Ciudad Guatemala

“Te quiero, mamita”: Las emotivas palabras de despedida del esposo y padre de las víctimas del socavón en Villa Nueva


Pobladores de Patachaj le dieron el último adiós a madre e hija que murieron al caer en un socavón en Villa Nueva.

  01 octubre, 2022 - 21:56 PM

“¿Por qué nos pasó esto? Vivimos momentos tan felices. Te quiero mamita”, fueron las últimas palabras de Adolfo Mejía hacia al féretro donde se encontraba el cuerpo de su esposa, Olga Choz, quien junto con su hija, Hellen Mejía murieron luego de caer en el socavón de la Calzada Concepción, en la zona 6 de Villa Nueva el pasado sábado.

Este 1 de octubre fueron enterradas en el cementerio de su natal Patachaj, San Cristóbal Totonicapán, Totonicapán, entre una multitud de vecinos que llegaron al camposanto.

Culto y música

Una carpa fue instalada a un costado de la casa donde Adolfo Mejía nació, para cubrir a los comunitarios del sol que se interrumpe por momentos debido al clima frío y la niebla. Mientras tanto, los familiares de las victimas permanecen al lado de los féretros, a la vez que los vecinos expresan sus condolencias.

Se lleva a cabo un culto para orar por las victimas, lo que da paso a un grupo musical que dedica algunas canciones.

El reloj marca las 13 horas, lo que significa que llegó la hora del almuerzo. Todos los comunitarios que llegaron son invitados a un plato de caldo de res.

Como parte de las costumbres, colocan un plato de la comida en cada uno de los féretros, y a su lado un plato para que los comunitarios coloquen ofrendas.

Son las 14 horas y es momento de que los féretros sean traslados a la vivienda de la familia de Olga Choz, pero antes cada uno de los vecinos pasa a despedirse.

Pero el primero en hacerlo es Adolfo Mejia y sus dos hijos de 13 y 18 años. “Te quiero mamita, tenías muchos planes”, fueron las palabras de Adolfo al féretro de su hija, Hellen Mejía, de 14 años. Luego se dirige hacia el féretro de su esposa para despedirse.

Ambos féretros salieron en multitud a bordo de dos vehículos y acompañados por cientos de vecinos para dirigirse hacia la vivienda de los familiares de Choz, pese a la fuerte lluvia que cayó sobre la comunidad.

“Es triste, pero nos sentimos mejor porque acá están los cuerpos de mi nuera y mi nieta. No es lo mismo a que estén olvidadas”, dice Santos Mejía, padre de Adolfo quien atiende a los vecinos que deciden llegar a la velación.

Entierro

En el Cementerio de Patachaj, decenas de comunitarios esperaron por más de una hora la llegada de los cuerpos para el entierro.

“Traigan la ropa”, gritan quienes están a cargo del entierro, ya que en la región se acostumbra inhumar a las personas acompañados de sus pertenecías.

Una corona (por los 15 años de Hellen, que cumpliría el 9 de octubre), zapatos, huipiles y otros objetos fueron enterrados junto con los féretros, mientras familiares lloraban a un costado con el sonido de la banda musical.

Actividad económica

Patachaj es una comunidad ubicada en San Cristóbal Totonicapán, Totonicapán, a 215 kilómetros de la Ciudad de Guatemala.

Está conformada por 24 parajes, uno de ellos Chuipatachaj, de donde son originarios los esposos Mejía Choz, y se estima que hay unas 75 familias.

Salieron de este lugar hace 20 años en búsqueda de mejores oportunidades y se establecieron en la capital, según relata Adolfo Mejía mientras permanece al lado del féretro con el cuerpo de su hija.

En el lugar la cosecha de maíz, la confección de huipiles, el comercio y la migración hacia Estados Unidos o a la capital representan las principales fuentes de ingreso de los vecinos de la comunidad, asegura Antonio Mejía, familiar de las victimas y quien en el 2007 migró hacia Estados Unidos pero regresó en el 2018.

Con lo ganado en 11 años en Estados Unidos, por medio de la cocina mexicana, asegura que hoy logró establecer 4 comedores de este tipo de comida, además de construir su hogar.

En el sector es común ver viviendas en proceso de construcción, principalmente con segundos niveles, que se logran por medio de las remesas.

La albañilería es otro oficio que aporta ingresos a las familias.

Raymunda Sorín, tiene 75 años. Hace poco se trasladó a vivir a cercanías de la comunidad. Asegura que hoy sobrevive con el dinero que le envían sus hijos desde Estados Unidos.

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