Sólo el año pasado, más de 1 mil 300 personas murieron en Escocia por uso indebido de drogas, una cifra récord por séptimo año consecutivo.
Kane Duffy, originario de Edimburgo, comenzó a usar heroína cuando tenía 14 años y estuvo bajo prescripción médica de metadona hasta los 30.
Hoy, 14 años después, trabaja como terapeuta especializado en una clínica de rehabilitación escocesa y dice que le devuelve a la sociedad todo lo que gastaron en él.
“Todo el tiempo que me dedicaron los servicios, todo lo que me recetaron, cada vez que la policía tuvo que intervenir en mi vida… Todas estas cosas suman una enorme cantidad de dinero (…). Así que se lo devuelvo a la sociedad a través del trabajo que hago”, le dijo a la BBC.
La suya es una historia de superación, pero hay miles de escoceses con adicciones a los que no les ha ido tan bien como a Duffy.
Sólo el año pasado, más de 1.300 personas murieron en Escocia por uso indebido de drogas, una cifra récord por séptimo año consecutivo.
Tanto expertos como dirigentes locales utilizan la palabra crisis para describir la situación que hace de Escocia la nación europea con más muertes por sobredosis.
Registra, por mucho, una tasa de mortalidad por drogas más alta que cualquier otro país de Europa.
Según cifras del Registro Nacional de Escocia y el Observatorio Europeo de las Drogas, tuvo 318 muertes por drogas por millón de habitantes de entre 15 y 64 años en 2019. Le siguieron, muy por detrás, Suecia y Noruega con 81 e Irlanda con 71 (ver gráfico).
Y el número de muertes relacionadas con las drogas en Escocia no ha parado de aumentar en los últimos 20 años. Hoy es casi tres veces mayor que hace una década, y la tendencia al alza se ha acelerado desde 2013.
Muchos se preguntan cómo esta nación constituyente de Reino Unido, con indicadores económicos por encima del promedio europeo y con una envidiable calidad de vida, llegó a este punto crítico.
Anna Ross, socióloga de la Universidad de Edimburgo y experta en estudios sobre el alcohol y las drogas, puntualiza que nadie lo sabe con exactitud, pero apunta a una de las consecuencias de la desindustrialización que sufrió Reino Unido en la década de 1980 bajo el gobierno de Margaret Thatcher.
“Escocia tiene un porcentaje per cápita más alto de comunidades que fueron desindustrializadas. Sufrimos y muchas comunidades nunca se recuperaron de eso”, le dice a BBC Mundo.
“Tenemos tres o cuatro generaciones que han vivido con el abuso del alcohol y las drogas. También hay que tener en cuenta el psique escocés: tienen más dificultades reconociendo que necesitan ayuda y pedirla”, prosigue.
La tasa de mortalidad por drogas de Escocia es más de tres veces y media mayor que la de Inglaterra y Gales.
Según estadísticas oficiales, los escoceses de las zonas más marginadas tienen 18 veces más probabilidades de morir tras consumir drogas que los menos desfavorecidos.
Y es una brecha que se ha ido ampliando. A principios de siglo, el número de muertes era 10 veces más alto en las zonas marginales de Escocia.
Annemarie Ward, directora de Faces & Voices of Recovery UK, una organización de caridad que trata con personas con problemas de drogadicción, le dice a BBC Mundo que la desigualdad, la pobreza y el desempleo explican en parte “el gran problema de drogas escocés”.
Pero también responsabiliza al sistema de salud, al que califica de “arcaico”, y lamenta que no haya avanzado.
“Obtener una cita en el NHS de Escocia (el sistema regional de salud pública) puede tomar de tres a seis semanas”, asegura.
“El NHS escocés tampoco ofrece medicación sustitutiva, mientras que en Inglaterra te la pueden dar el mismo día”.
Ward señala asimismo que en Escocia no hay suficientes camas destinadas a la rehabilitación y se ha dejado de invertir en servicios de abstinencia.
“Y por último, tenemos un nivel más alto de consumidores de valium, un fármaco cuyo uso se ha expandido por toda la nación escocesa”, añade.
La gran mayoría de las muertes relacionadas con las drogas en Escocia ocurrieron en personas que consumieron más de una sustancia, según el último reporte oficial.
Si bien el uso de opiáceos como la heroína y la metadona son una constante en la mayoría de las muertes, los consumidores suelen tomar un cóctel de drogas.
Y es cada vez más frecuente que este incluya las benzodiazepinas, como el etizolam, psicotrópicos de efecto sedante y a ansiolítico que también se conocen como el “valium callejero” y que se venden por menos de US$1 la unidad.
En 2019 ocurrieron 814 muertes relacionadas con el abuso de drogas en Escocia, 752 de ellas de personas que consumieron un fármaco de ese tipo.
Según los expertos, hay quien se automedica y los consume para tratar síntomas de trastornos psiquiátricos, bajones emocionales y síntomas de abstinencia, y otros lo hacen para aumentar los efectos de otras drogas.
De acuerdo a una publicación oficial de mediados de este año, más del 90% de las muertes por drogas que ocurrieron en Escocia en 2020 se debió a sobredosis accidentales, mientras que un 4% se consideró autoenvenenamiento deliberado.
La socióloga Anna Ross, de la Universidad de Edimburgo, cree que para solucionar el problema las autoridades escocesas deben invertir más en prevención en comunidades menos desfavorecidas y enfocarse en los afectados en estas zonas.
Pero también, según ella, se debería invertir en terapias para curar traumas.
“Ha habido estudios interesantes que apuntan a que otra de las razones puede ser que en la población escocesa hay un nivel alto de traumas, que pueden ser debido a abuso físico o sexual infantil, pobreza, carencias o aislamiento”, explica.
“El trauma es una de las razones por las que la gente cae en el abuso de drogas”.
Annemarie Ward, de Faces & Voices of Recovery UK, considera que antes que nada tiene que haber cambios en el sistema de salud.
“En Inglaterra y en Gales los servicios se enfocan más en la recuperación y rehabilitación, mientras que en Escocia se concentran solo en manejar la afección de las personas y no necesariamente en ayudarlas a mejorar y hacerles seguimiento”, señala.
Algunas de las medidas que han tomado las autoridades escocesas ante la cifra de muertes han causado revuelo.
La semana pasada, la fiscal principal de Escocia, Dorothy Bain, anunció que los consumidores de drogas de clase A (cocaína, heroína, MDMA, etc.) ahora podrían recibir una advertencia policial en lugar de ser procesados.
Los conservadores escoceses criticaron la medida y juzgaron que se trataba de una “despenalización de facto” de sustancias mortales.
Pero Bain insistió en que el creciente número de muertos representaba una “emergencia de salud pública” y que esta reorganización podría ayudar a abordar el problema.
Ross, que ha trabajado como testigo experta en casos judiciales relacionados con las drogas, explica que el elemento criminal del uso de las drogas empuja a la gente hacia la delincuencia.
Para ella, la decisión del gobierno escocés de calificar el uso de drogas de clase A como un delito menor es “un paso en la dirección correcta, pero no solucionará el problema”: a la mayoría de los que consumen drogas no les importa si es un crimen o no, dice.
“Pero al final son los más desfavorecidos los que terminan atrapados en el sistema de justicia penal y no los consumidores de clase media“.