La muerte del afroestadounidense George Floyd en Estados Unidos ha puesto el foco sobre el abuso de la fuerza por parte de la policía.
Floyd murió el 24 de mayo, cuando un agente blanco, Derek Chauvin, se arrodilló sobre su cuello durante casi nueve minutos. Su caso ha desatado protestas antirracistas y contra el abuso policial en todo Estados Unidos y en varias partes del mundo.
La ira es tanta que, la pasada semana, incluso una mayoría a prueba de veto de la municipalidad de Minneapolis firmó frente a una multitud de manifestantes la promesa de “comenzar el proceso para terminar con el Departamento de Policía de Minneapolis”.
Y un grupo llamado MPD 150 está pidiendo un “futuro libre de policía” en esa misma ciudad, en el que profesionales de la salud mental, trabajadores sociales, líderes religiosos y otros defensores comunitarios hagan el trabajo de la policía.
En México también se registraron protestas tras un nuevo caso de brutalidad policial: Giovanni López murió bajo custodia policial en Guadalajara, Jalisco, en circunstancias que aún no han sido aclaradas, en un caso que muchos compararon con el de Floyd.
Asimismo, en Chile se vieron protestas contra los abusos policiales en el contexto de las manifestaciones antigubernamentales, a finales del año pasado.
Estos casos parecen mostrar una especie de divorcio entre la sociedad y la policía.
Pero ¿cómo se puede medir la calidad de un cuerpo policial? ¿Y cuáles son las policías mejor valoradas del mundo?
Eso es precisamente lo que analizaron el Institute for Economics and Peace (IEP) y la International Police Science Association (IPSA).
Estas dos organizaciones unieron esfuerzos en 2016 y publicaron un reporte conocido como el Índice Mundial de Seguridad Interna y Policía (WISPI, por sus siglas en inglés).
“Este índice data de 2016, quizá el ranking ha cambiado un poco pero las reflexiones y hallazgos son vigentes todavía”, le dice a BBC Mundo Carlos Juárez, director para México del IEP.
Para Juárez, es interesante analizar el momento que estamos viviendo, en el que “la conversación sobre la policía se vuelve relevante”.
En ese sentido, dice, “primero tenemos que entender que un cuerpo policial se inserta dentro de un sistema más amplio, más complejo, en una sociedad, en un sistema de gobierno, en un sistema de justicia, en un sistema de seguridad pública”.
“Y de alguna manera, los cuerpos policiales son un reflejo muy fiel tanto de sus gobiernos como de sus sociedades“, explica.
“Si los cuerpos raciales hacen un perfilamiento racial de los criminales, y por eso, terminan haciendo injusticias y siendo racistas, esto no se origina en la policía, esto es un reflejo de lo que la sociedad piensa y son construcciones culturales”.
El Índice Mundial de Seguridad Interna y Policía mide principalmente la capacidad de la policía -aunque también toca al Ejército, el sistema judicial y el sector privado- para abordar los problemas de seguridad interna de un país.
Los cinco países que arrojaron una mejor puntuación son Singapur, Finlandia, Dinamarca, Austria y Alemania.
Pero ¿por qué?
A la hora de analizar qué elementos tiene que tener un buen cuerpo policial, hay que fijarse en varios elementos.
Primero, según Juárez, un buen cuerpo policial tiene que tener legitimidad, es decir “que se le reconozca la autoridad que tiene”.
“Eso no tiene que ver con potencia de las armas que portan, sino con el respeto y el reconocimiento que tiene en sus comunidades o por parte de la sociedad”.
Además, señala el experto, debe tener una capacidad adecuada y esto está relacionado con los recursos que hay a su disposición: presupuesto, número de elementos y tecnología e infraestructura suficiente.
Y “tiene que tener funciones claras“.
Esos son básicamente los indicadores que se analizan en el WISPI y que están agrupados en cuatro campos:
El índice arrojó algunas reflexiones interesantes, dice Juárez.
“Encontramos que los países con menor población, y extrapolando, con menor densidad poblacional, suelen tener policías mucho más efectivas”.
“Los que tienen mayor población, y por lo tanto, seguramente, mayor densidad poblacional, con ciudades mucho más saturadas, suelen tener policías menos eficientes. Eso nos habla también de la complejidad de hacer labor policial cuando hay zonas altamente pobladas“, explica.
Otro aspecto interesante que arrojó el estudio es que destinar mayores recursos hacia un cuerpo policial no necesariamente se refleja en mejores resultados.
“Sin embargo, lo que sí es cierto es cuando se mira en el aspecto negativo, es decir, si no se invierte en la capacidad, si no se destina suficiente presupuestos, si no hay un número suficiente de elementos policiales, entonces seguramente habrá resultados muy pobres”, agrega.
Cruzando los resultados en los cuatro campos, Singapur, Finlandia, Dinamarca, Austria y Alemania obtuvieron la mejor puntuación global en el WISPI.
Que en la lista se incluya “Singapur quizá llama mucho la atención, (ya que) el resto de países son democracias muy consolidadas”, dice Juárez.
Según el reporte del WISPI, fue el único país “no clasificado como una democracia completa” que figura en los 10 primeros puestos del ranking.
La nación insular tiene una de las policías con mayor capacidad en el mundo (número de efectivos y recursos), en parte debido a un programa de servicio obligatorio que requiere todos los hombres realicen dos años de servicio en las fuerzas armadas, policiales o de defensa civil al cumplir 18 años.
Además, cuenta con una de las tasas de criminalidad más bajas del mundo, que se corresponde con un alto nivel de confianza en la policía, según el reporte.
De hecho, según una encuesta de Gallup, Singapur tiene una de las tasas más altas de confianza en su policía local (un 93%).
El caso de Finlandia llama la atención por lo reducido de su fuerza policial (149 policías por cada 100.000 habitantes; muy por debajo de la media global de 347).
Sin embargo, el país nórdico destacó por la legitimidad y la efectividad de su policía, que registró una de las tasas más bajas de corrupción.
Según la encuesta de Gallup, el 82% de los finlandeses confían en su policía.
Algo parecido ocurre con Dinamarca, que también con una fuerza policial reducida (192 policías por 100.000 habitantes) y obtuvo la mejor puntuación en cuanto a efectividad.
“Tiene el nivel más bajo de corrupción en el mundo según el indicador de control de la corrupción del Banco Mundial, y el tercer nivel más bajo de sobornos pagados a la policía según Transparencia”.
En el caso de Austria, la fuerza policial es mayor (328 policías por 100.000 habitantes).
Y aunque “los sobornos a la policía fueron relativamente altos en el país, en comparación con otras naciones que destacaron en el Índice”, los austríacos reportan altos niveles de confianza en sus agentes (un 86%, según la encuesta de Gallup).
“Esta confianza en la policía está respaldada por un fuerte respeto por parte del proveedor de seguridad por el debido proceso y los derechos del acusado“, dice el reporte.
Por último, Alemania, el país con la mayor población de los cinco primeros “tiene muy bajos niveles de corrupción en las fuerzas de seguridad”. Un 82% de los alemanes confían en su policía, según la última encuesta de Gallup.
En América Latina el gran reto para la policía tiene que ver con la legitimidad.
Eso se refleja en la última encuesta de Gallup (2019), en la que la región de América Latina y el Caribe registró la tasa más baja de confianza en la policía.
Solo un 44% de los ciudadanos de la región dijeron fiarse de su policía, frente a un 82% en EE.UU. y Canadá o un 82% en Europa occidental.
En el índice WISPI, atendiendo solo al criterio de legitimidad (la percepción de si la policía actúa en el mejor interés del país y sus ciudadanos), México quedó como el tercer país con peor puntuación, solo por delante de República Democrática del Congo y Pakistán.
Venezuela puntuó bajo (el cuarto peor por delante de Kenia, Sierra Leona y Nigeria) en campo de la efectividad, en el que se miden cuestiones como la corrupción.
“En Latinoamérica, junto con la desconfianza que tienen los ciudadanos hacia su gobierno, se incluye también la desconfianza y el divorcio hacia sus cuerpos policiales”, dice Juárez.
“En la región hay una pérdida de legitimidad de las policías, en buena medida porque se ha esperado que ellos resuelvan una serie de problemas para los que no están listos”, concluyó.