San Juan del Obispo y su fruto oro en el Festival del Níspero, una actividad que se realiza anualmente para dar a conocer su gastronomía.
Al llegar a San Juan del Obispo escuchamos el sonido de campañas de los viejos muros de su templo, uno de sus principales patrimonios. Aquí vivió el obispo Francisco Marroquín y hoy es un museo, con joyas de la época colonial.
La aldea antigüeña de San Juan del Obispo se ubica exactamente a 4 kilómetros al sur de la ciudad colonial, al pie del volcán de Agua. Su principal característica es que fue fundada por el primer obispo de Guatemala, Francisco Marroquín, quien construyó ahí el primer palacio arzobispal de Guatemala, hoy aún de pie.
El recorrido por la aldea nos lleva a una visita por el área montañosa, en las faldas del volcán de Agua, para observar el cultivo del níspero, que la población lo denomina como fruto oro, tanto por el valor que representa para la economía local como por su color.
Al compartir con los sanjuaneros nos comentaron que ha sido una fuente importante de ingreso económico para las familias.
Alrededor de este abundante fruto surgen otras actividades económicas como las artesanías con la elaboración de distintos productos, entre los cuales también destaca el vino.
Además se fortaleció el concepto de las plantaciones del árbol del níspero, para ser parte del turismo comunitario y del atractivo que forma parte del circuito de artesanos, el gastronómico, el histórico y arquitectónico así como costumbrista.
Hoy en día, el níspero es la base de la mayor parte de platillos que crean los pobladores para ampliar la gastronomía vanguardista. Es así como surge la idea de crear el Festival del Níspero, un movimiento inclusivo, que se lleva a cabo cada año en noviembre, donde los pobladores presentan sus recetas, entre las que podemos mencionar: helado de níspero, tarta de níspero, pastel de níspero, pollo con salsa de níspero y jalea de níspero, entre muchos otros.
Un grupo específico de pobladores tuvo la iniciativa de crear fuentes de oportunidades con el objetivo de ofrecer una participación que también permita visibilizar a la población.
Existen otras poblaciones en Guatemala que trabajan los mismos objetivos en sus propios festivales. San Raymundo creó el Festival del Pinol, el plato tradicional, y San Juan Sacatepéquez el Festival de los Artesanos, con la exposición de diferentes productos procedentes de todo el país.