Diversas investigaciones afirman que las dimensiones de las partes del cuerpo están relacionadas con la salud.
Ser narigudo, tener ojos pequeños o los glúteos grandes pueden ser razones científicas para estar más o menos sanos.
Está comprobado: la mayor exposición a la testosterona en el vientre materno hace que el dedo índice crezca más lentamente en relación con los otros cuatro. Eso explica por qué si un hombre tiene el índice más corto que el anular su propietario es más proclive a adoptar conductas de riesgo, como demostró una investigación de la Universidad Concordia, en Quebec (Canadá).
Si un hombre tiene el índice más corto que el anular su propietario es más proclive a adoptar conductas de riesgo.
Además, se asocia con un aumento de las destrezas matemática y espacial en edad escolar, según el British Journal of Psychology. Tenerlo más largo también aporta ventajas: reduce en un 33% el riesgo de desarrollar cáncer de próstata.
Cuanto más corto y menos voluminoso sea el ligamento cruzado anterior de la rodilla, más fácil es que un atleta sufra lesiones en esta articulación, tal como han comprobado científicos de la Universidad de Vermont, en EE. UU., usando imágenes de resonancias magnéticas de deportistas.
Conocer este dato es especialmente importante para tomar medidas preventivas en quienes practican rugby o fútbol, que son las especialidades en las que la probabilidad de tener este tipo de lesiones es mayor.
Ser alto no siempre es una ventaja, si hacemos caso de un estudio de la Universidad de Hawái que concluía que los bajitos viven más. La razón está en una forma protectora del gen de la longevidad FOXO, más frecuente en los de pequeña estatura. Sin embargo, la altura ayuda a controlar la obesidad, ya que, como han demostrado en la Universidad de Queensland, en Australia, ser espigado está relacionado con genes que reducen el índice de masa corporal.
Además, por cada 6,3 centímetros más de talla el riesgo de sufrir dolencias coronarias se reduce en un 13,5%, según el New England Journal of Medicine.
Las mujeres con glúteos prominentes presentan niveles más elevados de colesterol bueno, lo que las protege contra el endurecimiento de las arterias, aparte de que dicha cualidad anatómica merma el riesgo de diabetes. Esa es la conclusión de un estudio de la Universidad de Oxford, en el Reino Unido, publicado en Nature. La razón científica de este efecto protector es que producen más hormonas capaces de metabolizar los azúcares.
Dilucidar si el coeficiente intelectual depende o no del tamaño de la sesera es un reto. Por primera vez, un grupo de investigadores parece haber dado con la respuesta: en un metaanálisis con más de 8.000 participantes ha comprobado que lo que determina la inteligencia es la estructura del cerebro.
El volumen, dicen en Neuroscience & Biobehavioral Reviews, solo funciona como mecanismo compensatorio en algunas funciones cognitivas. Ahora bien, hay que señalar que existe una relación entre la disminución de la materia gris en algunas áreas y los déficits de memoria asociados al párkinson y otros males.
Los dueños de grandes napias se resfrían menos. Esto se debe a que una nariz grande es una barrera natural superior para detener los agentes infecciosos que inhalamos. En concreto, científicos de la Universidad de Iowa, en EE. UU., demostraron con ayuda de narices artificiales que multiplicando por 2,3 el tamaño del órgano nasal se filtra un 6,5% más de gérmenes.
Es posible que una persona de ojos grandes resulte más atractiva, pero su salud ocular no siempre sale bien parada. Mientras que un ojo normal tiene un diámetro de 22 a 24 mm, el miope puede ser hasta 5 mm mayor. El tamaño favorece el desarrollo del trastorno.
Si la esfera ocular es enorme, la luz enfocada por el sistema de lentes del ojo no llega a la pared del fondo, la retina, donde se procesan las imágenes, y hace que los objetos lejanos se vean borrosos. La sensación de ojos grandes o pequeños también depende de la estructura de la cuenca orbital donde se alojan los órganos de la visión.
¿Cuál es el ideal? De acuerdo con una investigación de la Universidad de Mánchester, en el Reino Unido, si un recién nacido pesa más de 4,5 kg o menos de 2,5 kg tiene un riesgo en torno al 60% mayor que el resto de sufrir autismo. Los investigadores, que llegaron a esta conclusión tras estudiar a 600.000 neonatos suecos, lo achacan a que “un crecimiento irregular muestra que algo ha ido mal en el embarazo, posiblemente relacionado con el desarrollo de la placenta, y es probable que afecte a la formación del cerebro”, se afirma en The American Journal of Psychiatry.
En lo que a glándulas mamarias se refiere, más no siempre es mejor. Unos pechos excesivamente generosos pueden causar en las chicas serios problemas de espalda y mayores curvaturas de la espina dorsal de lo que resulta saludable, en especial si la copa está por encima de la talla D –entre 20 y 22 centímetros–. Además, los bustos grandes son un 24% menos sensibles que los pequeños, según cálculos de la Universidad de Viena.