Motines, fugas y atrocidades sin fin en las cárceles de Brasil
Las autoridades brasileñas seguían confrontadas el lunes a motines carcelarios, a atroces ajustes de cuentas entre presos de bandas de narcotraficantes y a fugas espectaculares...
Las autoridades brasileñas seguían confrontadas el lunes a motines carcelarios, a atroces ajustes de cuentas entre presos de bandas de narcotraficantes y a fugas espectaculares, en una guerra que ya ha dejado al menos 115 muertos desde el inicio del año.
Poco después de que la policía controlara la rebelión que concluyó con 26 reclusos brutalmente asesinados este fin de semana en Natal (nordeste), decenas de presos ocuparon durante horas el desvencijado techo de este centro penitenciario que, como muchos en Brasil, opera corroído por la superpoblación y la ley de las bandas.
En imágenes filmadas por AFPTV se podía ver a un grupo de internos de la cárcel de Alcaçuz, la mayor del estado de Rio Grande do Norte, enarbolando banderas y palos en el tejado bajo el intenso sol de esta ciudad tropical.
Pasado el mediodía, policías y miembros del Grupo de Operaciones Especiales entraron en este centro rodeado de dunas y los presos descendieron a los pabellones, según constataron periodistas de la AFP.
La mayoría se había encaramado al techo durante la noche, después de que los agentes abandonaran la cárcel al estimar controlada la rebelión de 14 horas, que derivó en la tercera gran matanza del año en una cárcel brasileña.
Pero no hay descanso en la guerra feroz entre el Primer Comando de la Capital (PCC) de Sao Paulo y el Comando Vermelho (CV) de Rio de Janeiro, los dos mayores grupos criminales del gigante sudamericano.
Con el dominio del narcotráfico en el estratégico mercado brasileño en juego, las prisiones se han convertido en el centro de una batalla por ahora descontrolada y donde ningún ataque queda sin respuesta.
Mientras los forenses comenzaban a identificar los cuerpos desmembrados de los fallecidos, internos de otro presidio de Natal iniciaban un motín alrededor de las 03H00 de la madrugada, quemando colchones en un tumulto que solo se sofocó tras la llegada de la policía y las fuerzas especiales.
Según el gobierno del estado, este intento de rebelión en la prisión Raimundo Nonato se saldó sin heridos ni fugas.
Alta tensión
Desde que el Comando Vermelho y sus aliados de la Familia do Norte dieran el primer golpe el pasado 1 de enero en Manaos, la tensión bélica fraguada durante meses en los presidios de todo el país se hizo insostenible.
Aquella noche, 56 reclusos fueron ejecutados en la segunda mayor masacre registrada en una cárcel de Brasil. La mayoría eran miembros del PCC, cuyo afán por controlar todas rutas del narcotráfico de este país continental había roto en junio su frágil equilibrio con el Comando Vermelho.
La ostentación de la violencia y la ferocidad de los asesinatos en la capital de Amazonas se replicaron cuatro días después en la matanza de Roraima, que concluyó con la muerte de 33 internos cuatro días después.
El sábado en la tarde, la llama prendió en Natal cuando reos del PCC y del Sindicato do Crime -grupo disidente del PPC nacido en las prisiones de Rio Grande do Norte- lograron salir de sus pabellones para enfrentarse salvajemente en este penal, con capacidad para 620 reclusos, pero que alberga a 1.083.
La mayoría de los internos muertos en esta prisión, que tenía las rejas de las celdas arrancadas desde un motín en 2015, eran miembros de la facción local, más cercana al CV, según la prensa brasileña.
Las autoridades buscan bajar la tensión en las cárceles, al tiempo que tratan de encontrar a los reclusos que están aprovechando la confusión para huir.
A los casi cien presos que siguen prófugos desde el motín en Manaos, se sumaron este domingo una veintena en Curitiba, en un goteo constante que lleva semanas disparado.
Para tratar de contener la crisis, el gobierno de Michel Temer anunció la construcción de nuevas prisiones en todos los estados, así como medidas de modernización. La semana pasada, además, desplegó 200 efectivos de la Fuerza Nacional en Amazonas y Roraima luego de las dos masacres carcelarias en esas regiones.
Las soluciones son insuficientes, sin embargo, para muchos expertos que reclaman una reforma profunda del sistema que alberga a la cuarta población carcelaria del mundo, y donde la tasa de ocupación de las cárceles es del 167%.
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Con información de AFP.