Ciudad Guatemala

Los pilotos más solos que nunca…


Ser piloto de transporte urbano es una de las profesiones más peligrosas en el país. Y son de las profesionales que no tienen ningún tipo de reconocimiento.

  22 enero, 2017 - 16:39 PM
Ser piloto de transporte urbano se ha convertido en una de las profesiones más peligrosas en Guatemala.  Y son de las profesionales que quizás no tienen ningún tipo de reconocimiento de la sociedad.
 
Si uno habla de los pilotos de las camionetas urbanas, solo es para criticarlos, que  son abusivos, que no tienen educación, que son irresponsables, mal hablados, etc. Etc.
 
En realidad, tienen mucha razón. Lo que nadie recuerda es que se trata de una persona que pasa seis, siete, ocho, doce horas sentado frente a un timón, enfrentando a miles de personas con sus propios infiernos, pues no es nada fácil.
 
No lo justifico, tan solo lo hago resaltar para poner todo en su justa dimensión. Ser piloto es una profesión sacrificada y nada complaciente.
 
En los últimos años, ellos han estado sometidos a una nueva dimensión: la violencia diaria a través de diversos grupos que los extorsionan, y el número de víctimas mortales, ya es enorme.
 
Esta semana tuve en el estudio a un piloto de bus, que dejó ya su vida en esta tarea y hoy, ya viejo y cansado, de su voz solo sale la desilución de verse solo frente al peligro.
 
En la entrevista, contó que cada mañana se levanta para dar gracias a Dios que le permite seguir con vida. Sale al trabajo, con igual actitud religiosa, porque solo en ese ser supremo puede confiar.
 
En el hombre, o más bien, en la policía y algunos fiscales del Ministerio Público, pues están más lejos de ayudarlo que si le pidiera ayuda al propio Donald Trump.
 
Incluso, contó que cuando un piloto llega a realizar una denuncia a las estaciones de la PNC, al poco tiempo aparece asesinado: la razón, la misma policía lo denuncia a las maras para que lo sacrifiquen.
 
Además, les piden que sean los pilotos los que tomen fotos de los extorsionadores, o video, y luego se los hagan llegar a los policías. Claro, ni tontos lo harán porque ya saben que aquí hay contubernio entre maras y policía.
 

La realidad es una pesadilla

  
Cada día, en las calles son ya incontables los que han caído por las balas asesinas de las bandas de extorsionadores. Pilotos, ayudantes, y pasajeros, cuyas familias hoy lloran la pérdida de un ser querido.
 
Atrás quedaron aquellos días cuando subir a una camioneta era como una sana aventura de ir viendo desfilar a través de las ventanas las calles y avenidas de las distintas zonas de la capital.
 
Buses viejos en su mayoría, pero seguros en su ruta diaria… Eso ya es historia, porque ni siquiera existían esos que hoy llamamos “brochas”.
 
Guatemala cambió, es el más grande la ciudad, más densamente poblada de Centroamérica, más tráfico, mayor caos. Lo peor: más violencia. Y ser ahora piloto de un bus urbano es una de las profesiones más peligrosas en el país.
 
Eso por hablar de ellos, pero igual suerte pasan cada día los pasajeros que suben con la esperanza de bajar bien, por sus propios pies y no en una camilla o en una mortaja.
Siempre me he preguntado cómo inicia la mañana un piloto de bus? Bueno, se levanta, se baña, desayuna, y se despide de su familia.
 
¿Qué pensamientos inundan esa mente en esos instantes? ¿Qué ritos religiosos realiza antes de abordar su unidad?
 
Esas y muchas preguntas como estas se estrellan en mi mente, porque es difícil ponerse en los zapatos de alguien bajo esas circunstancias.
 
Ese infierno al que están siendo sometidos los pilotos de las unidades de transporte urbano y extraurbano, desde hace ya varios años, es difícil que alguien ajeno a ellos o a sus familias, pueda experimentar.
 
Lo peor de todo esto, es que durante la entrevista con el piloto, explicó que la gran mayoría de ellos, por no decir todos, “alquilan” las camionetas a los verdaderos dueños. Lo hacen por 300 quetzales diarios, alrededor de 9 mil quetzales al mes.
 
Eso sí, los dueños no están involucrados en absolutamente nada que tenga que ver con las extorsiones. Eso es problema de los pilotos y no de ellos.
 
Es más, a los dueños de las camionetas no les importa si el piloto logra alcanzar los 300 quetzales diarios para pagarles el alquiler, ese no es el problema de él, quien se encuentra en casa, sentado, engordando la tripa y la bolsa o más bien, la cuenta en el banco.
 
Porque, ¿saben algo? Durante años, el gobierno les entrega a todos los dueños agrupados en diversas asociaciones de propietarios, un millonario subsidio, que simplemente se embolsan de manera descarada.
 
Han sido muchos gobiernos que esta práctican la realizan, con el pretexto de apoyar a la población que necesita de este servicio. Así, dicen, no se afecta el precio del pasaje. El resultado: una mafia que vive de ese subsidio y que no responde a las necesidades de los usuarios.
 
Dueños, funcionarios y hasta políticos, se han visto beneficiados con esos subsidios millonariosque cada año llegan de nuestros impuestos a estas mafias enquistadas en todo el andamiaje social.
 
Ojalá que en esta área, el Ministerio Público y la CICIG pronto puedan poner en claro lo que ocurre con esos fondos. Que se señale a los culpables (atención Luis Gómez y más de un conocido dirigente político), y todos aquellos que se han beneficiado con el dolor y la muerte de tantas personas inocentes.
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