Peinados a cambio de publicidad, un nuevo código de ética. El Miss Venezuela, que celebrará el jueves su 65 edición, busca reinventarse para sortear los estragos de la crisis económica, sepultar los escándalos de supuesto proxenetismo y abrirse a la participación de transexuales.
La opulencia es cosa del pasado en este concurso del que han salido siete Miss Universo y seis Miss Mundo. De hacerse en el poliedro de Caracas, con un aforo de 20.000 personas, pasó a un estudio de la televisora dueña de los derechos Venevisión con capacidad para unas 200 personas.
La organización ha tenido que ingeniárselas para no dejar morir el certamen, canjeando peinados y maquillaje por publicidad del canal, y compartiendo el costo del vestuario con los diseñadores.
Algunos debutantes en televisión. En la memoria de millones de seguidores del concurso permanecen estrellas como Celia Cruz, Raphael, Camilo Sexto y Raúl di Blasio, que animaron la gala.
El espectáculo se adapta así a una crisis con cinco años de recesión, escasez de bienes básicos y una inflación proyectada por el FMI en 10.000.000% para 2019. Un cóctel que obligó a 2,3 millones de venezolanos a irse del país desde 2015.
Las concursantes también han tenido que adaptarse ante la desbordada criminalidad y el colapso del transporte por falta de repuestos.
Como algunas van a la Quinta Miss Venezuela en autobús o metro para su preparación, no es posible programar sesiones fotográficas tempraneras, deben volver a casa con la luz del día o compartir el carro con sus compañeras, cuenta Sicilia.
Como una metáfora del concurso, Miss Vargas tropezó durante el ensayo para la prensa, pero se levantó y siguió adelante, aunque no pudo evitar el llanto.
La nueva directiva, nombrada tras denuncias de proxenetismo y prostitución, intenta lavarle el rostro al certamen, cuya ganadora representará a Venezuela en Miss Mundo.
El escándalo estalló en marzo cuando una decena de exmisses cruzaron acusaciones sobre vínculos con adinerados hombres cercanos al gobierno acusados de corrupción.
Un nuevo código de ética prohíbe que las jóvenes reciban financiación externa o que su candidatura sea propuesta por terceros. Deben aplicar diligenciando una planilla en línea.
Tras 40 años en el evento, Osmel Sousa, conocido como el zar de la belleza, renunció en febrero, luego de lo cual fue salpicado por las acusaciones. Sousa niega cualquier conducta impropia.
Para evitar imprescindibles, se ha despersonalizado el concurso. No puede haber nadie por encima de la organización, remarca Sicilia.
Del esquema tradicional se mantiene el celo que impide a la prensa abordar a las participantes. Personal del canal mantiene los micrófonos a raya.
Sicilia defiende los concursos de belleza frente a las críticas que atentan contra la dignidad femenina. La mujer tiene que entender que solo con su voz es capaz de cambiar el mundo, reflexiona.
Patrimonio de la cultura popular venezolana, el evento está dispuesto a abrirles las puertas a aspirantes transexuales, un tema que quedó sobre la mesa con la participación de la española Ángela Ponce en el Miss Universo 2018.
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Fuente: AFP