El centro comercial de aspecto un poco avejentado en el barrio de Kovan en Singapur no parecía un lugar obvio para comprar salmón o carne Wagyu.
Y sin embargo, aquí estaban disponibles ambos, en máquinas expendedoras junto a una peluquería y una clínica de diálisis.
Me pregunté distraídamente si podría hacerme con estas máquinas un “surf and turf” (un plato originario de América del Norte que combina productos de mar y carnes rojas) y si sería bueno.
Había una solo forma de descubrirlo.
Opté por un salmón en fetas estilo sashimi y un trozo de carne Wagyu de Australia. La máquina expendedora de ensaladas más cercana era en el próximo barrio, así que dejé los vegetales para otro día.
Las máquinas expendedoras están atravesando un momento de popularidad en Singapur. No solo las de carne de res Wagyu y las de salmón.
Hay máquinas que ofrecen pan, bocadillos de curry, pizza recién hecha, jugo de naranja recién exprimido e incluso cangrejo cocido con chile, un plato popular entre los locales que cuesta cerca de US$60.
Las bebidas y los tentempiés siguen siendo los productos más populares, pero la variedad está aumentando.
Una empresa ha creado una cadena de cafés que sirven platos locales calientes de estas máquinas.
También hay una pequeña cadena de tiendas sin personal, que venden de todo por las expendedoras, desde yesos hasta frijoles horneados.
Un minorista local tiene una máquina expendedora de libros, mientras que otra empresa vende cactus.
La empresa de investigación de mercado Euromonitor dice que los ingresos de las máquinas expendedoras en Singapur crecieron alrededor del 15% (de US$91 millones en 2014 a US$104,5 millones en 2019.
El año pasado se pronosticó que sería malo debido a la pandemia, pero se espera que el crecimiento se reanude este año.
Las razones por las que los empresarios de este rubro están probando nuevos productos son tan variadas como las propias empresas.
Manish Kumar, director gerente de Norwegian Salmon, dice que las máquinas le ofrecen su propio espacio comercial. Eso significa que sus productos congelados no se colocan junto al salmón fresco, que es más popular aquí.
Mervin Tham, uno de los tres fundadores de EasyMeat, cuyas máquinas venden carne de vaca Wagyu, cree que la variedad se está expandiendo porque las barreras para entrar son bastante bajas.
“Es una forma de probar un producto que requiere poco esfuerzo, especialmente si estás iniciando tu propio negocio. Y, en general, existe cierto interés hacia la cultura minorista automatizada que se ve en el extranjero, como en Japón”, dice.
La máquina automático de Norwegian Salmon dispensó mi sashimi en rodajas, que estaba congelado en un paquete sellado al vacío con un sobre de salsa de soja y un pequeño tenedor de madera.
Es un producto tan extrañamente específico que cuando las máquinas comenzaron a aparecer en Singapur me pregunté si podría ser una broma elaborada o un proyecto de arte extraño.
“Mucha gente me ha dicho eso”, dice Kumar.
Aún así, dice que los locales están aceptando la idea. Actualmente, hay 110 máquinas y cree que hay suficientes clientes en Singapur para unas 900.
Y cuantas más máquinas, mejor. La mayoría opera con márgenes reducidos, lo que significa que las ganancias decentes dependen de tener muchas máquinas y suficientes personas para comprar los productos que venden.
Kumar cree que una ciudad compacta y densamente poblada como Singapur es ideal.
En Japón, que tiene más máquinas per cápita que cualquier otro país, la pandemia ha afectado duramente a la industria, principalmente debido a la reducción del tráfico peatonal.
El informe de Euromonitor también predijo una caída significativa para las máquinas de Singapur.
Pero las máquinas expendedoras han jugado un papel clave en la respuesta a la pandemia de Singapur, con el brazo caritativo del fondo soberano del país Temasek instalando 1.200 por toda la isla para dispensar mascarillas gratis.
Kumar cuenta que a sus propias máquinas les fue bien, con ventas que se multiplicaron por 11 durante abril y junio del año pasado, cuando se restringió el movimiento en distintos circuitos de la ciudad.
“Están abiertas 24 horas al día, 7 días a la semana, sin contacto, seguras para comprar, seguras para comer. No es necesario ir a ninguna supertienda. El distanciamiento social está ahí. En seis segundos, obtienes tu producto y te vas”, dice.
Me tomó 30 minutos en un autobús llegar a la máquina expendedora de Wagyu, por lo que el letrero en el costado de la máquina que decía “Wagyu cerca de usted” no era estrictamente cierto.
Pero EasyMeat es una empresa nueva con solo unas pocas máquinas y sus fundadores tienen planes de expandirse.
En una ciudad donde casi todo se puede entregar a domicilio, son muy conscientes de que la conveniencia es siempre un punto de venta clave.
El cofundador Mervin Tham dice que comenzaron el negocio en parte porque todos querían por separado carne Wagyu en rodajas para platos calientes después de la medianoche, y no podían conseguirla.
“A veces, cuando el clima es frío, en las culturas asiáticas te gusta tener un plato caliente. Y a veces te das cuenta de que no tienes Wagyu cuando lo quieres”, dice Tham.
Según él, existe una brecha entre el comercio tradicional y el electrónico. Si el supermercado está cerrado, la alternativa obvia es pedirlo por internet.
Pero a menudo tarda varios días en llegar, es posible que el cliente tenga que esperar en casa durante varias horas para recibir una entrega congelada y puede haber un pedido mínimo. Una máquina expendedora resuelve estos problemas.
La carne Wagyu parece una compra impulsiva inusual, pero Tham dice que los datos de las máquinas muestran que muchos clientes compran después de la medianoche.
“No tengo idea de quiénes son los noctámbulos que salen tarde para conseguir la cenar”, dice.
El salmón y el bistec salieron de la máquina expendedora congelados en recipientes sellados al vacío, así que los dejé descongelar en el camino a casa, y luego durante unas horas más en la cocina.
El salmón no requirió ninguna preparación más allá de sacarlo del empaque.
Pero tuve que cocinar el Wagyu de US$24, una perspectiva un poco desalentadora para un chapucero culinario como yo. Entonces opté por el enfoque más simple posible: ligeramente sazonado y cocido en una sartén con un poco de aceite.
La puntuación del plato fue 7,5 sobre 10, un resultado mejor del que esperaba.
El salmón estaba sabroso, aunque me hubiera gustado un poco de wasabi. El bistec estaba tierno, grasoso y muy sabroso.
Lo cociné demasiado tiempo y mi presentación fue descuidada en el mejor de los casos. Pero difícilmente puedo culpar a una máquina por eso.