El canto de los pájaros, las flores y las picaduras de mosquitos no son cosas que se asocien con noviembre en el norte de Inglaterra.
Pero estos son solo algunos de los efectos secundarios más leves del calentamiento del planeta.
Además de provocar inundaciones y sequías mortales, el aumento de las temperaturas es la causa de las explosiones espontáneas del permafrost siberiano, la escasez de mostaza y el oscurecimiento del planeta.
Muchos de los impactos del cambio climático son devastadores, pero hay otros que son muy extraños.
Algunos científicos rusos atribuyen la aparición de cráteres gigantes en el permafrost siberiano al proceso de descongelación, el cual ha aumentado la temperatura del suelo y provocado la explosión espontánea de bolsas de gas subterráneas.
El permafrost es la tierra que ha estado congelada continuamente durante más de 2 años.
Esta hipótesis explicaría la aparición de cráteres gigantes en el paisaje del Ártico.
Una investigación reciente también ha demostrado que esta zona del planeta se está calentando incluso más rápido de lo que se pensaba: 4 veces más que el resto del mundo.
Pero además de abrir agujeros en la Tierra, el cambio climático también podría estar atenuando el “brillo” del planeta, según los científicos del Observatorio Solar Big Bear de Nueva Jersey.
Midiendo la luz solar reflejada desde el planeta hacia la parte oscura de la Luna por la noche, los científicos midieron lo que llaman “brillo terrestre” o albedo, básicamente la capacidad de reflexión de la Tierra.
Los estudios sugirieron que la cantidad de nubes bajas sobre el océano Pacífico oriental se está reduciendo debido al calentamiento de las temperaturas oceánicas.
Como estas nubes actúan como un espejo, reflejando la luz del Sol hacia el espacio, sin ellas ese reflejo disminuye. Así que, según estos científicos, podríamos estar quitándole brillo a nuestro pequeño punto azul.
Si bien es posible que seamos los causantes del calentamiento global, no somos la única especie que lo experimenta. Algunas criaturas se ven afectadas de forma realmente sorprendente.
El sexo de las crías de algunos reptiles viene determinado en parte por la temperatura a la que se incuban los huevos.
Así los dragones barbudos -una especie de lagarto que se encuentra en Australia- pasan de ser machos a hembras cuando se incuban a una determinada temperatura.
A los científicos les preocupa que los machos sean cada vez más escasos a medida que el mundo se calienta, poniendo a la especie en peligro de extinción.
En el océano, el aumento de los niveles de dióxido de carbono, un gas de efecto invernadero, podría hacer que los peces pierdan el sentido del olfato.
El cambio climático también está alterando la sincronía estacional. En el bosque de Wytham, el más estudiado científicamente de Reino Unido, las crías de herrerillo salieron de sus huevos hasta 3 semanas antes de lo que lo habrían hecho en la década de 1940.
Toda la cadena alimenticia de la primavera ha cambiado con el calentamiento: las orugas que comen los pájaros, las hojas de roble que comen las orugas, todo alcanza su punto máximo semanas antes de lo que lo hacía antes de que calentáramos el mundo.
Mientras las estaciones cambian, muchas aves se adaptan, o simplemente se mudan. Este año, los polluelos de abejarucos han nacido en una cantera de Norfolk, cuando habitualmente se encuentran en el sur del Mediterráneo y el norte de África.
Incluso el paisaje sonoro está cambiando. Londres es ahora un punto caliente de canto de pájaros fuera de temporada.
Un estudio ha sugerido incluso que los pájaros de los bosques se desplazan hacia lo alto de los árboles para cantar, posiblemente para evitar que sus cantos queden amortiguados por el follaje anterior.
El clima extremo también está dificultando el cultivo de alimentos. Productos básicos como el trigo, el maíz y el café ya se están viendo afectados. Y este año ha habido una notable escasez de condimentos.
En abril, Huy Fong Foods, una empresa californiana que produce unos 20 millones de botellas de salsa de chile Sriracha al año, envió una carta a sus clientes advirtiendo de una “grave escasez” de chiles.
En verano, los supermercados de Francia empezaron a quedarse sin mostaza de Dijon, un problema provocado por el mal tiempo en las praderas canadienses, donde se cultiva la mayor parte de las semillas de mostaza del mundo.
Y la realidad del cambio climático está dificultando incluso los esfuerzos por liberarse del carbono. En agosto, la empresa energética EDF tuvo que reducir la producción de las centrales nucleares en Francia, porque no había suficiente agua fría en los ríos del país europeo.
La respuesta, que está siendo debatida por 200 países en la cumbre del clima de la Naciones Unidas que estos días celebra en Egipto, es una reducción drástica de los gases que calientan el planeta.
Pero ya hemos transformado al mundo al calentarlo, y es probable que en el futuro se produzcan muchas más consecuencias inesperadas y sorprendentes.
Foto principal: GETTY IMAGES