El éxito de la operación ha tenido mucho que ver con las personas que viven cerca del sitio de liberación de peces de Tequila.
Un pequeño milagro vuelve a recorrer los ríos del suroeste de México.
El pez Tequila, “desaparecido” desde 2003, ha sido devuelto a la naturaleza después de haber sido declarado extinto.
“Es solo un pececito, no muy colorido, no hay mucho interés en términos de conservación global”, explica Gerardo García, conservacionista del zoológico de Chester, en Reino Unido.
Sin embargo, el programa que ha reintroducido el pez es un ejemplo de cómo se pueden salvar especies y ecosistemas de agua dulce, uno de los más amenazados de la Tierra, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Y en el proceso ha sido crucial la comunidad local, en Jalisco, México.
El éxito de la operación ha tenido mucho que ver con las personas que viven cerca del sitio de liberación de peces de Tequila, están desempeñando un papel clave al monitorear la calidad del agua de los ríos y lagos.
“Esta es la primera vez que una especie extinta de peces ha sido reintroducida con éxito en México, por lo que es un verdadero hito para la conservación”, dijo Omar Domínguez, de la Universidad Michoacana de México, cuyo equipo lideró el experimento.
“No podríamos haber hecho esto sin la gente del lugar, ellos son los que permiten que la conservación sea a largo plazo”, añadió.
Una asociación entre conservacionistas en México y el Reino Unido que se remonta a décadas ha permitido que se liberen ahora 1.500 peces, que ya se expanden por el sistema fluvial.
Pero el proyecto data de 1998. Ahí es cuando comenzó todo.
Ese año científicos de la Unidad de Biología Acuática de la Universidad Michoacana de México recibieron cinco pares de peces enviados desde el zoológico de Chester, en Reino Unido.
Estos 10 peces fundaron una nueva colonia en el laboratorio de la universidad, que los expertos mantuvieron y expandieron durante los siguientes 15 años.
Antes de devolverlos al río, 40 machos y 40 hembras de la colonia fueron liberados en grandes estanques artificiales en la universidad.
Este paso fue esencial para entrenar a los peces criados en cautiverio a vivir en un entorno salvaje con recursos alimenticios no constantes, potenciales competidores, parásitos y depredadores.
Después de cuatro años, se estimó que esta población aumentó a 10.000 individuos y se convirtió en la fuente de reintroducción a la naturaleza.
“Esto demuestra”, dice Gerardo García, “que los animales pueden readaptarse a la naturaleza cuando se reintroducen en el momento adecuado y en los entornos adecuados”.