Fue en julio de 2016 que la abogada de 60 años Suzane de Castro descubrió que tenía cáncer.
A raíz de una tos persistente fue a ver a un neumólogo y, en el primer examen, apareció un tumor de siete centímetros en el pulmón derecho.
El siguiente paso fue realizar una prueba más específica conocida como PET (tomografía por emisión de positrones) que reveló que tenía metástasis, es decir, que la enfermedad se había empezado a propagar a otras partes del cuerpo.
“En este punto, la cirugía ya no era una opción para mí. Por eso la doctora Andrea Kazumi Shimada, oncóloga del Hospital Sirio Libanés, indicó quimioterapia. La hice durante cinco meses, de julio a diciembre, pero el efecto no fue el que esperábamos”, recuerda De Castro.
“En enero de 2017, decidí cambiar de tratamiento y hacer inmunoterapia“.
Después de un año y medio de hacer este tratamiento cada 21 días, los exámenes mostraron que los pequeños tumores metastásicos habían desaparecido y que el tumor principal se había reducido a casi un tercio de su tamaño.
En julio de 2018, le quitaron la mitad del pulmón y hoy día continúa haciendo tratamiento.
“El cáncer es como una enfermedad crónica, necesita control y vigilancia. Pero después de la inmunoterapia, puedo llevar una vida absolutamente normal. Trabajo, camino, viajo… Tener este diagnóstico no es una sentencia de muerte”, reflexiona.
El tratamiento del cáncer ha alcanzado hitos importantes desde la llegada de la quimioterapia en la década de 1940.
Pero, en los últimos años, ha habido un gran avance tecnológico y han surgido muchos nuevos desarrollos, como el tratamiento de inmunoterapia que ha seguido De Castro.
Angélica Dimantas, directora médica de Bristol-Myers Squibb (BMS), la empresa biofarmacéutica que hace investigaciones y fármacos inmuno-oncológicos, explica que este procedimiento utiliza el propio sistema inmunológico humano para combatir la enfermedad.
“Son medicamentos que, en lugar de centrarse en el cáncer, se enfocan en el paciente y en la defensa del organismo, para que este detecte las células tumorales y las combata”, dice.
“Creemos que para 2025, 2030, el 70% de los casos de la enfermedad, en algún momento, serán tratados con inmunoterapia “, añade.
El mecanismo de acción de este tratamiento parte de la premisa de que, cuando aparece un cáncer, este promueve una reducción en la actividad del sistema inmune, y cuando el sistema inmune deja de reconocer a las células tumorales, estas comienzan a crecer de forma descontrolada.
Para superar esto, los investigadores han encontrado formas de revertir el proceso que ayudan al sistema inmunitario a reconocer a las células tumorales y combatirlas.
Gelcio Mendes, oncólogo y coordinador de atención en el Instituto Nacional del Cáncer José Alencar Gomes da Silva (INCA), comenta que la estrategia, reconocida con el Premio Nobel de Medicina en 2018 (otorgado a los inmunólogos James P. Allison de Estados Unidos, y Tasuku Honjo de Japón) ha tenido éxito especialmente en cáncer de piel con melanoma, pero también en cáncer de pulmón, riñón, vejiga, cabeza y cuello y algunos linfomas.
“Es un procedimiento que se aplica la mayoría de las veces en pacientes con metástasis”, dice el médico.
“No estamos hablando aún de curar la enfermedad, pero con esta terapia hemos podido mejorar la calidad de vida y aumentar la supervivencia“.
En el área de la inmunoterapia, una de las principales novedades es la combinación de dos medicamentos para estimular aún más el sistema de defensa; cuando hasta hace poco solo se usaba uno a la vez.
En Brasil, por ejemplo, incluso la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa) aprobó hace unos meses el uso combinado de los medicamentos nivolumab e ipilimumab, ampliando las posibilidades de tratamiento para todos los tipos y etapas del melanoma.
“Se están investigando y probando otras combinaciones para otros tipos de cáncer, y pronto se lanzarán al mercado”, dice Dimantas de BMS.
Otra noticia positiva en la lucha contra el cáncer, en principio para la leucemia, son los tratamientos con anticuerpos monoclonales biespecíficos.
“Ellos permiten que haya un vínculo entre un objetivo determinado en las células tumorales y la célula de defensa (linfocito T), que destruye el tumor. Son extremadamente efectivos”, explica Nelson Hamerschlak, Coordinador de Hematología del Hospital Israelita Albert Einstein.
En esa misma línea, la biofarmacéutica Amgen desarrolla la tecnología T BiTE que, al igual que la inmunoterapia, ayuda al sistema inmunológico a atacar a las células cancerígenas.
“Esa técnica permite vincular el anticuerpo a dos tipos diferentes de células al mismo tiempo. De un lado, a una célula del sistema inmunológico del paciente (linfocito T) y, de otro, a una célula tumoral que necesita ser combatida”, dice Tatiana Castello Branco, directora médica de la empresa en Brasil.
“Este vínculo activa y estimula la producción de más linfocitos T y, con eso, el medicamento hace que el sistema inmunitario mismo ataque y elimine las células tumorales”, agrega.
Un estudio presentado por Amgen este año en el 24° Congreso de la Asociación Europea de Hematología (EHA) en Países Bajos encontró que la supervivencia de adultos con leucemia linfoblástica aguda (LLA) con enfermedad residual mínima (DRM) -pacientes que todavía tienen la enfermedad pero en grado leve, incluso después de la quimioterapia- fue de 36,5 meses cuando se sometieron a la nueva terapia.
Para Hamerschlak, este resultado representa un gran avance en la lucha contra la enfermedad.
“LLA es el cáncer hematológico más común en niños y para este perfil de paciente tiene una tasa de cura alta. Pero en adultos el pronóstico era muy pobre hace unos años, ya que con la quimioterapia no se lograba una recuperación completa en la mayoría de los pacientes”, explica.
“Dejaba un residuo de células enfermas que causaba recaídas aún más agresivas, incluso en pacientes con trasplante de médula ósea”, dice.
Otro capítulo reciente en la lucha contra los cánceres hematológicos es la terapia celular, particularmente la modalidad de células CAR T (siglas en inglés de receptor de antígeno quimérico de células T), que utiliza células modificadas del propio sistema inmunitario del paciente.
Según explica Dimantas, de BMS, la terapia funciona así: las células linfocitos T son extraídas de la sangre del enfermo y reprogramadas genéticamente en el laboratorio para reconocer a las células cancerosas. Después se reintroducen en la persona para combatir la patología.
“Este es un tratamiento totalmente individualizado y prometedor que ha tenido resultados impresionantes. Creemos que será el futuro de la lucha contra el cáncer”, afirma el especialista.
Incluso la radioterapia, uno de los tratamientos contra el cáncer más tradicionales, tiene novedades.
Rodrigo Munhoz, oncólogo clínico especializado en melanoma, tumores de piel y sarcomas en el Hospital Sirio Libanés y el Instituto del Cáncer del Estado de São Paulo (ICESP), destaca la radioterapia hipofraccionada.
Consiste en “la aplicación de altas dosis de radiación con mayor precisión sobre el tumor. Esta técnica, además de ser efectiva, es más segura porque reduce el riesgo de matar células sanas y permite reducir la cantidad de sesiones”, dice el médico.
Este técnica se utiliza para combatir ciertos tipos de cáncer, especialmente el cáncer de pulmón, pero también se ha empezado a utilizar en casos de cáncer de próstata.