Desde la campaña electoral de Estados Unidos en 2016 hay un concepto que está constantemente en los medios de comunicación: "fake news" o noticias falsas.
Es un fenómeno viral que invade las redes sociales y cada vez preocupa más a gobiernos, organismos internacionales y académicos.
Pero no so algo nuevo: en realidad las noticias falsas llevan siglos existiendo -y siendo documentadas-.
“Antiguamente, estas ‘fake’ se citaban en los documentos como ‘falsas nuevas‘ o ‘nuevas mentirosas‘, porque en realidad no dejaban, no dejan de ser mentiras propagadas con un fin desestabilizador”, le dice a BBC Mundo Almudena Serrano Mota, directora del Archivo Histórico de Cuenca, en Castilla La-Mancha, España.
La principal diferencia es que, hace siglos, las noticias falsas no se extendían principalmente a través de las redes sociales, sino que se transmitían directamente de unas personas a otras.
Pero eso no disminuía su potencial capacidad destructiva.
Un ejemplo de una de esas falsas nuevas tuvo lugar en 1564.
Y su protagonista no fue otro sino el hombre más poderoso del mundo en ese momento: el rey español Felipe II.
Durante el reinado de Felipe II, el imperio español alcanzó su máximo esplendor.
Sus dominios se extendían desde las Filipinas hasta América del Sur y por eso se decía que en su imperio nunca se ponía el sol.
Con todo ese vasto territorio, imagina qué pasaría si alguien hiciera correr una noticia falsa sobre la salud del monarca…
Pues eso fue precisamente lo que ocurrió en 1564, cuando “una falsa nueva que intentó minar gravemente el reinado de Felipe II“, dice Serrano.
Cuando Felipe II llevaba 8 años reinando se enteró de que había corrido el rumor, la noticia falsa de que él mismo había “muerto de un arcabuzazo“.
La noticia se divulgó “en Madrid y otras partes de los reynos de Castilla“, según documentos históricos.
Y, por ello, había que evitar, cuanto antes, que se difundiese por otros lugares de Europa, “con el riesgo para la monarquía que ello supondría”, señala la experta.
“Inmediatamente el rey tuvo que poner en marcha toda la maquinaria burocrática de correos y transmisión de mensajes, con el fin de hacer llegar, lo antes posible, a las zonas que él consideró conveniente, que aquella falsa nueva era un rumor que no tenía fundamento”, cuenta Serrano.
Así, el rey mandó correos por Francia y por mar para avisar a sus embajadores para neutralizar la falsa noticia y que se supiera “en todas partes lo cierto” y dar aviso “con este que va por mar de la falsedad desta nueva“.
Además de dar aviso inmediato a sus diplomáticos en Francia e Italia, el rey mandó “hazer muy gran diligençia para llegar al cabo de dónde ha salido esta fama y con qué fines”, según la documentación conservada en el Archivo General de Simancas, en Castilla y León.
Felipe II también ordenó “hazer las diligençias posibles para llegar al cabo de dónde y de quién avrá salido”, aunque el monarca parecía “tener claro el fin”, “pues se dexa bien entender que ha salido con ruin yntençión‘, se lee en la documentación.
Según Serrano, “nunca se supo de dónde salió aquella invención”.
“Pero casi era más importante conseguir que el falso asesinato del rey no se difundiese, con lo que supondría de pérdida de prestigio para la monarquía el hecho de haber conseguido asesinar al rey de España de un arcabuzazo”, asegura la experta.
Pero esta no fue la única falsa nueva que afectó a la monarquía española de la época.
Ya antes, el padre de Felipe II, el emperador Carlos V, también había sido víctima también de una “fake news” sobre su supuesta muerte.
Así se lo informaba el embajador de España en Génova al rey, comunicándole que sus enemigos en Alemania habían hecho correr el rumor entre los soldados españoles.
‘...le son venidas nuevas del campo de los enemigos (…) muchos dezían públicamente que si supiesen que su Enperador fuesse viuo, que no servirían a otro señor, que es señal que los franceses an hechado fama que Su Magestad es muerto‘, se lee en otro de los documentos conservados en el Archivo General de Simancas.
“Se hicieron correr rumores sobre otras muertes, barcos holandeses que difundían falsas noticias sobre rebeliones contra el rey de España, por ejemplo, en la Islas del Pacífico, durante el reinado de Felipe IV; o rumores de falsos tratados de paz que perjudicaban notoriamente a la monarquía española”, agrega además Serrano.
Así que ni las noticias falsas son nada nuevo, ni tampoco lAa necesidad de combatirlas. Aunque ambas recurrieran a métodos más lentos y rudimentarios.