¿Tiene que ver con el desarrollo de tecnología de punta, el registro de patentes y la inversión en investigación y desarrollo? Sí.
¿Y la calidad de su educación superior, de sus científicos y de su ecosistema emprendedor? También.
Son decenas los indicadores que hacen que un país sea más innovador que otro. Y la carrera avanza a toda velocidad, incluso ahora que la economía global está en una de las peores crisis de las últimas décadas.
El combate contra la pandemia de covid-19 ha acelerado la innovación en distintos frentes, que van desde el desarrollo y la masificación de tecnologías para contener el virus, hasta la competencia en el mercado de las vacunas o el incremento del uso de herramientas de comunicación a distancia.
En el último Índice de Innovación de Bloomberg, Corea del Sur volvió a ubicarse en el primer lugar del ranking, destronando a Alemania, que cayó al cuarto puesto.
El país asiático retomó el liderazgo que lo ha convertido en el país más innovador del mundo durante siete de los últimos nueve años.
Singapur y Suiza subieron un lugar cada uno para ocupar el segundo y el tercer lugar, mientras que en América Latina la lista fue liderada por Brasil (en la posición 46), seguido por Argentina, Chile y Uruguay.
Corea del Sur se convirtió en el país más innovador del mundo por el aumento en su registro de patentes, además de su desempeño en áreas como investigación y desarrollo (I+D) y manufactura.
Algo que está lejos de ser casual, tras décadas de una estrategia de desarrollo que ha llevado al país a potenciar al máximo su I+D.
Se trata de una estrategia que impulsa el trabajo creativo de manera sistemática para generar nuevos conocimientos, innovación tecnológica y el desarrollo de nuevos procesos.
Alemania, aunque sigue entre los países más innovadores, fue destronado de su liderazgo mundial al mostrar un retroceso en la cantidad de trabajadores calificados y la falta de una estrategia para el desarrollo de tecnología de próxima generación.
Otra nación que superó a Alemania fue Singapur, el país más pequeño del sudeste asiático, que ha invertido fuertemente para que sus trabajadores y empresas transiten hacia una economía digital.
Singapur consiguió una puntuación muy alta en manufactura y se ubicó en el primer lugar en educación superior por la excelencia de sus universidades.
Suiza, que ocupa el tercer lugar del ranking, aparece posicionado como líder en las áreas de tecnología financiera y biotecnología.
Cuando Bloomberg publicó por primera vez su índice de innovación en 2013, EE.UU. ocupó el primer lugar.
Este año salió del “top ten” cayendo al lugar 11, después de retroceder dos lugares en relación al año anterior.
Sus resultados no fueron competitivos en el área de educación superior, a pesar de que las universidades estadounidenses tienen fama mundial.
“Estados Unidos fue el líder indiscutible en ciencia e ingeniería. Ahora estamos desempeñando un papel menos dominante”, señala un informe de la Junta Nacional de Ciencias de ese país.
Algunos expertos dicen que uno de los motivos de la pérdida de liderazgo puede tener relación con que muchas innovaciones estadounidenses provienen de empresas pequeñas y tardan más tiempo en llegar a los consumidores como productos finales.
Una de las promesas del presidente Joe Biden es mejorar el sector de manufactura con una inversión de US$300.000 millones en investigación y desarrollo, y tecnologías de vanguardia, una política que, de llevarse a cabo, podría mejorar la competitividad de la mayor economía del mundo.