Anak Krakatau, el volcán indonesio que hizo erupción en diciembre pasado ocasionando un tsunami, produjo claras señales de alerta antes de la tragedia.
Esa ha sido la conclusión de un equipo alemán que revisó la información disponible.
Los científicos dicen que meses antes de la catástrofe, los satélites habían registrado un aumento en la temperatura y del movimiento subterráneo del volcán.
Dos minutos antes del colapso de la ladera suroeste del Anak, los dispositivos detectaron terremotos e infrasonidos (no audibles por los humanos).
Cuando esta enorme masa del costado del volcán se deslizó hacia el mar, envió una ola de 4 metros de altura al Estrecho de Sonda.
Más de 400 personas murieron en la tragedia, 7.000 fueron heridas y casi 47.000 fueron desplazados de sus hogares.
Thomas Walter, científico del Centro alemán de Investigaciones Geocientíficas GFZ de Potsdam, explicó que ninguna de las diferentes señales por separado hubiesen contribuido a predecir lo que pasó.
“Si se leen los sensores por separado, la interpretación no hubiese sido correcta, pero si se unen todos los demás sensores podíamos tener una idea de la cascada que estaba por suceder”, dijo a la BBC el Dr. Walter.
El equipo se dio cuenta de que el volcán estaba viviendo en 2018 su fase de mayor erupción en 20 años. También observaron que la ladera suroeste estaba deslizándose hacia el mar desde enero, y que se estaba produciendo una fase de intensa actividad termal. Además, el área de la isla sobre la superficie del mar había crecido.
Antes del colapso, se produjo un significativo movimiento sísmico que no queda claro si fue un terremoto, o una explosión.
Lo interesante es que la señal sísmica no bajó a cero en ningún momento, y cuando volvió a aumentar mostró una frecuencia baja lo cual es característico de los deslizamientos de tierra.
Un par de minutos después, la frecuencia vuelve a cambiar, lo que el equipo de científicos interpreta como una serie de explosiones volcánicas, como “si el corcho hubiese salido de la botella”.
El Dr. Walter explica que lo que podemos aprender de esta tragedia del Krakatoa es que este tipo de movimiento de la ladera en la isla volcánica podría considerarse como una señal.
Los radares detectan esta deformación, e incluso varios grupos alrededor del mundo están desarrollando sistemas automatizados para que algoritmos analicen datos que se ven desde el espacio para identificar alguna actividad anormal.
El pasado diciembre, sistemas de detección sísmica y de infrasonidos identificaron el momento del colapso.
“Pero existen muchos volcanes alrededor del mundo donde no existen esos sistemas en zonas cercanas”, advierte el Dr. Walter. “Debemos observar los volcanes donde hay riesgo de que alguna ladera colapse, e invertir en la distribución esos instrumentos de lectura”.
El equipo de volcanólogos ha publicado su informe en la revista Nature Communications.