Lugares abandonados hay en cada rincón del mundo, y muchos de ellos tienen una carga de terror que le atribuimos sin motivo aparente.
Ese es el caso del Asilo Pennhurst (Pennhurst Asylum), un hospital abandonado en Pensilvania, al que de solo ver a través de una foto ya se sienten escalofríos.
En 1903 fue autorizada esta instalación financiada y operada por el estado, con la finalidad de albergar y rehabilitar a cualquier individuo considerado «débil de mente», personas consideradas incapaces de funcionar normalmente dentro de la sociedad. Abrió sus puertas en 1908.
Estas personas albergadas allí poseían discapacidades físicas y mentales, consideradas «anormales», trastornos psicológicos, personas mudas, sordas y ciegas. También se incluyeron personas con «hábitos ofensivos» y «habla imperfecta».
Durante casi 80 años, Pennhurst fue el alojamiento de más de 10 mil niños y adultos con discapacidades cognitivas que fueron juzgados como amenazas sociales. La experimentación médica, los castigos crueles y las amenazas constantes al bienestar físico y psicológico fueron tan solo una pequeña parte del calvario que vivieron los «pacientes» del asilo.
Inmigrantes, delincuentes y huérfanos, también acabaron en Pennhurst. Y este sitio, a donde todo el que no fuera visto como «normal» era enviado, dejó de ser un servicio de rehabilitación para transformarse, poco a poco, en lo más parecido a una cárcel.
Los maltratos formaron parte de la rutina. Muchos de los pacientes eran sometidos a electrochoque como método de curación, y también se les aplicaban torturas como no alimentarlos, quitarles los dientes, eran golpeados y también encerrados.
Por otro lado, los funcionarios del hospital tenían una forma peculiar y denigrante de clasificar a sus pacientes: retrasados (entre los 70 y 50 años), imbéciles (entre los 49 y 20 años) e idiotas (20 años o menos).
Las denuncias por abuso cada vez eran más, pero recién en 1987 se llegó a clausurar la institución luego de que perdiera una gran disputa legal presentada por un exresidente, quien reportó abusos físicos, emocionales y psicológicos intensos por parte de sus enfermeras y cuidadores.
El lado bueno de la existencia de este sitio repudiable fue que la legislación respecto a este tipo de instituciones cambió radicalmente en Estados Unidos.
Luego de ser clausurado, el edificio quedó completamente abandonado. Y luego de todo el sufrimiento que miles de personas vivieron allí, las historias de fantasmas merodeando por sus pasillos no tardaron en surgir.
A partir de 2010 el edificio fue reabierto parcialmente como la Casa Embrujada Asilo Pennhurst. Algunos visitantes afirman escuchar voces, gritos y murmullos de dolor de antiguos residentes del hospital. Las historias sobre apariciones son muchísimas y realmente aterradoras. Pero, sin dudas, nada es más aterrador que el pasado oscuro de todo lo vivido dentro del antiguo hospital estadounidense.
Con información de: Alejandro Velásquez