Cuando suene el pitazo final de esta superfinal comenzará el superclásico de la gloria o de la humillación, el que se juega fuera de las canchas, alentado en las redes sociales y por cada una de las hinchadas.
La Libertadores 2018 llega a su final, con la otro duelo entre River-Boca, donde el 2-2 en la ida en la Bombonera dejó más que complacido al equipo millonario que a su eterno rival que le dejó un pequeño sinsabor. Las apuestas marcan la tendencia 50 y 50
Impedido de ingresar a la Bombonera en la ida por una suspensión de cuatro fechas de la Conmebol, Marcelo “el Muñeco” Gallardo podrá asistir al Monumental para la vuelta pero con la prohibición de sentarse en el banco y de tener comunicación con sus asistentes y jugadores antes, durante y después del juego.
Pero la presencia de Gallardo en uno de los palcos del estadio ya es una ganancia para el “millonario”.
El Muñeco es mucho más que el entrenador de River Plate. Es el líder indiscutido del equipo. Alma y nervios de un plantel que lo escucha y sigue como un predicador.
Y a modo de ejemplo lo sucedido en el entretiempo de la semifinal de vuelta ante Gremio en Porto Alegre, cuando desobedeció la restricción de comunicarse con los jugadores por estar suspendido y bajó de uno de los palcos para revolucionar el vestuario.
Si bien no podrá tener contacto el sábado con sus dirigidos, éstos saben que Gallardo estará presente para mover los hilos.
El 2-2 en la primera final planteó un escenario abierto para la definición, pero River saltará al campo del Monumental con la sensación de haber salido bien parado del duelo en la Bombonera.
Definir en su estadio y ante 63.000 almas “millonarias” representa para River una ventaja en lo anímico inocultable y que obliga a evocar el recuerdo de sus tres títulos de Libertadores conseguidos.
Como sucedió frente al colombiano América de Cali en 1986 y 1996, y ante Tigres de México en 2015, River será nuevamente el dueño de casa en el decisivo partido de vuelta.
“Que la gente de River crea, porque tiene con qué creer”, soltó Gallardo para alimentar la pasión de sus fieles hinchas.
Pero el Boca de Guillermo Barros Schelotto tiene una particularidad en esta edición de la Libertadores: no ha perdido fuera de casa. Y para hacer más interesante la historia, el Mellizo no conoce la derrota en el Monumental en tres visitas, tiene balance de dos victorias y un empate por torneos locales.
Una lesión muscular sufrida ante Gremio sacó al capitán Leonardo Ponzio de la primera final en la Bombonera. Pero el “León”, de 36 años, hizo una recuperación contrarreloj y volverá a ser la voz de Gallardo dentro del campo.
Estratega determinante, Ponzio es el encargado del primer pase en River y donde se origina el juego ofensivo del equipo. Sabe en qué momento apretar el acelerador y cuándo dormir la pelota, y su experiencia internacional es vital en esta clase de partidos que demandan sabiduría y cabeza fría.
En la estructura táctica de Gallardo, “Leo” es una carta inamovible en el 4-3-2-1 que utilizaría el DT millonario para recibir la visita de Boca.
River ha hecho gala a lo largo de la temporada de un interesante juego colectivo a partir de un esquema de 4-3-1-2 y Boca ha sufrido una interesante transformación desde septiembre tras la apuesta del Mellizo por el habilidoso delantero colombiano Sebastián Villa en su clásico 4-3-3.
El equipo de Gallardo sostiene una gran dinámica en el mediocampo, con la evolución de jugadores de buen pie como Gonzalo Martínez, Exequiel Palacios, Ignacio Fernández y el colombiano Juan Fernando Quintero.
Boca, en cambio, se refugia principalmente en el pase largo de Pablo Pérez para explotar la velocidad y fuerza de Ramón Ábila y Villa en el frente.
Pero ambos equipos llegarán al partido con una baja importante en sus estructuras. River no tendrá al delantero colombiano Rafael Santos Borré por acumulación de amarillas y Boca sentirá la ausencia del extremo Cristian Pavón por una lesión muscular que lo sacó a la media hora de juego en la Bombonera.
Cuando suene el pitazo final de esta superfinal comenzará el superclásico de la gloria o de la humillación, el que se juega fuera de las canchas, alentado en las redes sociales y por cada una de las hinchadas.
La enconada rivalidad entre antiguos vecinos en La Boca, cuando ambos nacieron hace más de un siglo y apenas los separaban tres calles, es una de las más famosas en el planeta fútbol.
River carga en su historia reciente la vergüenza del descenso a la segunda división, en 2011, un episodio doloroso para su “millonaria” fanaticada y que para los “xeneizes” es un manjar en los labios cada vez que se enfrentan.
Así las cosas, el ganador de la superfinal de la Libertadores abrazará la gloria eterna, el perdedor la humillación de por vida.
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