"Creo que las clínicas gratuitas y caritativas son la joya más subestimada de los EE.UU.", dice Angie Settle.
La clínica gratuita más grande de Virginia Occidental se ubica en una tranquila calle de Charleston, en la pequeña capital de un estado que suele ser considerado el menos saludable de Estados Unidos. Desde 1982, ha ofrecido a pacientes con y sin seguro acceso a los servicios de salud a muy poco e incluso ningún coste.
“Creo que las clínicas gratuitas y caritativas son la joya más subestimada de los EE.UU.”, afirma la presidenta de la clínica, la enfermera Angie Settle.
La mayor parte de la legislación se centra en los servicios de salud calificados, dice Settle, que reciben fondos federales para atender por igual a pacientes de bajos ingresos y pacientes privados.
“Bueno, nosotros estamos en el medio de dos centros de salud federales calificados y tenemos 26.000 pacientes. Así que obviamente no están satisfaciendo toda la demanda“.
El año pasado, la clínica West Virginia Health Right (Derecho a la Salud de Virginia Occidental, WVHR por sus siglas en inglés) proveyó a esos pacientes de servicios sanitarios y recetas de medicamentos por un valor de US$15 millones: es decir, un costo medio de US$115 por persona por un año de cuidados.
“Mucha gente tiene la idea errónea de que las clínicas gratuitas son solo una limosna para la gente que no quiere trabajar“, dice Settle.
“Eso no puede estar más lejos de la verdad. El 83% de nuestros pacientes tiene empleo en mayor o menor medida”.
Pero para muchos, tener un trabajo no garantiza acceso a un seguro o servicio médico y los programas de asistencia del gobierno tienen límites de ingresos estrictos.
“Sin nosotros, mucha de la gente a la que atendemos no tendría otra alternativa que la asistencia pública, renunciar a su empleo para poder ser lo suficientemente pobres para usar el Medicaid”.
Bobbi Morrison, una enfermera de WVHR, solía trabajar en una clínica privada, y asegura que las diferencias son sorprendentes.
Allí, ella podía conseguirle a los pacientes acceso a un especialista en cuestión de semanas. Pero, ¿y los que no tienen seguro o que dependen de programas federales?
“He visto a gente esperar entre seis meses y un año por ciertos especialistas”.
Con la WVHR, médicos y dentistas se ofrecen como voluntarios para que los pacientes consigan un tratamiento holístico, a menudo, en una sola visita.
Como parte de una iniciativa para generar confianza y mantener a los pacientes comprometidos con sus servicios de salud, los nuevos pacientes de la WVHR se integran en uno de tres grupos y trabajan con proveedores en esos equipos durante el tiempo que asistan a la clínica.
Morrison asegura que uno de los principales objetivos de la clínica es la educación.
“Todo el tiempo llega gente que no se ha hecho una revisión de salud femenina en 20 años porque no pensaban que pudieran conseguir una en ningún lugar”.
“Mucha gente no tiene aquello que consideramos sentido común básico o comprensión. Esa es la parte difícil de lo que intentamos hacer”.
El recientemente renovado segundo piso de la clínica tiene una cocina grande y un espacio de enseñanza justamente con ese propósito.
Y las clases de bienestar de la WVHR siempre están llenas.
Pacientes de todas las edades se apuntan a lecciones gratis de cocina saludable, control de la diabetes, ejercicio y luego se ofrecen como voluntarios para dar ellos mismos las clases.
“Es un grupo de apoyo. Es una comunidad”, afirma la coordinadora clínica, Rhonda Francis.
“Nuestros pacientes aprenden y luego quieren enseñarles a otros“.
La WVHR también le enseña a los pacientes cómo usar cupones para aprovechar los descuentos y conseguir comida más sana, recompensando las pérdidas de peso con dinero.
“Intentamos añadir servicios completos como salud conductual, adicción… haciendo la educación en salud más robusta”, afirma Settle.
Ella ve a los pacientes como conductores en el circuito de carreras Nascar que llegan a paradas técnicas donde ellos se apresuran en aplicarles todos los tratamientos que pueden “porque no sabemos cuando los volveremos a ver otra vez“.
Ricci Shannon, de 21 años, dice que oyó sobre la clínica gratuita de boca de un compañero de trabajo después de mencionarle que le dolía mucho una muela.
Shannon, que carece de seguro médico, cuenta que había estado intentando evitar ir al dentista por miedo a cuánto le iba a costar.
“Es que parecen caros”, dice sobre los seguros médicos. “Una cuenta más que añadir cuando recién estás comenzando”.
Margaret Grassie llama a la WVHR “un regalo” para la comunidad.
“Yo literalmente estaría muerta sin esta clínica“, afirma la mujer de 57 años.
“Si no tienes nada, aún tienes algo. Tienes una manera de salvar tu vida, conseguir tu insulina, tu medicina para controlar la presión, lo que sea que necesites”.
“Escuchas a la gente quejarse: ‘Llevo 20 minutos esperando’. Bueno, ¿a dónde demonios más vas a ir? ¿Dónde vas a conseguir esa receta a cambio de nada?”
Las fotos son de Hannah Long-Higgins.