Un hombre que por error había permanecido 38 años de cárcel, ahora recibirá US$21 millones de indemnización.
Craig Coley, de 71 años y residente de Simi Valley, California, fue encarcelado en 1978 tras ser declarado culpable del asesinato de su expareja y su hijo en noviembre de ese año.
Coley, sin embargo, siempre sostuvo que era inocente.
Finalmente en noviembre de 2017, Coley fue liberado luego de que las pruebas de ADN demostraran que no estaba vinculado con el caso.
Gracias a esa evidencia, ahora Coley recibirá una compensación de US$21 millones por parte de la ciudad de Simi Valley, en el marco de un acuerdo extrajudicial.
“Si bien ninguna cantidad de dinero puede compensar lo que le sucedió al señor Coley, resolver este caso es lo correcto para él y nuestra comunidad”, dijo en un comunicado Eric Levitt, un funcionario encargado de la administración del gobierno de la ciudad.
“El costo monetario de ir a juicio sería astronómico y sería irresponsable para nosotros avanzar en esa dirección”.
Coley, veterano de la guerra de Vietnam, fue acusado del el asesinato de Rhonda Wicht, de 24 años, y su hijo Donald, de cuatro.
Wicht fue encontrada violada y estrangulada, y su hijo asfixiado, en su apartamento en Simi City.
La policía inicialmente sospechó de Coley después de que un vecino dijera que lo vio a él y su camioneta en el apartamento después de escuchar un altercado.
Después de dos juicios, Coley fue condenado a cadena perpetua sin libertad condicional.
Posteriormente surgieron varias inconsistencias en la acusación y el gobernador del estado de California, Jerry Brown, indultó a Coley casi cuatro décadas después.
Brown calificó a Coley de un “preso modelo”.
“La honra con la que Coley ha soportado esta prolongada e injusta encarcelación es extraordinaria”, escribió Brown en su momento en el documento que ordenaba su liberación.
“Concedo este perdón porque Coley no cometió estos crímenes”.
Por su parte, en declaraciones al diario Los Angeles Times, Coley dijo que su situación “solo puede describirse como dolorosa“.
“Pasé cuatro décadas sin poder llorar a la mujer y al niño que amaba”.
Su búsqueda de la libertad estuvo acompañada por el exdetective de la policía Mike Bender, quien desde 1989 ya había expresado sus preocupaciones por el caso.
“Está deseando poder vivir su vida“, dijo Bender a la agencia Reuters. “Nadie querría estar en su lugar”.
Y cuatro décadas después, la policía no ha logrado identificar al asesino de Wicht y a su hijo.