Blanco, de seda y con un largo velo con flores bordadas que representan los 53 países de la Commonwealth: así fue el vestido que lució la exactriz estadounidense Meghan Markle en su boda con el príncipe Enrique de Inglaterra
Meghan ha entrado sola en la iglesia de San Jorge del castillo de Windsor, seguida de los niños de honor, y ha subido a la nave para ser llevada al altar del brazo del príncipe Carlos, su suegro. Una decisión obligada por la ausencia de su padre, en México por una operación cardíaca, pero también una expresión de sus convicciones de mujer independiente y feminista.
El apasionado sermón del reverendo Michael Curry, que contrastó con el habitual tono formal de las ceremonias reales británicas, electrizó el ambiente y asombró a los parientes del príncipe Enrique, incluido a su hermano, el príncipe Guillermo.
El primer afroamericano que dirige la Iglesia anglicana estadounidense exaltó el poder del amor, citando a Martin Luther King, el defensor de las libertades civiles, e hizo referencia a la esclavitud, delante de los 600 invitados reunidos en la iglesia de San Jorge, incluida la madre de Meghan, Doria Ragland, descendiente de esclavos.
Cressida Bonas y Chelsy Davy, dos exnovias de Enrique, estaban entre las invitadas. Y no dejaron de atraer la atención de los medios, que buscaban en sus caras y sus miradas el menor pesar por no estar en el lugar de Meghan.
Entre los numerosos famosos invitados, la estrella de cine estadounidense George Clooney ha dado espectáculo como de costumbre, con sus sonrisas socarronas y una palmada en el hombro a un policía.
Su primaveral traje gris perla contrastaba con los chaqués negros de otros invitados, entre ellos el cantante Elton John o los actores de la serie “Suits” -que dio a conocer a Meghan- Gabriel Macht y Patrick J. Adams.
También se vio al exfutbolista internacional David Beckham mascando chicle.
“Estoy listo para una copa”, dijo Enrique.
Después de semanas de preparativos, una ceremonia agotadora para sus nervios y una procesión en calesa ante 100.000 curiosos en las calles, llegó al castillo de Windsor no sin satisfacción para el almuerzo con la reina.
En cuanto a Meghan, tan pronto como cruzó el castillo en la calesa tirada por cuatro caballos después del paseo por Windsor, se inclinó hacia delante con ambas manos sobre su pecho, pareciendo dar un suspiro de alivio.
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