Según datos históricos, ocurrió en Zanzíbar y duró menos que otras guerras de las guerras más cortas como la de las Cien Horas, la Legítima Defensa o la del Fútbol que estalló entre El Salvador y Honduras en 1969.
37 minutos, aunque algunos informes dicen que fueron 25 y otros, máximo 45. Pero definitivamente, la guerra más corta de la historia conocida duró menos de una hora.
Ocurrió en Zanzíbar, ese archipiélago en el Océano Índico que hoy es una región semiautónoma de Tanzania, y que por mucho tiempo ha formado parte de las “Islas de las especies”, una tierra de clavos y canela, de pimienta y nuez moscada.
En ese momento del enfrentamiento bélico que hizo historia estaba gobernada por Sayyid Khalid Bin Barghash al-Basaid, quien fue su sultán por unas 42 horas, tras suceder a su primo Hamad ibn Thuwaini.
Este último había muerto súbitamente en su palacio el 25 de agosto de 1896 en circunstancias algo turbias; aunque nunca se pudo confirmar, se creía que Khalid -quien ya había intentado arrebatarle el trono- lo había envenenado.
De lo que sí se tiene certeza es que en cuestión de pocas horas, Khalid ya estaba instalado en el palacio, a pesar de no haber recibido el visto bueno de los británicos.
Lo necesitaba porque aunque en ese momento Zanzíbar era técnicamente independiente, los británicos habían establecido un protectorado en la región y tenían derecho de veto sobre el nombramiento de sultanes.
Y Khalid ciertamente no era de su gusto.
El Imperio británico había estado tratando de ponerle punto final a la esclavitud y en Zanzíbar había logrado algunos avances, a pesar de la resistencia de los muchos zanzibaríes, pues se había convertido en parte integral de su estilo de vida a medida que las plantaciones de especias aumentaron de valor a lo largo del siglo XIX.
Londres había expresado claramente que quería un sultán afín con la abolición de la esclavitud, y ese no era Khalid.
Así que cuando los desafió reclamando el poder que alegaba le habían robado tras la muerte de su padre, el sultán anterior a su recién muerto primo, Basil Cave, el diplomático en jefe del área, le advirtió que su declaración de soberanía constituía un acto de rebelión.
Las situación escaló a mayores rápidamente.
“¿Estamos autorizados, en caso de que todos los intentos de una solución pacífica resulten inútiles, para disparar contra el Palacio desde los buques de guerra?”, le preguntó por telegrama Cave al primer ministro británico, Lord Salisbury.
Mientras tanto, ambas partes se fueron preparando para el enfrentamiento.
Khalid aseguró su palacio con casi 3.000 hombres, varias armas de artillería e incluso un barco real modestamente armado en el puerto cercano.
De los dos barcos de guerra que británicos ya tenían anclados en el puerto bajaron tropas a tierra para proteger el consulado y evitar disturbios, y Cave solicitó refuerzos de otro barco que estaba en el área y que atracó en la noche de ese mismo 25 de agosto.
“Está autorizado a adoptar las medidas que considere necesarias, y será respaldado en su acción por el Gobierno de Su Majestad. Sin embargo, no intente realizar ninguna acción que no esté seguro de poder llevar a cabo con éxito“, fue la respuesta de Londres para el diplomático.
El 26 de agosto, Khalid recibió un ultimátum: debía dejar el palacio antes de las 9 de la mañana del día siguiente.
A las 8 de la mañana del 27 de agosto, solo una hora antes de que expirara el ultimátum, un mensajero del palacio zanzibari le dijo a los británicos: “No tenemos intención de arriar nuestra bandera y no creemos que abrirán fuego en nuestra contra“.
En una breve respuesta británica, Cave respondió: “No queremos abrir fuego, pero a menos que haga lo que le dijimos, ciertamente lo haremos“.
Lo que sucedió después fue, técnicamente, una guerra.
Los tiempos son difíciles de precisar, pues el bombardeo tumbó la torre del reloj de la ciudad y la mayoría de la población no tenía relojes.
Pero sabemos que duró cien veces menos que la que le sigue en la lista de las guerras más cortas de la historia: aquella conocida como la guerra de las Cien Horas o guerra de Legítima Defensa o guerra del Fútbol que estalló entre El Salvador y Honduras en 1969.
No obstante su brevedad, en esa poco más de media hora de la mañana del 27 de agosto de 1896 unos 500 soldados y civiles de Zanzíbar murieron o resultaron heridos (solo un marinero británico quedó herido).
Lo que contrasta fuertemente con la guerra más larga de la historia, entre los Países Bajos y las Islas Sorlingas (al sudeste de la costa de Reino Unido), en la que no hubo ni un sólo disparo. Empezó en 1651 y terminó en 1986. ¿Su nombre? La guerra de los Trescientos Treinta y Cinco Años.
Aunque, teóricamente, hubo una guerra aún más larga entre Roma y Cartago, que comenzó en 264 a.C. con el estallido de las Guerras Púnicas y “terminó” con un tratado de paz firmado en 1985.
Eso suma 2.248 años en estado de guerra, sólo que Cartago fue completamente destruida y su territorio completamente anexado por los romanos, de manera que en 146 a.C. dejó de existir como Estado independiente.
Los ingleses también están involucrados en la alianza más perdurable de la historia: la alianza anglo-portuguesa o luso-británica todavía en vigencia.
La amistad entre Inglaterra y Portugal se remonta a 1147 cuando los cruzados ingleses ayudaron al rey Alfonso I a capturar Lisboa de los musulmanes.
Eso condujo a una colonia inglesa en Lisboa y a contactos frecuentes entre los nobles de los dos reinos.
En 1386, Ricardo II de Inglaterra acordó el Tratado de Windsor con Juan I de Portugal.
Las tropas inglesas habían ayudado recientemente al rey portugués a expulsar una invasión española y se decidió convertir la amistad en una alianza formal.
La sección clave del tratado dice: “Si, en el futuro, uno de los reyes o su heredero necesitará el apoyo del otro, el aliado estará obligado a brindar ayuda y socorro al otro, en la medida requerida por el peligro para los reinos, tierras, dominios y súbditos de su aliado“.
Además de medidas para garantizar la seguridad mutua de ambas naciones, los términos del tratado incluían disposiciones para fortalecer los lazos comerciales, como el derecho de ambos países a comerciar en los términos que disfrutaban los súbditos de cada reino.
Incluso había cláusulas que fomentaban la libertad de movimiento y asentamiento entre los dos países, ya que los sujetos de cada país tenían derecho a residir en los dominios del otro.
En 1580, Portugal fue invadido por España, pero cuando Portugal recuperó la independencia en 1640, su primer acto fue reconfirmar el Tratado de Windsor.
El tratado ha sido invocado varias veces, entre ellas…
Sin embargo, no todo ha sido sencillo.
En 1890, las dos naciones estuvieron a punto de enfrentarse por lo que ahora es Zambia y en 1961 Reino Unido se negó a ayudar a Portugal cuando India invadió Goa.
No obstante, históricamente, el Reino de Portugal y el Reino de Inglaterra, y más tarde el moderno Portugal y Reino Unido, nunca han librado guerras entre sí ni han participado en guerras en lados opuestos como estados independientes desde la firma del Tratado de Windsor hace más de seis siglos.