La tierra debajo de la ciudad de Nueva York se está hundiendo en parte debido a la enorme masa de todos sus edificios, y no es la única ciudad costera que se enfrenta a este destino.
A medida que los niveles del mar aumentan y se encuentran con estas junglas de concreto, ¿hay posibilidades de salvarlas?
El 27 de septiembre de 1889, los trabajadores dieron los últimos toques al edificio Tower. Era una construcción de 11 pisos que, gracias a su estructura de esqueleto de acero, se considera el primer rascacielos de la ciudad de Nueva York.
El edificio Tower ya no existe, su lugar privilegiado en Broadway fue ocupado en 1914, pero su construcción marcó el comienzo de una fiebre inmobiliaria que sigue sin cesar.
A lo largo y ancho de los 777 km² que conforman la ciudad de Nueva York se encuentran aproximadamente 762 millones de toneladas de concreto, vidrio y acero, según estimaciones de investigadores del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés).
Si bien esta cifra involucra algunas generalizaciones sobre los materiales de construcción, esa prodigiosa carga no incluye los accesorios, los muebles ni el equipamiento de esos millones de edificios. Tampoco incluye la infraestructura de transporte que los conecta, ni a los 8,5 millones de personas que los habitan.
Todo ese peso está teniendo un efecto extraordinario en el terreno sobre el que se construye.
Según un estudio publicado en mayo, ese suelo se está hundiendo entre 1 y 2 mm por año, en parte debido a la presión ejercida por los edificios de la ciudad.
Y eso preocupa a los expertos: al sumar el hundimiento del suelo con el aumento de los niveles del mar, la elevación relativa del nivel del mar es de 3 a 4 mm por año.
Puede que no parezca mucho, pero a lo largo de unos pocos años, esto se traduce en problemas significativos para una ciudad costera.
Nueva York ha estado sufriendo hundimientos desde el final de la última era glacial.
Al haberse liberado del peso de las capas de hielo, algunas áreas en la costa este se han estado expandiendo, mientras que otras partes del litoral, incluida la zona en la que se encuentra la ciudad de Nueva York, parecen estar asentándose.
“Esa relajación causa el hundimiento”, dice Tom Parsons, geofísico investigador del Pacific Coastal and Marine Science Center del USGS en California, y uno de los cuatro autores del estudio.
Pero el enorme peso del entorno construido de la ciudad empeora este hundimiento, afirma Parsons.
Y esto es un fenómeno global.
La ciudad de Nueva York, según Parsons, “puede considerarse como representante de otras ciudades costeras en EE.UU. y en el mundo que tienen poblaciones en crecimiento debido a la migración, que experimentan urbanización asociada y se enfrentan al aumento del nivel del mar”.
Existen diversas razones por las cuales las ciudades costeras se están hundiendo, pero el peso de la infraestructura humana sobre el terreno desempeña un papel importante.
La escala de esta infraestructura es vasta: en 2020, la masa de los objetos creados por el ser humano superó a la biomasa viva.
¿Se puede hacer algo para impedir que estas ciudades que, en conjunto, son el hogar de cientos de millones de habitantes, se hundan en el mar?
Algunas ciudades alrededor del mundo, como Yakarta, la capital de Indonesia, se están hundiendo mucho más rápidamente que otras.
“En algunas ciudades, estamos viendo hundimientos de unos pocos centímetros al año”, dice Steven D’Hondt, profesor de Oceanografía en la Universidad de Rhode Island en Narragansett.
A este ritmo, la ciudad se está hundiendo mucho más rápido de lo que los niveles del mar están subiendo para encontrarse con ella. “Tendríamos que aumentar la fusión de hielo en un orden de magnitud para igualar eso”.
Además de ser coautor del estudio sobre Nueva York, D’Hondt es uno de los tres autores de un estudio de 2022 que utilizó imágenes satelitales para medir las tasas de hundimiento en 99 ciudades costeras de todo el mundo.
“Si el hundimiento continúa a las tasas recientes, estas ciudades se enfrentarán a eventos de inundaciones graves mucho antes de lo proyectado”, escribieron D’Hondt y sus colegas Pei-Chin Wu y Matt Wei, ambos de la Universidad de Rhode Island.
El sudeste asiático apareció con frecuencia en la lista de ciudades que sufren el hundimiento más rápido. Partes de Yakarta se están hundiendo entre 2 cm y 5 cm por año.
Además de Yakarta, que está siendo reemplazada como capital de Indonesia por una ciudad que se está construyendo a 1.996 km de distancia, figuran Manila (Filipinas), Chittagong (Bangladesh), Karachi (Pakistán) y Tianjin (China).
Estas ciudades ya están sufriendo daños en su infraestructura e inundaciones frecuentes.
Mientras tanto, aunque no está en la costa, la Ciudad de México se está hundiendo a un ritmo sorprendente de 50 cm (20 pulgadas) al año debido a que los españoles drenaron los acuíferos subyacentes cuando la ocuparon como colonia.
Las investigaciones han sugerido que podrían pasar otros 150 años (es decir, alrededor de 30 metros de bajada adicional) antes de que ese hundimiento se detenga,.
Pero son las ciudades costeras las que son el foco del estudio realizado por D’Hondt y sus colegas.
Una gran parte de Semarang, en Indonesia, por ejemplo, se está hundiendo entre 2 y 3 cm al año, mientras que un área significativa en el norte de la bahía de Tampa, Florida, se está hundiendo a razón de 6 mm anuales.
Un cierto nivel de este hundimiento ocurre de forma natural, señala Wei.
Sin embargo, puede acelerarse en gran medida debido a la actividad humana, no solo por la carga de nuestros edificios, sino también por la extracción de aguas subterráneas y la producción de petróleo y gas en profundidad.
La contribución relativa de cada uno de estos fenómenos, explica Wei, “varía de un lugar a otro, lo que dificulta la comprensión y el abordaje del hundimiento costero”.
Pero debemos abordarlo. Las aguas crecientes causan daños mucho antes de que las barreras de inundación se empiecen a romper: es una marea creciente la que hunde todos los barcos.
Los primeros efectos de un aumento relativo del nivel del mar, según D’Hondt, ocurren por debajo de la superficie.
“Tienes líneas de servicios públicos enterradas, infraestructura enterrada, cimientos enterrados de edificios, y luego, el agua marina comienza a interactuar con esos elementos mucho antes de que los veas sobre la superficie”.
A medida que esto sucede, las tormentas llevan agua cada vez más dentro de las ciudades.
Las soluciones varían según las causas locales del hundimiento.
Un enfoque obvio, aunque con sus propios problemas, es detener la construcción.
Como explica Parsons, el asentamiento del suelo debajo de los edificios “generalmente se completa uno o dos años después de la construcción”.
Aunque gran parte de la ciudad de Nueva York tiene una base rocosa de esquisto, mármol y gneis, estas rocas tienen un grado de elasticidad y fracturas que contribuyen a parte del hundimiento.
Sin embargo, el suelo rico en arcilla y los materiales de relleno artificial que son particularmente frecuentes en el bajo Manhattan pueden causar algunas de las mayores cantidades de hundimiento, señalan Parsons y sus colegas.
Es por esto que asegurarse de que los edificios más grandes se ubiquen sobre el lecho rocoso más sólido podría ayudar a reducir la tendencia descendente.
Otra solución, al menos para algunos lugares, es reducir la extracción de aguas subterráneas y la explotación de acuíferos subterráneos.
Parsons y sus colegas advierten de que el aumento de la urbanización probablemente incrementará la cantidad de agua subterránea extraída y se combinará con una mayor construcción para hacer frente al crecimiento de la población.
Encontrar formas más sostenibles de satisfacer las necesidades de agua de la ciudad y mantener los niveles de agua subterránea podría ser de ayuda.
Sin embargo, el método más común es un programa engorroso e imperfecto de construcción y manutención de defensas contra inundaciones, tales como malecones.
La adaptación de Tokio a los hundimientos del terreno es de doble enfoque.
La ciudad ha construido estructuras físicas como diques de concreto, malecones, estaciones de bombeo de agua y compuertas de inundaciones.
Se combinan con medidas sociales como ejercicios de evacuación y un sistema de alertas tempranas.
A veces son los propios residentes los que toman medidas.
Un estudio de 2021 documentó cómo los residentes de Yakarta, Manila y Ciudad Ho Chi Minh han tomado medidas propias, tales como subir los pisos, mover electrodomésticos y construir puentes improvisados entre casas en áreas pantanosas, como se hace en Manila.
Otras herramientas útiles incluyen los tanques de atenuación: grandes tanques que se sitúan bajo tierra y liberan el agua de lluvia a un ritmo controlado y lento.
Martin Lambley, experto en drenaje de la empresa fabricante de tuberías Wavin, dice que los tanques de atenuación deben combinarse con elementos naturales como estanques, pozos de infiltración (depósitos rocosos por los que el agua se drena lentamente) y zanjas (cuencas pantanosas).
“Los desafíos a los que nos enfrentamos hoy difieren drásticamente de cuando se introdujeron por primera vez los sistemas de alcantarillado y drenaje urbano”, dice.
Es posible que veamos soluciones más innovadoras a medida que las aguas suban. En 2019, la ONU celebró una mesa redonda sobre ciudades flotantes, que podrían adoptar la forma de estructuras de pontones.
Por último, detener el cambio climático eliminando las emisiones de gases de efecto invernadero evitaría o retrasaría al menos parte de la fusión de los casquetes glaciares, frenando así el aumento del nivel del mar.
“Creo que los gobiernos deben preocuparse”, dice D’Hondt. “Si no quieren tener grandes pérdidas de infraestructura y capacidad económica en unas pocas décadas, deben comenzar a planificar desde ahora mismo“.