El hospital universitario de Leeds es sede de la Unidad de Trasplante de Manos de Reino Unido y el único proveedor de este tipo de cirugía compleja en el país.
El 27 de diciembre de 2012 se llevó a cabo el primer trasplante de mano de Reino Unido. Una década después, hablamos con el paciente y su pionero cirujano.
“Muchos pacientes dicen que después de la cirugía las cosas pequeñas son las más significativas para ellos”, dice el profesor Simon Kay OBE, cirujano plástico consultor.
“Poder cepillar el cabello de una hija, sacar dinero de un bolso o abrir el grifo y llenar un vaso de agua. Volver a sentirse completos”.
O, en el caso de Mark Cahill, salvarle la vida a su esposa después de que ella sufriera un ataque al corazón.
El hospital universitario de Leeds es sede de la Unidad de Trasplante de Manos de Reino Unido y el único proveedor de este tipo de cirugía compleja en el país.
Ahora también se le considera uno de los pioneros en servicios de trasplante de manos en el mundo, un área de la medicina que habría parecido inverosímil hace solo unas décadas.
Algunos pacientes que han transitado por los pasillos de este hospital durante la última década, perdieron sus manos o extremidades debido a accidentes. Otros debido a condiciones médicas como sepsis o esclerodermia.
Mark Cahill es el paciente ejemplar de esta unidad médica. En 2012 y después de sufrir durante años de gota, su mano derecha se infectó al punto de requerir una amputación.
Él le dice “profe” al profesor y cirujano Simon Kay, una expresión que refleja la familiaridad que se ha creado entre ambos a través de los años.
“Mi madre había visto al profesor Kay en la televisión diciendo que iba a hacer trasplantes de manos”, recuerda Cahill.
“Me las arreglé para conseguir una consulta con él y me dijo que yo era un candidato ideal. Lo hablé con mi familia y decidí hacerlo: ‘tiene que ser mejor que lo que tengo’, y en efecto lo ha sido”.
Cuando Kay toma la mano de su paciente e inspecciona su trabajo, la conexión y el orgullo son evidentes para todos.
Fuente: Leeds Teaching Hospitals NHS Trust
Cahill pasó por el bisturí del cirujano solo después de intensas entrevistas psicológicas. “Ponen a prueba tu estado psicológico para ver si eres apto”, dice.
Un día después de Navidad, finalmente llegó la llamada que él y su familia habían estado esperando.
“Dijeron, ‘¿puedes venir?’. Explicaron que podría pasar un tiempo en el hospital mientras hacían las pruebas para ver si era apto. Todo tipo de cosas pasan por tu mente: ¿tendrá éxito, me gustará? No sabes estas cosas hasta después de la operación…”.
Para él, la decisión de hacerse el trasplante fue una obviedad. El equipo quirúrgico se puso en contacto con cirujanos en Francia que realizaron el primer trasplante de mano en 1998.
“Me pusieron a dormir y me desperté con una mano nueva”, dice Cahill, quien se sometió al trasplante al día siguiente.
“Recuerdo que me desperté en la unidad de cuidados intensivos y el profe entró y dijo: ‘echemos un vistazo’.
“Podía mover mis dedos un poco y el profe dijo: ‘No hagas eso todavía’. Así que pensé, ‘ya está funcionando’. Es increíble que se haya movido tan rápido”.
Siguieron meses de fisioterapia. “Fue difícil al principio”, recuerda. “Tus nervios tardan mucho en volver a crecer y sin ellos tus movimientos y sensaciones no están del todo ahí”.
La operación le cambió la vida porque le devolvió su independencia.
“Solía tener que pedirle a la gente que hiciera las cosas por mí. Manejar, por ejemplo, puedo manejar con la mano derecha, lo que lo hace mucho más fácil”, cuenta.
También resultó ser un salvavidas cuando, en 2016, su esposa, Sylvia, sufrió un infarto. “Murió durante 19 minutos y durante al menos 10 de ellos la mantuve con vida con compresiones cardíacas usando mi mano derecha”.
Dice que siempre estará agradecido con el equipo. “Han sido absolutamente fantásticos”.
“La vida está bien ahora. Es genial”.
El profesor Kay también mira hacia el pasado con orgullo.
“En 10 años, hemos pasado de realizar lo que se consideraba una cirugía pionera a establecer este servicio como accesible, bien coordinado y como una de las dos unidades más importantes del mundo”, explica.
“El nivel de experiencia y calidad de la atención de este equipo es excepcional y, por supuesto, nuestras cirugías no serían posibles sin el coraje y la generosidad de los donantes y sus familias.
“Su contribución nos ha permitido cambiar vidas, trabajar en este campo es un privilegio”.
Sin embargo, 10 años después de aquella primera cirugía, la donación de mano sigue sin ser una opción que se pueda seleccionar en el registro de donantes.
“Necesitamos donantes”, dice Cahill. “Para las enfermeras es una pregunta muy difícil de hacer a las personas [familiares autorizados]”.