Ciudad Guatemala

Buscan evitar la extinción de la Monja Blanca, nuestra flor nacional


El Conap, recibió 400 plantas de Monja Blanca, para buscar retornarlas a su hábitat y de esta manera, evitar que se siga extinguiendo la flor nacional.

  24 enero, 2017 - 21:25 PM

El Conap, recibió 400 plantas de Monja Blanca, para buscar retornarlas a su hábitat y de esta manera,  evitar que se siga extinguiendo la flor nacional.

Desde el año dos mil trece, el botánico Fredy Archila ha intentado reproducir in vitro a la Monja Blanca, ya que, únicamente existen ochenta plantas registradas legalmente, a nivel nacional. este proyecto es gracias al financiamiento de Arcas.

Ahora, le toca al Conap cuidarlas y buscarles el lugar adecuado para que puedan crecer y esperar unos cinco años para la primera floración.

La Monja Blanca nuestra flor nacional desde 1934

El botánico Ulises Rojas propuso que la Monja Blanca fuera símbolo nacional durante la exposición internacional de flores de Miami Beach, Florida, 1933, idea compartida con la presidenta de ese festival, Leticia M. Southerland.

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La especialista en orquídeas envió una carta con la propuesta, al general Jorge Ubico, entonces presidente de Guatemala.   El 11 febrero 1934, al día siguiente de recibir el documento, el gobernante emitió un decreto por el cual se declaraba como flor nacional.

En agosto 1946 Juan José Arévalo, presidente del país prohibió la libre recolección y exportación de esta especie, para promover su conservación.
Su nombre común se debe a que en el centro de la flor, un pequeño tallo semeja una monja que está rezando, y al ser blanco su color, fue bautizada como Monja Blanca.

Su nombre científico es Lykaste Skinneri Alba, llamada Monja Blanca desde los primeros años de la conquista española.   Pertenece a la clase monocotiledonea familia de las orquideáceas.

En 1843 se le dio el nombre de Lycaste por su original belleza, nombre de la hija de Priamo, rey de Troya loado por Homero y Virgilio.

Los mayas q’eqchi´, de Cobán la llaman Sak Ijix, mientras otros grupos étnicos conservan hermosas leyendas de su original encanto y la consideran una princesa que por su belleza fue convertida en flor.

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Aunque su número se ha reducido por la destrucción de su hábitat natural, la monja blanca se encuentra entre musgos o helechos polipodium en Alta Verapaz, montes de los Cuhumatanes y serranías de Izabal y Quiché.

En peligro de extinción

Con el descubrimiento de esta flor también inicia su depredación de los bosques de la Verapaz; a finales del siglo XIX se exportaron miles de estas plantas, según consta en documentos históricos.

Otra causa de su destrucción es el aumento de áreas de cultivo, pastizales o viviendas en los bosques nubosos donde crece la especie.

  • Con información de Eduardo Sam Chun.
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