No tiene boca, ni estómago, ni ojos, pero sí puede detectar alimento y digerirlo. Tampoco tiene brazos ni patas, pero puede moverse y en un solo día duplicar su tamaño.
Es capaz de aprender y transmitir su conocimiento a otros aun sin tener cerebro. Si es cortado por la mitad, tiene la capacidad de sanar en dos minutos.
Los científicos saben que no es una planta, ni un animal ni un hongo, aunque actúa como una mezcla de estos dos últimos. Y en su mundo no hay machos ni hembras, sino 720 sexos diferentes.
Se trata del physarum polycephalum, que literalmente quiere decir “moho de muchas cabezas” el cual es apodado “blob” y será puesto en exhibición en el Parque Zoológico de París, Francia, a partir de este fin de semana.
“El blob es realmente una de las cosas más extraordinarias que viven en la Tierra hoy en día”, dijo el director del Zoológico de París, Bruno David, quien considera a la criatura como “uno de los misterios de la naturaleza”.
“Ha estado aquí durante millones de años, y todavía no se sabe muy bien lo que es. No se sabe muy bien si se trata de un animal, si se trata de un hongo o si es algo entre los dos”, añadió.
El sobrenombre de “blob” viene por una película de ciencia ficción de 1958, The Blob, protagonizada por un joven Steve McQueen en el que una forma de vida alienígena, el “blob”, consume todo a su paso en una pequeña localidad de Pensilvania, EE.UU.
El p polycephalum ya existía en la Tierra 500 años antes de los seres humanos.
Durante mucho tiempo fue considerado un hongo, pero en la década de 1990 un estudio lo reclasificó en el grupo de los mixomicetos, o moldes de baba, una subcategoría de la familia ameba.
Su aspecto se asemeja a una esponja resbaladiza y generalmente es de color amarillo, pero también hay variedades en rosa, blanco y rojo.
Se compone de una sola célula, a veces con muchos núcleos que pueden replicar su ADN y dividirse.
Es hallado frecuentemente en sitios donde hay descomposición de hojas y troncos de árboles, sitios que son frescos y húmedos.
Parece estacionario, pero avanza por el terreno a un ritmo de un centímetro por hora en busca de presas, entre esporas de hongos, bacterias y microbios.
Una de las características del “blob” que más fascina a los científicos es su capacidad de raciocinio.
“Es capaz de memorizar, es capaz de adaptar su comportamiento, es capaz de resolver problemas, de moverse alrededor de un laberinto, de buscar soluciones de optimización, de comportarse un poco como un animal”, dijo David, el director del Zoológico de París.
El análisis de este organismo incluso llevó a redefinir la comprensión de cómo funciona la inteligencia -de cualquier tipo- luego de un estudio publicado en 2016.
Los científicos llegaron a la conclusión de que el “blob”, a pesar de no contar con un sistema nervioso central, puede “aprender” a partir de la experiencia y cambiar su comportamiento en consecuencia.
En experimentos de laboratorio, los científicos observaron cómo el moho se adaptaba a un camino por un estrecho puente hacia una fuente de alimentación.
Cuando se fusiona con otro, puede transmitir el conocimiento.
Si los espectadores del Zoológico de París esperan una atracción con movimientos espectaculares, pueden quedar decepcionados con un ser vivo del que difícilmente se percibe su movimiento.
Antes esto el zoológico tendrá una pantalla interactiva que incluye un video acelerado del avance del “blob”, que se mueve a través de la extensión de las salientes de sus dedos, llamadas seudópodos.
Pero las características del p.polycephalum son espectaculares por sí mismas.
Se reproduce mediante la producción y liberación de esporas que se convierten en nuevos blob.
“No tiene dos sexos diferentes, sino cerca de 720, por lo que la reproducción no es un problema”, explica David.
Pero como con la mayoría de otras especies, la supervivencia está impulsada por la diversidad genética, que en el caso del “blob” sucede cuando dos organismos genéticamente diversos se encuentran y se fusionan en un nuevo “blob“.
Una es su mecanismo de defensa cuando se ve amenazado, pues cuando se expone al peligro, entra en hibernación y se “seca”.
Este modo vegetativo es “cercano a lo inmortal”, le dice a AFP el especialista en el blob Audrey Dussutour, del Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia.
“Incluso se puede poner en el microondas durante unos minutos” y con unas gotas de agua, voilà!, el blob vuelve a la vida, buscando alimentarse y procrear.