200 años de independencia en Centroamérica: identidades de una región olvidada
En vez de celebrar los 200 años de la independencia, una conferencia en Berlín tomó el bicentenario centroamericano como pretexto mirar críticamente hacia la región, con ojos propios y ajenos.
El 15 de septiembre de 2021 es una fecha emblemática para Centroamérica: se cumplen 200 años de independencia de las provincias de la Capitanía General de Guatemala, que tras esta fecha se convirtieron en los Estados de Guatemala, El Salvador, Costa Rica y Nicaragua.
La semana pasada, investigadores de EE. UU., Europa y Centroamérica se reunieron en Berlín para discutir críticamente sobre la historia de la región en los últimos 200 años. “Queremos aprovechar el bicentenario para generar más interés en la región”, explica Carlos Haas, historiador de origen guatemalteco de la Universidad Ludwig Maximilian de Múnich, y uno de los organizadores de esta conferencia.
El evento fue auspiciado por el Ministerio de Asuntos Exteriores en Berlín, e irónicamente se celebró en una enorme sala donde la docena de participantes parecía una referencia visual a una de las regiones más frecuentemente olvidadas por la cobertura mediática y los discursos políticos internacionales.
¿Aprendiendo de Centroamérica?
“En la región, hay muchos temas virulentos que cobran importancia también en otras partes del mundo”, recordó Haas en la primera jornada del evento. “Uno de ellos es el tema de la identidad y de cómo integrar tantas identidades diferentes que existen en Centroamérica. Es una pregunta que también tiene mucha relevancia en Europa, aunque las identidades sean muy diferentes.”
Y, en efecto, fue esta discusión sobre las identidades de la región centroamericana y sus habitantes la que marcó la conferencia. El segundo día, Gemma Givens, fundadora de la organización estadounidense Next Generation Guatemala (o Próxima generación Guatemala), habló de la búsqueda de identidad entre los guatemaltecos y guatemaltecas adoptados.
Givens, quien nació en Guatemala y fue adoptada a temprana edad por una mujer estadounidense, es una de miles de niños y niñas guatemaltecas dadas en adopción durante el conflicto armado interno (1960–1996). Crecieron en el extranjero, sobre todo en EE.UU., Canadá y Europa occidental. Y, muchas veces, sus adopciones se llevaron a cabo en situaciones muy opacas.
“Tenemos dos identidades: una guatemalteca y otra del país donde crecimos, y tenemos el privilegio de poder cambiar de una identidad a la otra en cualquier momento”, dice Givens. “Hasta la fecha, hemos sido nada más que una nota a pie de página en un capítulo sobre la guerra civil en Guatemala, pero eso va cambiando, porque somos parte de este país y queremos reconectar con nuestras raíces.”
Christiane Berth, historiadora de la Universidad de Graz, ofreció otra perspectiva a este tema de la identidad en Centroamérica. “Todos conocemos las conversaciones que tenemos al regresar de las vacaciones, cuando contamos a nuestros amigos y colegas de lo que hemos comido y cómo esto difiere de lo que conocemos de casa”, relata Berth. “En este sentido, la alimentación es algo que define nuestra vida cotidiana y nuestra cultura”, concluye.
Según Berth, al llegar a Centroamérica, los conquistadores españoles hicieron muchos esfuerzos para poder seguir con la alimentación a la que estaban acostumbradas en España. “Tenían miedo de que con una alimentación local se iban a convertir físicamente poco a poco en indígenas”, cuenta la investigadora. Sin embargo, no era sencillo abastecerse con productos del Viejo Continente. Así que, poco a poco, los diferentes estilos de alimentación se mezclaron y se convirtieron en las respectivas cocinas regionales de Centroamérica.
Cocina nacional, contra la idea de la superioridad europea
No obstante, la idea de la superioridad de la comida europea siguió intacta aún después de la independencia en 1821. “Consumir productos europeos fue un rasgo distintivo para ciertas clases sociales en Centroamérica, ya que los alimentos importados eran productos de lujo”, dice Berth.
Al mismo tiempo, la independencia intensificó los intentos para definir una cocina nacional en los diferentes países centroamericanos, para así forjar una identidad nacional. De todas formas, reconoce, eran proyectos de las élites que solían vivir en las grandes ciudades y no se interesaban por las realidades y la cocina de la población indígena.
Como sea, insistió Berth, no existe una identidad nacional o regional uniforme, ni siquiera en la cocina. Son muchas las identidades que hacen diversa a la región centroamericana, y, a veces, difícil de entender.