La famosa “restauración” de la obra Ecce Homo fue responsabilidad de Cecilia Giménez, quien luego saltó a la fama.
“Un acontecimiento incalificable”.
Así comenzaba un post, con fecha del 7 de agosto de 2012, del blog dedicado a la cultura del pequeño pueblo español de Borja, de apenas 5.000 habitantes.
La publicación explicaba que un inventario de arte religioso en la región encontró el fresco Ecce Homo, obra del pintor Elías García Martínez, en las paredes del Santuario de la Misericordia en Borja en mal estado de conservación.
“Pero, para nuestro asombro, podemos ver que, en el breve espacio transcurrido desde entonces, se ha producido ‘un arreglo’, cuyo resultado es lo que se ofrece en esta imagen“.
“Desconocemos las circunstancias en las que se produjo el arreglo”.
No pasó mucho tiempo para que fueran reveladas.
Una feligresa del santuario de Borja de nombre Cecilia Giménez, entonces de 81 años, fue identificada como la autora de la torpe restauración.
Armada de “buena fe”, trató de resolver los problemas de conservación de la pintura aún sin dominar las técnicas necesarias.
El resto es historia: un tsunami de burlas barrió las redes sociales, alimentó los noticieros, los programas de humor y los círculos de conversación de todo el mundo en las siguientes semanas y reverberó con tal fuerza que transformaría la obra de doña Cecilia en uno de los memes más grandes de la historia en internet.
Ante el repentino interés de un nuevo público por el arte sacro local, el párroco del santuario pidió incluso al alcalde que tapara el cuadro y así evitar bromas. La solicitud fue denegada.
La anciana, bajo amenaza de acciones legales por lo que fue catalogado como un “acto de vandalismo”, cayó en depresión. Lloró durante varios días.
Pronto, sin embargo, recuperó el ánimo. Se dio cuenta de que la situación estaba dando la vuelta: poco a poco, el ridículo dio paso al aprecio, a menudo irónico, en un fenómeno típico de la cultura web.
En poco tiempo, la imagen se convirtió en una serie de productos de mercadería, como llaveros, camisetas e imanes de nevera, e incluso en una ópera compuesta por el estadounidense Andrew Flack en 2015.
Diez años después, Borja celebra sin vergüenza el Ecce Homo transformado por las manos de la española, que ahora vive en una residencia de ancianos, con mala salud a los 91 años.
“Su situación ha empeorado mucho, pero aún es consciente del fenómeno y vive aquí en Borja en una residencia del gobierno de Aragón. Está junto a su hijo, que también tiene un grave problema de salud”, le dijo a BBC Brasil el actual alcalde del municipio español, Eduardo Arilla Pablo.
José Antonio tiene una lesión cerebral y vive en silla de ruedas. El otro hijo de doña Cecilia, Jesusín, murió a los 20 años a causa de una rara enfermedad muscular.
La mujer dijo en una reciente entrevista con la TV pública de Aragón que, si pudiera, “volvería a intentar restaurar el Ecce Homo“. A un diario del País Vasco le dijo que siempre le gustó pintar y tiene buenos recuerdos de la restauración porque “lo hizo con amor”.
El alcalde de Borja indica que el 10 de septiembre habrá “un acto de reconocimiento a Cecilia Giménez y Elías García Martínez” que será retransmitido en directo por YouTube.
Es también un reconocimiento del gran impacto causado en esta pequeña localidad situada a 60 km de Zaragoza y parte de la comunidad autónoma española de Aragón.
“En materia de turismo, somos un producto mundial. Recibimos visitantes de 110 países de todo el mundo”, dice Arilla.
En el primer año después de que surgiera el caso, hubo una explosión en el número de turistas, con 40.000 visitantes anuales a Borja.
“Ahora se ha estabilizado. Pero trabajamos para que esa cadena nunca se rompa”, señala el alcalde.
Ahora, el flujo es de entre 10.000 y 11.000 visitantes anuales que presencian en vivo lo que se ha hecho famoso en la red.
“Como institución no podemos permitir que pasen estas cosas”, reconoce el alcalde.
“Tenemos un gran patrimonio monumental y artístico y estamos comprometidos a restaurarlo. Lo que pasó fue un error. Pero también es cierto que, una vez que pasó esto, es un fenómeno pop, un ícono pop”, apunta.
“Con todo respeto a la pintura original de Elías García, la obra más importante se define ahora a la manera de Cecilia Giménez”.
El fresco de García Martínez (1858-1934) es una reproducción de otros Ecce Homo (“He aquí el hombre” en latín) del pasado.
Es un tema común en el arte europeo entre los siglos XV y XVII, cuyo título alude a la frase de Poncio Pilatos cuando presenta a Jesucristo torturado ante la multitud.
García Martínez fue profesor de la Escuela de Bellas Artes de Zaragoza y también patriarca de una familia de artistas de la que destacaba su hijo Honorio García Condoy, escultor de vanguardia.
La familia veraneaba en la comarca de Borja, por lo que García Martínez realizó el fresco del interior del santuario en 1930.
El diario español El País calificó el cuadro original de “poco valor artístico”. La obra no fue catalogada por los Órganos Culturales de Aragón.
¿Fue arte lo que hizo la restauradora? “Cecilia Giménez creó algo totalmente diferente, con mucho más impacto que la pintura original”, dice Nathalia Lavigne, curadora e investigadora en cultura digital.
“Pero todo ahí es contexto, el meme es contexto. La imagen penetró en la cultura visual contemporánea porque tenía todas las características de un meme: algo casual, amateur y un poco anárquico. Nunca fue su intención hacer lo que pasó”.
El caso del Ecce Homo rehecho, según Lavigne, se relaciona con una pregunta contemporánea: no tanto sobre qué es el arte sino dónde está el arte.
“En ese contexto en el que ella hizo la restauración, ciertamente no era arte. Pero se puede ver de esta manera, pensando en la idea de longevidad de la circulación de la imagen, que va a determinar la importancia de la vida del objeto”.
El cineasta español Álex de la Iglesia, director de películas como “El bar” y “El día de la bestia”, declaró en Twitter que la imagen es un “ícono de nuestra forma de ver el mundo. Significa mucho”.
El crítico de arte estadounidense Ben Davis incluso nombró la restauración entre las 100 piezas que definieron la década de 2010 (“una querida obra maestra del surrealismo involuntario”).
Para Rob Horning, editor de la revista electrónica sobre tecnología de internet y cultura Real Life, el meme en realidad “dio la oportunidad de satirizar simultáneamente la piedad de la religión y la pseudorreligión del arte”.
Horning observa que el éxito de las visitas turísticas a Borja también muestra una curiosa relación entre el mundo offline y el mundo online: es como si la pared en la que se encuentra el Ecce Homo de doña Cecilia le dijera al espectador: “Aquí está internet”.
“La sensación debe ser bastante poderosa”, dice Horning.
Hay en el meme de la obra restaurada de 2012 algunos caminos que con el paso de los años se volverían característicos en internet.
El caso sugirió, por ejemplo, que las consecuencias para alguien que se vuelve viral, incluso en un contexto de ridículo, pueden no ser tan graves, y que un gran impacto puede “monetizarse”.
A Cecilia Giménez se le otorgó el 49% de los derechos de imagen de su Ecce Homo, un dinero que invierte en un fondo para apoyar a pacientes que padecen la misma enfermedad que su hijo.
Pero la principal lección del meme, dice el periodista, es que internet “aprovecha los fenómenos y los invierte”. El meme, al final, “dio la vuelta”.
Incluso doña Cecilia parece más convencida de su trabajo.
En 2016, durante el acto de inauguración de un “centro de interpretación” de su obra en Borja, declaró: “A veces, de tanto verte, pienso ‘hijo mío, ya no eres tan feo como me parecías en el principio’“.