quedó dividida en dos después de que una invasión de Turquía, iniciada un mes antes, pusiera fin a casi una década de conflicto entre griegos y turcos asentados allí.
Los turcochipriotas se quedaron con control de gran parte del norte de la isla y los grecochipriotas con el sur.
Los enfrentamientos que se registraron dejaron cerca de 2.000 personas desaparecidas.
Una de ellos fue Ahmet Cemal, quien había sido visto por última vez en junio de 1974.
Cemal vivía en la localidad costera de Episkopi, a unos 100 kilómetros al sur de Nicosia, la capital.
Sus familiares se pasaron décadas buscándolo por todos los rincones del pueblo y reconstruyendo sus últimos movimientos.
“Antes de irse se comió un higo que había en el jardín y después salió. Los grecochipriotas se lo llevaron”, le contó esta semana Munur, su hermana que ahora tiene 87 años, al diario turco Herrysat.
Se trataba de un detalle importante porque, según sus familiares, de la semilla de ese higo brotó el árbol que permitió encontrar su cuerpo 32 años después.
La noticia ocupó recientemente a los titulares de los medios, a pesar de que el hallazgo se produjo en Episkopi en 2008.
Todo gracias al ojo observador de Xenophon Kallis, de nacionalidad griega, quien durante mucho tiempo lideró el proceso de búsqueda de los desaparecidos en esta parte de la isla
Dos años antes -y 32 años después de la desaparición de Cemal- Kallis notó algo extraño en la playa que solía recorrer todos los días.
Era una higuera que se podía ver a través de un orificio en el techo de una cueva.
“Esa era una tierra seca, de rocas. Allí no crecen los árboles de higos”, le explicó Kallis a BBC Mundo.
Ese detalle, pequeño y escondido a plena vista, sería el punto de partida para hallar el cuerpo de Cemal.
Cuando las tensiones entre turcos y griegos estaba en su punto más alto en junio de 1974, las milicias grecochipriotas en el sur estaban en el proceso de expulsar – y en algunos casos, hacer desaparecer-a los turcochipriotas que había en su territorio.
Según Munur Herguner, su hermano Ahmet era miembro de la Organización Turca de Resistencia, razón por la que el 10 de junio de 1974, los “griegos se lo llevaron” junto a algunos compañeros.
“La cueva no tenía entrada por tierra. Así que los llevaron por el mar y los metieron allí”, explicó Kallis.
Y al salir, con el ánimo de borrar cualquier rastro, los griegos dinamitaron la cueva.
Desde la declaración de independencia de Chipre en 1960, surgió una disputa interna entre los turcos y griegos para hacerse con el control político de la isla.
El conflicto se agudizó en 1964. Unos 10 años después, el 20 de julio de 1974, comenzó la llamada Operación Attila, el nombre en clave que Turquía le dio a su operativo para invadir la isla.
Attila terminó casi un mes después, el 16 de agosto, cuando las fuerzas turcas ocuparon más de una tercera parte de la isla.
Desde entonces, la isla en el este del Mediterráneo quedó dividida. En la parte norte de la isla ocupada por Turquía vive la minoría turcochipriota, que suma casi 20% de la población.
En las otras dos terceras partes del territorio, en el sur, viven los grecochipriotas.
Así ha permanecido Chipre durante más de 40 años.
“Ellos pensaron que la explosión sería horizontal, pero naturalmente la dinamita explotó de forma vertical y abrió un orificio en el techo de la cueva”, relató la periodista chipriota Sevgul Uludag en su texto de 2008 ‘La historia del árbol de higos‘.
“Eso permitió la entrada de sol”, explicó.
Pasaron tres décadas y fue en 2006 cuando Kallis pudo lograr establecer que aquel árbol, que venía observando cómo crecía desde unos años antes, no pertenecía a aquel lugar.
“Me preguntaba qué hacía ese árbol allí, entre rocas y tierra estéril. Comparé fotos viejas con el paisaje actual y me di cuenta que ese árbol no estaba antes. Recorrí toda la playa en busca de otro árbol, de cualquier tipo, pero tampoco lo encontré”, relató.
Se dio cuenta que algo raro estaba pasando allí. O había pasado.
En 2006, después de hacer varias averiguaciones, Kallis se dio cuenta que cerca del lugar donde había crecido el árbol, Naciones Unidas había reportado una explosión en junio de 1974.
Y también existía el testimonio de los familiares de Cemal que hablaban sobre lo último que había comido antes de desaparecer y de su jardín de higos.
“Cualquier dato sirve”, acostumbran repetir los antropólogos forenses.
Con esas indicaciones, Kallis guió a un equipo del Comité de Personas Desaparecidas(CMP, por sus siglas en inglés), el organismo se ha encargado de identificar los cerca de 900 cuerpos de desaparecidos que han sido recuperados en Chipre.
En el lugar los forenses no encontraron uno, sino tres cuerpos, procediendo a su exhumación.
Uno de los cuerpos de la cueva era el de Cemal. Los otros dos fueron identificados como Erdogan Enver y Unal Adil, también turcochirpriotas.
En 2008 los tres fueron llevados a la zona turca en Nicosia, la capital dividida de Chipre, donde fueron enterrados en una ceremonia militar.
A pesar de que la hermana de Cemal sostiene que fue la semilla que su hermano tenía en el estómago la que eventualmente permitió encontrar sus restos, el CMP refuta esa versión.
“El CMP se encargó de la localización de los cuerpos. Y la excavación en el lugar señaló que no había conexión entre el árbol de higos y los restos de las personas que fueron hallados allí”, le dijo a BBC Mundo Bruce Koepke, vocero del CMP.
Fuentes de la misma entidad también le dijeron al diario Cyprus Mail que los restos habían sido hallados muy lejos de donde estaba ubicado el árbol, lo que hacía imposible que hubiera brotado de lo que tenía Cemal en su estómago.
Y Kallis reconoce que hay otras explicaciones para el improbable nacimiento de la higuera en la cueva de la playa de Episkopi.
“Hay dos opciones para que eso haya ocurrido: que un murciélago haya llevado la semilla hasta la cueva. O que naciera de los restos que habían quedado esparcidos por el efecto de la dinamita”, le dijo a BBC Mundo.
“Pero los restos estaban al lado del árbol y para mí esa fue la razón por la que creció en ese lugar, porque no hay otra razón para que un árbol de higos brote de la nada en medio de una playa”.