Corea del Sur parece que por ahora está ganando la batalla al covid-19.
Este miércoles registró su primer día sin detectar casos de transmisión local de la enfermedad desde mediados de febrero.
Aunque el jueves, de los nueve casos nuevos que reportaron los Centros Coreanos para el Control y Prevención de Enfermedades (KCDC), confirmó que ocho fueron importados.
Estos nuevos contagios aumentaron el número total de casos confirmados del país a 10.774.
Es un hito importante para un país que en un momento fue uno de los puntos de contagio del virus más críticos del mundo, pero se produce después de esfuerzos significativos y, notablemente, sin un bloqueo total de las ciudades.
“Esta es la fortaleza de Corea del Sur y su gente”, dijo el jueves el presidente, Moon Jae-in.
Corea del Sur experimentó un gran aumento de infecciones en febrero, luego de que un grupo religioso en la ciudad de Daegu, en el sureste del país, fuera identificado como un foco de contagio.
Se descubrió que una miembro de la Iglesia de Jesús Shincheonji había contagiado a decenas de personas y, después, miles de casos fueron vinculados al grupo religioso.
De hecho, en un momento los casos relacionados con Shincheonji representaron aproximadamente la mitad del total de los contabilizados en el país.
Ante la propagación, las autoridades adoptaron estrictas medidas en diferentes aspectos de la vida diaria que permitieron controlar el brote.
Una de las reacciones del gobierno fue lanzar una campaña masiva de pruebas de detección de la enfermedad.
Además de ofrecer análisis gratuitos, se abrieron clínicas para examinar a la gente en sus autos en todo el país.
La gran cantidad de pruebas aplicadas hizo que el número de infecciones en Corea del Sur creciera rápidamente.
Pero también permitió que las autoridades pudieran encontrar desde el principio a quienes estaban infectados, aislarlos y tratarlos de manera efectiva.
Corea del Sur también inició un agresivo rastreo de contactos para encontrar a las personas que hubieran interactuado con un caso confirmado, examinarlas y aislarlas.
Cuando alguien da positivo, las autoridades envían una alerta a quienes viven o trabajan cerca. La gente pronto se acostumbró a recibir una ráfaga de estos mensajes de las autoridades.
Se aconsejó a todas las iglesias de Corea del Sur que cerraran mientras los funcionarios trataban de controlar las reuniones públicas.
Pero fueron las elecciones parlamentarias el 15 de abril las que realmente pusieron a prueba la capacidad de Corea del Sur para contener el virus.
Miles de personas se alinearon frente a los colegios electorales para votar. Recibieron guantes de plástico, se les dijo que se mantuvieran separados y les tomaron la temperatura antes de que ingresaran a las mesas de votación.
Se temía que la votación pudiera causar un aumento en el número de casos, pero dos semanas después, está claro que esto no ha sucedido. Y el partido gobernante obtuvo una victoria rotunda, lo que puede indicar un apoyo público para su manejo de la crisis.
El país también logró mantener su transporte público relativamente libre de virus.
Las estaciones de metro se han limpiado y limpiado meticulosamente con aerosoles de desinfección para que los viajeros puedan respirar fácilmente.
Ahora, se mantienen las órdenes de distanciamiento social en las iglesias, escuelas, empresas, oficinas, aunque no está claro si todos los restaurantes y cafeterías se adhieren a reglas tan estrictas.
Pero para muchos, la vida parece estar volviendo a una nueva normalidad.
La gente sale a la calle, pero tiene que tomarse la temperatura antes de entrar a eventos públicos o edificios.
El béisbol, que es extremadamente popular en Corea del Sur, se reanudará el 5 de mayo, aunque sin espectadores en los estadios.
Los árbitros deberán usar guantes y mascarillas, y los jugadores tienen prohibido escupir o chocar las manos sin guantes.
Los alumnos han vuelto a clases, aunque solo virtualmente, así que las aulas permanecen vacías.
“De hecho, estamos abriendo un nuevo camino”, dijo el primer ministro Chung Sye-kyun cuando las clases se reanudaron a mediados de abril.
“Intentaremos asegurarnos de que el aprendizaje remoto funcione bien, pero haremos todo lo posible para estabilizar la pandemia de covid-19 para que nuestros hijos puedan volver a la escuela”, indicó.
Ahora cualquier persona que llegue al país ahora debe someterse a 14 días de cuarentena, por lo que es poco probable que algún viajero propague el virus.
Pero los funcionarios son cautelosos. Los KCDC han dicho que hasta que no haya una vacuna es inevitable que esta pandemia regrese.