En América Latina existen más de 420 millones de teléfonos inteligentes conectados a internet y a muchos de sus dueños les costará dejarlos de lado cuando se sienten a comer en familia estas fiestas.
Una mesa con comensales que le hacen más caso al teléfono que al resto de invitados se ha vuelto una escena tan común, tanto que incluso el papa Francisco ha tocado el tema varias veces. La más reciente, el domingo pasado, cuando se dirigió a los niños en una oración en la plaza de San Pedro, en el Vaticano.
“La Sagrada Familia, Jesús, José y María, rezaba, trabajaba y se comunicaba entre ellos y yo me pregunto: ¿tú en tu familia sabes comunicarte o eres como esos niños que, cada uno con su celular, están chateando sentados a la mesa?”
“Debemos reanudar la comunicación en la familia“, pidió.
Si eres de los que quieren mantener a sus invitados menos concentrados en las pantallas de sus teléfonos y más atentos a lo que sucede en la mesa, BBC Mundo te da algunas ideas para lograrlo.
Uno de los consejos más comunes es el de acordar con los invitados que no se usará el móvil durante la comida. Pero siempre hay alguien que se olvida del trato o quien hace trampa, y reprenderlo puede crear un momento incómodo en la velada.
Tener la mesa con más pantallas que interacción entre comensales se ha vuelto un malestar lo suficientemente compartido para que empiecen a salir al mercado productos para prevenir estas situaciones.
Uno de ellos es la prisión para celulares, una pequeña cárcel en la que los invitados dejan encerrados sus teléfonos antes de sentarse a comer. El anfitrión guarda la llave y no la saca hasta terminada la reunión.
Existen varias marcas que se venden en tiendas y en internet, así como otras versiones que funcionan con el mismo principio.
Por ejemplo, se pueden encontrar en el mercado cajas fuertes para celulares y hasta contenedores con temporizador donde se guarda el teléfono y que se vuelven imposibles de abrir antes de que se haya cumplido el tiempo determinado.
Un juego que se hizo popular esta década fue el del phone stacking o “apilar los celulares”. Consiste en que todos pongan sus teléfonos en el medio de la mesa y, el primero que estire la mano para usar el suyo será quien deba pagar la cuenta.
Para aplicarlo en casa, donde no hay cuentas, se puede poner una especie de “multa” al infractor. El dinero se puede ingresar en una alcancía y ser utilizado en alguna actividad familiar una vez que se haya alcanzado una buena suma.
Si la adicción al celular es muy fuerte y no consigues que tus invitados acepten apilar sus teléfonos o meterlos entre rejas, puedes recurrir a una medida menos drástica como acordar pequeñas pausas para revisar sus dispositivos.
Así como en clase hay recesos para que quien desee vaya al baño o en las reuniones de trabajo se determinan descansos para ir a servirse un café o fumar un cigarrillo, puedes convencer a tus invitados de mantener el celular alejado de la mesa excepto durante pequeñas pausas en las que estará permitido mirarlos.
De esta forma, no tendrán que pasar tanto tiempo sin consultar sus redes sociales o enviar mensajes, pero a la vez tendrán el tiempo suficiente para integrarse a la conversación e interactuar con el resto de invitados.