En la actualidad, es muy común contar los pasos que hemos dado en el día, marcar el pulso, registrar las calorías que consumimos con cada comida y tomar una relación de la grasa versus nuestra masa corporal.
Todas esas cifras son fácilmente medidas con tecnología portátil como las pulseras y relojes inteligentes, monitores cardíacos y aplicaciones complementarias que, además, nos instan activarnos si estamos muy pasivos, alimentarnos si hace falta o cesar cuando hayamos alcanzado nuestras metas.
A pesar de que está de moda, esa cuantificación de nuestro cuerpo y metabolismo no es nada nueva; ya se la había inventado en el siglo XVII un médico italiano que fue colega y amigo de Galileo Galilei.
Santorio Sanctorius (1561-1636), ideó una nueva rama de la medicina conocida como iatrofísica o iatromecánica (algunas veces iatromatemáticas) que se enfocaba en la importancia de medir y cuantificar las funciones y la mecánica del cuerpo y aplicar esos valores numéricos a la investigación médica.
Santorio no sólo inventó aparatos de medición que son precursores de algunos de los instrumentos de auscultación que usa la medicina moderna, sino que se sometió durante décadas a registrar y tabular exactamente su ejercicio y respiración, además de todo lo que ingería, así como de todo lo que evacuaba, incluyendo el sudor.
Esas meticulosas medidas las logró gracias a la elaboración de una extraordinaria báscula con la que podía pesar todos los elementos que constituían su rutina diaria y los cambios que efectuaban en su cuerpo.
Por sus métodos y estudios en las ciencias de la vida se le considera el padre de la experimentación cuantitativa en la medicina moderna.
Sanctorius, conocido también como Sanctorius de Padua, fue un fisiólogo, médico y profesor veneciano nacido en Capo d’Istria (parte del Estado de Venecia y hoy día el puerto de Koper, en Eslovenia).
Completó sus estudios en la Universidad de Padua, en 1582, donde también fungió como profesor de teoría médica en años posteriores. Ejerció medicina en Croacia, donde fue supuestamente convocado para tratar a un paciente de la nobleza croata.
Luego regresó a Venecia para hacer parte de un círculo intelectual que incluía al historiador y científico Paolo Sarpi, el matemático Giovanni Francesco Sagredo y el famoso físico y astrónomo Galileo Galilei.
Fueron las discusiones con Galileo, sobre los experimentos del astrónomo con péndulos, lo que inspiró a Sartorio a adaptar este aparato a la práctica de la medicina y que describió en su libro “Methodi vitandorum errorum omnium“.
En ese texto se menciona por primera vez el pulsilogium o pulsómetro uno de los varios instrumentos de medición que adaptó de las invenciones de Galileo, posiblemente la primera máquina de precisión en la historia de la medicina. Extensos experimentos con el pulsilogium le permitieron describir cuantitativamente varias frecuencias regulares e irregulares del pulso.
Otra de sus adaptaciones incluye el termoscopio, precursor del termómetro, que utilizó en la práctica clínica. Pero también inventó diferentes dispositivos como el trocar para disolver cálculos en la vejiga, o el anemómetro para la medición del viento entre varios otros.
Pero su creación más espectacular fue a raíz de un largo y comprometido experimento al que él mismo se sometió para determinar cómo su cuerpo respondía a varias condiciones fisiológicas y patológicas.
Quería poner a prueba la teoría del antiguo médico y cirujano griego, Galeno, que la respiración también ocurre a través de la piel en lo que llamó “transpiración insensible”.
Santorio sujetó a una enorme báscula una amplia plancha en la que colocó su escritorio, su cama y todos los otros elementos cotidianos necesarios.
Sobre este aparato comió, trabajó y durmió. Todos los días medía su peso, al igual que pesaba la cantidad de alimentos y bebidas que ingería y también sus evacuaciones corporales -orina, heces, sudor.
Después de más de 30 años de tomar mediciones, pudo darse cuenta de que siempre había una diferencia apreciable entre el peso de la comida y bebida que consumía y el peso de lo que su cuerpo desechaba en excrementos y sudor.
De este modo, ideó su teoría de la “transpiración insensible” en un intento de explicar esta diferencia y que describió en su libro de 1614 “De Statica Medicina” (Sobre las mediciones médicas), efectivamente el primer estudio sistemático del metabolismo basal.
El metabolismo basal es el valor de energía mínima consumida por un organismo en estado de reposo para mantener la actividad celular, la respiración y la circulación.
Los conocimientos acumulados por los experimentos de Sanctorius son aplicados en los hospitales actuales en el tratamiento y cuidado de pacientes que pueden haber perdido fluidos a través de la transpiración insensible y cuyas consecuencias pueden ser críticas.
La formulación de líquidos intravenosos es ahora rutinaria para compensar por esa pérdida.
Más allá de los hospitales, cada vez que utilizamos tecnología portátil para cuantificar nuestro cuerpo y funciones, deberíamos pensar en la enorme báscula de Sanctorius, quizás el primer prototipo de esos dispositivos que hoy en día llevamos casualmente como relojes de pulsera.