Fue un asesinato que conmocionó a un país e incluso suscitó una petición pública de la propia primera ministra.
Ocurrió en abril de 2019 en la casa de Gerald Corrigan, un hombre retirado de 74 años que vivía con su pareja, Marie Bailey, en Porth Dafarch en Anglesey, en el norte de Gales (Reino Unido).
Se trata de un lugar tan remoto que se necesitaría una muy buena razón para visitarlo, según dicen en el país. Y el Viernes Santo del año pasado, la razón fue un asesinato.
Gerald y Marie eran “criaturas de costumbres”, según fueron descritos en las audiencias del juicio por homicidio. Marie generalmente se iba a la cama temprano y Gerald se quedaba despierto hasta bien entrada la madrugada mirando su computadora o viendo la televisión.
Como exprofesor de fotografía, amaba tomar fotos en la naturaleza, la vida silvestre y la pesca. Y “disfrutaba de una buena taza de té y de la lectura”, describió su hija Fiona en el juicio.
Pero un ataque inexplicable cambió el rumbo de su vida.
Gerald estaba viendo televisión, pero poco después de la medianoche del 19 de abril de 2019, la señal se perdió.
Pensó que era un problema técnico y salió a ajustar su antena parabólica ubicada a nivel del suelo, sin saber que había sido manipulada y que un asesino estaba esperando en la oscuridad.
Cuando se inclinó sobre el plato, una flecha de ballesta impactó contra su cuerpo y atravesó su abdomen y un brazo para después rebotar contra la pared de la casa.
Gerald no tenía idea de lo que había pasado y pensó que había sufrido una descarga eléctrica.
Pese a que sangraba mucho y tenía un gran daño interno, el hombre encontró la fuerza para volver a la casa y despertar a Marie, quien llamó a emergencias mientras Gerald “lloraba y gritaba que tenía dolor”.
Cuando llegaron los paramédicos, Gerald les contó que se había electrocutado.
Pero esto no coincidía con sus heridas y uno de los rescatistas salió al lugar exacto para corroborar la historia.
Allí encontró una flecha de ballesta, que tomó y llevó al hospital al que trasladaron a Gerald Corrigan.
La flecha de cabeza ancha se utiliza para cazar animales. Y quien cargaba esa ballesta sabía exactamente lo que iba a hacer: “Matar a Corrigan de la manera más brutal”, dijeron los fiscales en el juicio.
El análisis de las lesiones de Corrigan ayudó a calcular el ángulo de disparo y la ubicación del tirador.
El asesino se ubicó detrás de una pared del jardín, a unos 10 metros de su víctima y apretó el gatillo con una precisión mortal.
Tras la muerte de Corrigan, la entonces primera ministra de Reino Unido, Theresa May, instó a cualquier persona con información a presentarse a la justicia.
A los pocos días del ataque, el director de Outdoorhobbies, el mayor proveedor de ballestas de Reino Unido, contactó a la policía de Gales del Norte para ofrecer ayuda.
Proporcionó detalles de las personas en Anglesey que le habían comprado una ballesta en los 10 años anteriores.
Se compiló una lista de 17 personas, pero 15 de ellas compraron sus ballestas antes de 2015 y no fueron de interés inmediato para la policía.
La última persona en la lista había comprado el 11 de abril de 2019 una Excalibur 355, descrita en el sitio web de la compañía como “la ballesta perfecta para situaciones en las que el espacio es escaso, pero la potencia es necesaria”.
Esa persona era el terapeuta deportivo Terry Whall.
La ballesta de £750 (unos US$976) no se entregó a Whall hasta después de que le dispararan a Corrigan, por lo que no podía haber sido el arma homicida.
Sin embargo, cuando la policía fue a verlo, el terapeuta deportivo les dijo que tenía otra ballesta, pero que la vendió meses antes a un extraño.
El hombre describió la ballesta como un “artículo grande” y “demasiado pesado para que lo usaran los niños”, y acordó venderlo por £180 (US$230). Esa ballesta nunca fue encontrada.
La conexión de Whall con las ballestas fue la primera pieza del rompecabezas, afirmó la fiscalía.
Otra pieza apareció cuando los policías descubrieron que a principios de abril de 2019, después de afirmar que había vendido la primera ballesta y antes de ordenar el modelo Excalibur, Whall compró flechas que eran las mismas que se utilizaron para matar a Corrigan.
También había comprado puntas de cabeza ancha, que nuevamente coincidían con la utilizada en el asesinato.
Cuando la policía finalmente buscó en su casa, no había señales de las flechas o las cabezas anchas.
Pero más tarde, hallaron un saco de boxeo en su casa, lleno de agujeros de perforación, muchos de los cuales coincidían con el diámetro de la flecha utilizada para matar a Corrigan.
Aún quedaba trabajo por hacer, la policía tenía a Whall en la mira.
Whall fue descrito en la corte como alguien que ama el aire libre y que prefiere que sus hijos estén afuera en lugar de jugar videojuegos.
Irónicamente, la tecnología moderna hizo que cayera.
Su pareja, Emma Roberts, no estaba en la casa en el momento del asesinato, por lo que él tenía acceso exclusivo a su camioneta Land Rover Discovery.
Algunos automóviles modernos y costosos cuentan con sistemas electrónicos que pueden rastrear y almacenar información sobre sus movimientos.
Este llamado sistema telemático se puede utilizar como dispositivo de seguimiento si el auto es robado.
También puede indicar cuándo se arranca o se detiene el motor de un auto e incluso cuándo se abre y cierra una ventana, puerta o maletero.
Al igual que un teléfono móvil, el sistema utiliza una tarjeta SIM.
Nick Harvey, gerente de datos de riesgo de la compañía de telemática Plant-I, dijo que los datos están en línea constantemente y que el rastreo por GPS puede ser preciso en un radio de 5 metros.
El experto informó que, en los últimos 10 años, ese sistema de seguimiento se volvió más común en la tecnología automotriz, por lo que ahora podía ayudar en las investigaciones.
“Donde quiera que vaya un vehículo, [la información] se está enviando a una nube. No importa lo que le pase a ese vehículo, siempre hay datos”, aseguró.
El 3 de junio, dos semanas después de que la policía tomara declaración a Whall, el auto fue encontrado quemado en Llanllechid, cerca de Bangor, en el norte de Gales.
Otros dos hombres confesaron que iniciaron el incendio y están a la espera de sentencia.
Después de rastrear el Land Rover hasta Whall y su pareja, la policía decidió investigar más a fondo sobre el incendio, para ver si estaba relacionado con el ataque a Corrigan.
Whall pudo haber creído que había borrado sus huellas al destruir el Land Rover, incluyendo cualquier dato telemático, pero todos sus movimientos habían sido grabados y almacenados.
Cuando la policía obtuvo los datos, estos proporcionaron otra pieza clave del rompecabezas.
Whall estacionó en la playa de Porth Dafarch, a pocos pasos de la casa de Corrigan, a las 23:10 el 18 de abril.
El maletero se abrió a las 23:11:04 y se cerró 39 segundos después. Ese fue Whall tomando la ballesta, dijeron los fiscales.
Corrigan recibió un disparo a las 00:29 o 00:30 el 19 de abril.
Una vez más, la tecnología moderna demostró que una señal de satélite estaba presente en su casa a las 00:08. Los registros muestran que a las 00:28, en la casa de Corrigan se detuvo un programa pregrabado y la señal del satélite “ya no estaba presente”.
Aproximadamente 12 minutos después, el maletero del Land Rover se abrió de nuevo en la playa. Y se cerró 14 segundos más tarde, a las 00:42:49.
Whall estaba escapando.
Imágenes de circuito cerrado de televisión muestran al auto en varios lugares mientras regresaba a su casa, a unos 13 km de distancia.
El sistema telemático arroja que llegó a su casa a las 00:57 cuando la puerta del auto se abrió y cerró dos veces en segundos.
El maletero se abrió a las 00:57:39 y permaneció abierto por cinco minutos, cerrando a las 01:02:03. Esto indicó que Whall quitó la ballesta y la colocó en otro lugar, argumentó la fiscalía.
La policía sabía que quien apretó el gatillo tuvo que planear el ataque.
La noche antes del asesinato, el sistema telemático reveló que el Land Rover Discovery estaba en la casa de Whall en Bryngwran a las 21:18. El motor se encendió a las 21:20 y 22 minutos después se apagó, en el camino de entrada a la remota casa de Corrigan.
A las 22:04 la puerta del auto se abrió y cerró. Después de que se encendieron dos luces en la casa, el auto se fue.
Condujo a Porth Dafarch Beach, llegando a las 22:11, y el motor se apagó.
Estuvo así por unos 90 minutos y arrancó nuevamente a las 23:52.
De allí llegó a la dirección de Whall, donde el motor se apagó a las 00:09.
Para la fiscalía, estos detalles muestran que Whall había estado explorando el área y preparando el asesinato. Dijo que tenía que “salir de la casa, tomar aire fresco” y meditar.
Originario del este de Londres, Whall se mudó a Anglesey un año después de que su primer matrimonio se terminara en 2009. Se volvió a casar, pero esa relación culminó en 2015.
Whall trabajó para gimnasios en Bangor, donde creó una base de clientes y luego se convirtió en terapeuta deportivo, instructor de tai chi y entrenador personal en el área, trasladándose a un local más grande en Treborth.
Él decía que era “diferente a otros entrenadores, más avanzado” y sus honorarios aumentaron a £60 (US$77) la hora.
Whall conoció a Emma Roberts a principios de 2018 y se fue a vivir con ella y sus hijos en una casa en Bryngwran en Anglesey en agosto de ese año.
Un hijo de su primer matrimonio se mudó a vivir con su madre en Essex dos meses después.
Whall le dijo a la policía que nunca había conocido a Gerald Corrigan y que en el momento del asesinato estaba teniendo relaciones sexuales con un hombre, llamado Barry Williams o Bazza, en un campo.
Afirmó que Williams era un cliente suyo que tenía un problema de espalda y que “simplemente se hicieron más cercanos”.
Whall explicó que inicialmente no le contó a la policía sobre su encuentro porque “nadie tenía derecho a saber”, pero su coartada se derrumbó cuando Williams negó haber tenido una relación con él.
La complejidad del caso incluyó 5.500 documentos y un equipo de 50 policías antes de ir a juicio.
“Si no fuera por la tecnología, la caja negra en el Land Rover, que no solo registró información sino que la envió a [la empresa] Jaguar Land Rover, Whall se habría salido con la suya”, le dijeron los fiscales al jurado.
Eso, junto al registro de ballesta de Whall y la quema del Land Rover, le dio a la policía suficientes piezas del rompecabezas para condenarlo.
El inspector Det Ch Brian Kearney, de la Policía de Gales del Norte, dijo que fue una “ejecución planificada y premeditada de un asesino a sangre fría”.
Inusualmente, al jurado no se le presentó un motivo claro que explicara el asesinato de Corrigan.
“Nunca se supo por qué le dispararon. A la fiscalía no le corresponde probar por qué se cometió un delito, solo si ocurrió y quién fue el responsable”, dijo por su parte Peter Rouch QC, abogado de la acusación.
Pero Marie quiere respuestas.
“A esa alma triste, retorcida y rota que lo asesinó, le digo que si tiene una pizca de humanidad, alguna sensación de decencia, que nos diga por qué lo hizo“.
Un personaje destacado en el juicio, aunque no estuvo presente, fue Richard Wyn Lewis.
No era un acusado ni un testigo, pero su nombre aparecía casi a diario como evidencia.
En la corte, Marie Bailey dijo que Lewis obtuvo £250.000 (US$323.000) de la pareja “mediante fraude” y alegó que ese hombre había estado cultivando cannabis en el terreno de ellos.
Según se le dijo al jurado, Whall y Lewis tuvieron una discusión “por dinero” seis semanas después del asesinato.
También se reveló que a fines de mayo de 2019, Whall había estacionado afuera de la casa de Lewis durante tres noches seguidas.
Incluso hubo una sugerencia en el juicio de que podría haber estado planeando matar o herir a Lewis estrangulándolo con cuerdas de piano.
Wyn Lewis fue arrestado bajo sospecha de conspiración por asesinato y fraude, pero luego fue puesto en libertad y no fue acusado de ningún delito.
La BBC se contactó con Lewis quien dijo que había sido amigo de Gerald Corrigan durante años y que la noticia del asesinato lo había sorprendido por completo.
Negó haber sido parte del homicidio.