Comparar el coronavirus con un queso suizo podría parecer trivial, pero para el virólogo neozelandés Ian M. Mackay es la analogía perfecta de cómo protegernos frente a él.
“Ninguna medida aislada de prevención que tratemos de implementar para combatir la covid funciona al 100%”, pero cuando “comenzamos a juntar diferentes capas (medidas) creamos una barrera para prevenir ese riesgo”, le cuenta a BBC Mundo.
En su infografía, Mackay muestra cómo cada loncha de queso suizo (medida) tiene sus agujeros (imperfecciones)y cómo combinarlas puede resultar en una mayor protección frente al virus.
“Sabemos, por ejemplo, que las mascarillas son útiles, pero por sí solas no bastan”, señala el científico. “Las vacunas serán una buenísima noticia, pero incluso cuando llegue la primera —en algún momento del próximo año— no resolverá por sí sola la pandemia”.
“Es vital tener en cuenta todas las capas (medidas) en lugar de una sola. Y cada una de ellas tiene sus complejidades. Por ejemplo, no todas las mascarillas son igual de efectivas o se usan adecuadamente, por eso cada una de ella tiene varios agujeros o imperfecciones”.
De acuerdo con el gráfico que propone Mackay, el distanciamiento social es la medida más importante porque es “la clave para frenar la propagación del virus”.
“Un virus respiratorio no puede propagarse entre dos personas que estén muy lejos. Las otras capas pueden variar de orden en función de las circunstancias”, señala el científico.
Además del distanciamiento físico (que incluye la precaución de quedarte en casa si enfermas), Mackay destaca el uso de mascarillas, la higiene de manos y taparse al toser, limitar el tiempo en espacios concurridos, hacer cuarentenas o contar con un sistema de ventilación o filtración de aire (en espacios cerrados).
También se observa una línea que atraviesa los orificios de cada loncha, ¿qué significa?
“Quiere decir que las imperfecciones de varias capas se pueden sumar y dejar pasar el virus —en diferentes situaciones— por eso deben implementarse múltiples medidas que reduzcan el riesgo. Cuantas más capas, más fácil será tapar esos agujeros”, responde el virólogo.
“Si hay varias personas en una habitación bastante cerca entre sí pero la habitación está bien ventilada, tienen menos opciones de contraer el virus que si no hay ventilación”.
“Al implementar múltiples intervenciones, aumentan realmente las posibilidades de que exista el menor riesgo posible de que se propague el virus“.
El modelo del queso suizo fue propuesto originalmente en la década de 1990 por James T. Reason, un investigador de la Universidad de Manchester (Reino Unido), para explicar por qué ocurren fallas y accidentes en sistemas complejos.
Es, en realidad, un método de análisis y gestión de riesgos que nada tiene que ver con las infecciones respiratorias y que se usa ampliamente en sectores como la aviación, la ingeniería y la asistencia sanitaria.
También se conoce como el modelo del efecto acumulativo.
Mackay, quien además de investigador es profesor adjunto en la Facultad de Medicina en la Universidad de Queensland (Australia), cree que la hipótesis de Reason puede servir como “un modelo en evolución y una muy buena manera de mostrar cómo reducir los riesgos” frente al SARS-CoV-2, el virus que causa la covid.
Es un modelo que también puede aplicarse en otros virus que causan enfermedades respiratorias.
“Por la estructura de nuestras sociedades y los hábitos a los que estamos acostumbrados es inevitable que una pandemia de virus respiratorio afecte a muchas personas, incluso con una vacuna. Lo que es seguro es que cuantas más medidas adoptemos, mejor”, asegura.
En su gráfico (actualizado el 24 de octubre) Mackay distingue entre las estrategias de responsabilidad individualy compartida, pues algunas acciones pueden aplicarse a nivel individual (lo que puedes hacer tú, como ponerte una mascarilla) o comunitario (lo que implementan los gobiernos, como establecer confinamientos).
Una de las “capas” más importantes para Mackay dentro del nivel de “responsabilidad compartida” es la que tiene que ver con la información y mensajes de los gobiernos a la hora de comunicar sus medidas.
“La desinformación es un problema que está creciendo en el mundo y necesitamos tomárnoslo en serio. Algunas personas no creen que sea grave, pero yo creo que es un problema creciente, sobre todo por el uso de las redes sociales”, le cuenta a BBC Mundo.
“Algunas teorías (sin evidencia científica) pueden ser propagadas en internet por muchas personas y erosionar cualquiera de esas capas porque cambian lo que la gente piensa sobre las mascarillas y sobre otros elementos”, dice Mackay.
El científico también subraya que si hay mandatos por parte de los gobiernos que, por ejemplo, obliguen a usar mascarilla, mantener la distancia social o evitar los viajes, es importante cumplirlos. “Hacerlo es vital para que la lucha contra la enfermedad sea efectiva”, concluye.