Cuando le recuerdo que está nominada a los premios Grammy latino como mejor nueva artista, Ángela Álvarez deja escapar un "guao" muy sincero.
Es como si aún no se lo creyera o, quizá más bien, como que se lo cree y lo está disfrutando en demasía.
Y no es para menos.
Se trata de un premio que han recibido artistas como David Bisbal, Juanes, Karol G, Calle 13 y Jesse & Joy, entre otros. Y al que estuvieron nominados sin conseguirlo otros músicos ahora consagrados como Mon Laferte, Pablo Alborán y Maluma.
Pero, a diferencia de todos ellos, Ángela Álvarez llega a esta nominación con 95 años de edad, habiendo logrado grabar su primer disco apenas en 2021.
Y es que aunque esta cantante y compositora cubana confiesa que el amor por la música le nació desde pequeña no fue sino hasta ahora que, gracias a unos de sus nietos -el músico y compositor Carlos José Álvarez-, logró dar el salto a la música profesional. Eso sí, a una velocidad vertiginosa.
En los últimos cuatro años, Ángela Álvarez ofreció, en el histórico teatro Ávalon de Los Ángeles, su primer concierto.
El recital fue presentado por el actor Andy García, quien además tocó el bongó y fue el productor de Miss Ángela, un documental dirigido por los cineastas Paul Toogood y Lloyd Stanton sobre la vida de esta nonagenaria.
Al mismo tiempo, Ángela Álvarez tuvo la oportunidad de hacer un pequeño papel en la nueva versión de la película “The Father of the Bride” -protagonizada por Andy García y Gloria Estefan-, en la que aparece cantando el bolero clásico “Quiéreme mucho”.
Y ahora, encima de todo eso, está la nominación al Grammy latino por su primer disco, que incluye 15 composiciones suyas y que fue grabado por músicos de primera línea que, a su vez, han sido en el pasado ganadores o candidatos a los Grammy.
Pero este momento de estrella en ascenso que vive Ángela Álvarez a sus 95 años llega tras una larga vida en la que hubo momentos dulces, pero también grandes dolores.
Mayo de 1962 fue un momento clave en la vida de Ángela Álvarez. Entonces, tuvo que resignarse a ver a sus cuatro hijos menores partir solos de Cuba hacia Miami, luego de que un funcionario en el aeropuerto le negara a ella la posibilidad de abordar el avión.
La familia quería huir de la isla ante la deriva comunista que estaba tomando la revolución pero, en principio, solamente pudieron hacerlo los niños, quienes fueron acogidos en el marco de la llamada “Operación Peter Pan”, que permitió la entrada en Estados Unidos de miles de menores no acompañados procedentes de la isla.
Álvarez logró viajar a Estados Unidos unos tres meses más tarde, pero tardaría años en lograr que sus hijos volvieran a vivir bajo su mismo techo, pues para ello requería contar con un empleo con un ingreso que le permitiera mantenerlos a todos y eso no era fácil.
Sin saber hablar inglés, tuvo que aceptar los trabajos que podía conseguir: recogiendo tomates en el campo o limpiando oficinas por las noches.
Pero, en medio de las adversidades, logró algunos avances. Los servicios sociales en Estados Unidos le ayudaron a encontrar empleo y vivienda en la localidad de Pueblo (Colorado), donde sus hijos estaban en un orfanato. Así, aunque no podían aún vivir juntos, podían verse cada semana.
La reunificación familiar completa llegaría unos años más tarde, cuando Álvarez -a través de un amigo- logró hacerle llegar una petición al entonces presidente de México, Adolfo López Mateos, quien estaba ayudando a familias cubanas a salir de la isla.
“Yo le conté que mi esposo era ingeniero y trabajaba en la industria azucarera y que no iba a ser carga de México. Entonces, lo sacaron de Cuba con un trabajo en un ingenio en el estado de Veracruz. Ahí le dieron una casa y entonces él me reclamo y yo fui con los niños para México”, cuenta Álvarez a BBC Mundo.
Aquella reunificación cerró la herida creada por la separación familiar, pero no la abierta por el exilio y por la añoranza de Cuba.
“Yo nunca he vuelto. Yo quiero guardar en mi corazón y en mi mente lo que yo dejé. Yo no sé cómo estará. Ya realmente familia íntima mía, ya no están en Cuba. Entonces, yo no quiero ir. Yo le he compuesto a Cuba muchos cantos, pensando en mi isla tan linda”, comenta la artista a BBC Mundo.
Y ciertamente la presencia de la isla es manifiesta en el disco de Álvarez y no solamente en canciones como “Un canto a mi Cuba”, sino también en muchas otras como “Romper el yugo” (“Oh, Dios eterno, tiende tu mano, ayuda a Cuba a renacer, calma la ira, aplaca el odio, dale al cubano la libertad”) o “Añoranzas”.
Además del exilio con todas sus implicaciones, Álvarez sufrió la muerte por cáncer de su marido en 1977 (que le inspiró el tema “Camino sin rumbo”) y luego la de su hija María, por la misma causa.
Sus hijos fueron una fuente constante de inspiración, a ellos les compuso el tema “En mi jardín” y, concretamente a María, le escribió un tema que lleva su nombre.
Así, el disco puede oírse como la obra musical que es, pero también como una suerte de diario sentimental de su autora.
“Desde niña siempre me gustó la música. Yo tenía unas tías a las que quería mucho y que tocaban el piano. Cuando había reuniones de familia, ellas me decían ‘ven para que cantes’ y yo lo hacía. Eso me gustaba mucho, sobre todo cuando toda la familia aplaudía. ¡Uy, eso me emocionaba!”, cuenta Álvarez sobre sus primeros pasos en la música.
En el colegio donde estaba interna siendo adolescente aprendió a tocar la guitarra y cuando tenía como 15 años empezó a componer.
Pocos años más tarde, Ángela comenzó a soñar con dedicarse a la música, pero tropezó con la oposición frontal de su padre.
“Le dije a mi papá una vez que yo quería ser cantante, entonces él me dijo ‘tú cantas muy bonito, mi hija, y me encanta oírte, pero yo no quisiera que tú cantarás para el mundo’. Y como yo quería tanto a mi padre, traté de que eso se me borrará de la mente, pero siempre quedó un lugarcito en mi corazón que no podía olvidarlo“, recuerda Álvarez.
Y, efectivamente, no se olvidó de la música.
Aunque quedó circunscrita al ámbito familiar, Álvarez cantando y componiendo canciones que inicialmente guardaba en su memoria, pero que luego empezó a transcribir en unos cuadernos.
“Cuando sentía algo que me emocionaba, empezaba a componer. Sobre todo cuando me fui de Cuba. Yo viví en Puerto Rico, que tiene el mismo clima de Cuba, y cuando iba por las carreteras y veía la las cosas que me recordaban a Cuba, ahí componía. En México también compuse. Dondequiera que yo iba y me gustaba, sentía el deseo de decir lo que yo estaba sintiendo”, recuerda.
Con esos cuadernos, algunos ya gastados por el tiempo, sorprendió a su nieto Caros José cuando este le pidió que le mostrara las canciones que había hecho. De allí salieron las 15 canciones que conforman su primer disco y allí también hay -según asegura Álvarez- unas 40 canciones aún sin publicar.
Pero, ¿qué sintió Ángeles Álvarez al saber que había sido nominada al Grammy latino?
“Sentí muchas cosas, pero lo más bonito que sentí fue pensar que yo pude haber llegado a una meta tan importante, entonces me sentí muy honrada. Yo sí pienso que es un gran honor que yo voy a recibir”, responde la artista a BBC Mundo.
“El sueño mío llevo muchos años para que se realizara y se realizó a través de un nieto”, agrega después.
Así, no andaba desencaminado Andy García cuando dijo en la presentación del concierto en el teatro Ávalon que se estaba cumpliendo el sueño de una joven adolescente.