Durante la Guerra Fría, la tercera potencia nuclear del planeta -después de Estados Unidos y Rusia- no eran Reino Unido, Francia o China, sino Ucrania.
Y con el colapso de la Unión Soviética (URSS) en 1991, la nueva nación independiente heredaría alrededor de 3.000 armas nucleares dejadas por Moscú en su territorio.
Tres décadas después, Ucrania está desnuclearizada.
Y el asunto vuelve a la palestra ahora que el país se encuentra en una delicada posición tras la invasión de Rusia iniciada el 24 de febrero, con Vladimir Putin amenazando con reaccionar ante cualquier injerencia de las potencias de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) en el enfrentamiento.
Pero, ¿qué ha sucedido en las últimas décadas para que Ucrania pasara de ser una de las mayores potencias nucleares del mundo a ser un país invadido por su vecino?
A esta pregunta histórica se suman otras interrogantes actuales: ¿habría ayudado la presencia de estas armas en territorio ucraniano a impedir la invasión? ¿Existe el riesgo de un conflicto nuclear en la guerra actual? Y finalmente, ¿es cierto que Ucrania ha intentado adquirir armas nucleares, como alega Rusia?
En 1990, Ucrania decidió renunciar a las armas nucleares que quedaban en su territorio a cambio de seguridad y reconocimiento como país independiente.
Todo quedó pactado a través del Memorándum de Budapest, un acuerdo firmado entre el gobierno de Ucrania, Rusia, Reino Unido y Estados Unidos tras el fin de la URSS.
En el documento, firmado en 1994 en la capital húngara, Ucrania se comprometió a adherirse al Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP) y devolver a Moscú las ojivas dejadas en su territorio.
“Con el fin de la URSS, parte del arsenal de armas nucleares soviéticas quedó en varios países de Europa del Este, y en Occidente existía la preocupación de que pudieran perderse o utilizarse indebidamente, poniendo en riesgo a Europa”, le dice a la BBC Vicente Ferraro Jr., politólogo e investigador del Laboratorio de Estudios Asiáticos de la Universidad de São Paulo (USP).
A cambio de la desnuclearización de Kiev, los gobiernos de Rusia, Estados Unidos y Reino Unido se comprometieron a “respetar la independencia, la soberanía y las fronteras existentes de Ucrania” y “abstenerse de la amenaza o el uso de la fuerza” contra el país.
Las prerrogativas eran muy importantes para el gobierno ucraniano en ese momento, ya que el país solo obtuvo su independencia definitiva en 1991 y todavía luchaba por el reconocimiento internacional después de la era soviética.
Para 1996, Kiev había entregado todas las armas soviéticas que estaban en su territorio.
El memorándum también fue firmado por Bielorrusia y Kazajstán, con las mismas condiciones acordadas por el gobierno ucraniano.
Ucrania alega que Rusia violó el tratado por primera vez en 2014, cuando invadió y anexó Crimea, la región en el este del país donde se encuentran la base naval rusa en Sebastopol y la Flota del Mar Negro.
El gobierno ucraniano también afirma que las condiciones del entendimiento fueron violadas cuando ese mismo año el Kremlin apoyó a los grupos separatistas que lideran rebeliones en las provincias de Donetsk y Luhansk, en la frontera este de su territorio.
El conflicto en la región ya ha dejado más de 14.000 muertos.
Desde que se hizo patente la amenaza de una invasión rusa al territorio ucraniano a comienzos de 2022, el gobierno de Ucrania, encabezado por el presidente Volodymyr Zelensky, invocó una vez más el Memorándum de Budapest.
Pero no hubo tiempo para consultas.
La invasión rusa se inició el 24 de febrero, con ataques a la infraestructura militar ucraniana en todo el país y convoyes rusos que llegaron desde varias direcciones.
Después del último discurso del líder ucraniano sobre el Memorándum, el presidente ruso Vladimir Putin procedió a usar las palabras de Zelensky para justificar sus acciones.
El mandatario ruso indicó en un discurso que Ucrania abandonaba el pacto con la intención de desarrollar un arsenal nuclear con la ayuda de Estados Unidos.
Según él, el país estaba planeando acciones agresivas y, por lo tanto, representaba un riesgo mucho mayor para la población rusa.
“Las declaraciones de Putin son totalmente falsas. No hay ningún interés por parte de EE.UU. en armar o ver a Ucrania armada con armas nucleares”, explica Alexander Lanoszka, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Waterloo (Canadá) y experto en seguridad nuclear.
“Ucrania recibió garantías de seguridad después de abandonar el tercer arsenal nuclear más grande del mundo. Ya no tenemos estas armas, pero tampoco tenemos seguridad”, dijo Zelensky en un discurso el pasado 19 de febrero.
“Desde 2014, Ucrania ha intentado tres veces convocar consultas con los Estados firmantes del Memorándum de Budapest, pero sin éxito. Hoy, Ucrania lo hará por cuarta vez. Por última vez”, agregó.
Incluso antes de que se aprobara el Memorándum de Budapest, miembros de la élite política ucraniana y expertos en política internacional hablaban sobre la posibilidad de que se violara el acuerdo por parte de alguno de los firmantes.
Volodymyr Tolubko, un excomandante militar elegido para el parlamento ucraniano, argumentó en una sesión de la Legislatura en 1992 que la idea de que Ucrania se desnuclearizara por completo a cambio de la promesa de seguridad era “romántica y prematura”.
Según él, el país debería quedarse con al menos algunas de las ojivas soviéticas, que servirían para “disuadir a cualquier agresor”.
Con la última invasión rusa, el debate ha resurgido, con funcionarios gubernamentales y analistas políticos que argumentan que Ucrania podría haber evitado la incursión si hubiera tenido armas nucleares a su disposición.
Ferraro Jr., de la USP, explica que, de hecho, existe la creencia entre algunas naciones de que un arsenal nuclear puede ser útil para disuadir ataques extranjeros.
“Hay un concepto defendido por algunos en el área de Relaciones Internacionales que se llama disuasión nuclear o paz nuclear. Según él, los países que tienen un arsenal nuclear tienen menos riesgo, no porque realmente puedan usar sus armas, sino porque las usan como garantía o amenaza ante cualquier intento de ataque”, dice.
“Los partidarios de estas ideas a menudo usan el ejemplo de la Guerra Fría para fundamentar sus argumentos, porque en ese momento Estados Unidos y Rusia nunca tuvieron un conflicto directo y se detuvieron ante las amenazas”.
Expertos advierten, sin embargo, que la presencia de armas nucleares está lejos de representar una garantía o la percepción de la paz.
“Los conflictos que involucran a las potencias nucleares son siempre más peligrosos y tensos, como es el caso del enfrentamiento entre Pakistán e India que se prolonga desde hace años”, señala Ferraro Jr.
Para Alexander Lanoszka, los argumentos esgrimidos por la élite ucraniana no tienen sentido porque Kiev nunca tuvo el control del armamento instalado en su territorio tras la Segunda Guerra Mundial.
“Ucrania solo tenía el control físico de estas armas, pero no el operativo. No tenían los códigos de acceso y los detalles críticos para operarlas”, dice el investigador.
Andrew Futter, profesor de política internacional en la Universidad de Leicester (Reino Unido), también señala que mantener el arsenal en Kiev hubiese significado riesgos futuros.
“Aunque Ucrania ahora tiene una industria de energía nuclear, convertirla en un programa de armas nucleares incurriría en costos políticos y financieros significativos”, agrega.
Aunque Kiev se ha desnuclearizado, la invasión de las fuerzas rusas en Ucrania ha reavivado los temores de una confrontación nuclear en Europa.
Putin ha dejado claro en sus discursos que responderá con agresividad si alguno de los miembros de la OTAN, alianza militar encabezada por Estados Unidos y las mayores potencias europeas, decide interferir en el enfrentamiento.
Además, puso a las fuerzas de disuasión de Rusia en “alerta especial”.
En una conversación con funcionarios militares, el presidente ruso dijo que las potencias mundiales habían realizado “acciones hostiles” hacia Rusia e impuesto “sanciones ilegítimas”.
Sin embargo, cambiar al estado de alerta no significa que haya una intención real de usarlas.
Según expertos en política y seguridad nuclear, no hay razón para entrar en pánico en este momento.
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ha dicho que no tienen tropas en Ucrania y que no existen planes de enviarlas.
Para él, el anuncio de Putin sobre la “alerta especial” es “peligroso” e “irresponsable”.
Una posición similar fue expresada por el gobierno de los Estados Unidos y la Unión Europea.
Hasta ahora, al parecer, la alianza militar solo consideraría una intervención militar en caso de una amenaza rusa contra uno de sus estados miembros.
Según el artículo 5 de la OTAN, la organización está obligada a defender a cualquier estado miembro que sea atacado.
Pero varios países del llamado Pacto de Varsovia -la extinta alianza de países comunistas creada por la Unión Soviética como contrapeso militar a la OTAN-, como Hungría, Rumania, República Checa y Polonia, sí lo están.
“Putin dijo que cualquier interferencia externa en el conflicto, o cualquier acción contra Rusia, generaría una fuerte respuesta. Entre líneas, hay una amenaza nuclear”, dice Lanoszka.
“Pero hay un interés común en todas las partes de restringir este conflicto a Ucrania. Por lo tanto, me sorprendería mucho si se usaran armas nucleares en este momento”.
Según Ferraro Jr., incluso en caso de un ataque ruso contra otras ex repúblicas soviéticas que ahora forman parte de la OTAN, como Estonia, Letonia y Lituania, es posible que las dos partes prefieran minimizar los riesgos.
“Así como Occidente y la OTAN evitan el conflicto directo en Ucrania, Rusia también evitaría la confrontación en el resto de Europa del Este”, reflexiona.
Para Futter, tampoco hay indicios de que Moscú tenga la intención de usar sus armas nucleares contra Ucrania.
“No veo ninguna razón por la que Moscú usaría armas nucleares contra Ucrania. No solo porque cualquier material radiactivo tan cerca de su frontera podría ser peligroso, sino también porque probablemente no quieran destruir el país y la población ucraniana, ya que su plan parece ser incorporar el territorio a Rusia”.
Larlecianne Piccolli, investigadora especializada en armas estratégicas y política de seguridad y defensa de Rusia y directora del Instituto Sudamericano de Política y Estrategia (Isape), escribió en su perfil de Twitter que la elevación de la alerta por parte de Putin tiene como principal objetivo intimidar a Ucrania y forzarlo a la mesa de negociación, algo que ya está en marcha.