En Europa se estima que más de 2,3 millones de adultos jóvenes de entre 15 y 34 años han consumido cocaína en el último año.
Mientras las muertes relacionadas con el alcohol representan en torno al 25 por ciento de todas las muertes de varones jóvenes de edades comprendidas entre 15 y 29 años; y, al menos, el 1 por ciento de los europeos consume cannabis diariamente.
La adicción se define como una enfermedad crónica y recurrente del cerebro que se caracteriza por la búsqueda y el consumo compulsivo de drogas, a pesar de sus consecuencias nocivas. Se considera una enfermedad del cerebro porque las drogas modifican este órgano: su estructura y funcionamiento se ven afectados.
Por lo general, la decisión inicial de consumir drogas es voluntaria. Sin embargo, con el consumo continuo, la capacidad de una persona para ejercer el autocontrol puede verse seriamente afectada y, además, cuanto más se abusa más complicado es dejar las drogas. Y, en consecuencia, mayores son los daños para la salud y para la calidad de vida del afectado.
Por este motivo es fundamental una detección precoz y, para conseguirlo, el papel de la familia, amigos y compañeros puede ser esencial para la concienciación y búsqueda de ayuda.
Aunque las señales de detección pueden variar según el tipo de adicción y dependiendo de la fase de intoxicación, Descals nos explica 5 señales que pueden ayudar a identificar si existe un problema de adicción:
1.- Cambios en el aspecto físico, como deterioro del aseo personal y sangrados nasales. También es frecuente que los adictos traten de disimular su adicción aplicándose sustancias que puedan ocultar el olor que estas producen (pastillas para el aliento, perfumes, incienso, etc.)
2.- Cambios en el estado de ánimo. La irritabilidad o la depresión son a menudo una señal clara de que existe algún factor que afecta a un comportamiento normal. También puede ser un síntoma la voluntad de pasar más tiempo a solas o la falta de interés por ningún tipo de actividad.
3.- Cambios en el desempeño laboral o escolar. Las adicciones suelen conllevar una mayor distracción y una bajada de rendimiento en el trabajo o, en el caso de los adolescentes, del rendimiento académico.
4.- Cambios en las relaciones familiares y sociales, como un mayor aislamiento o cambios de amistades.
5.- Cambios en las pertenencias y hábitos de consumo. Por ejemplo, la aparición de dinero sin origen lógico o de envoltorios sospechosos.
6.- Cambios en la rutina diaria, como la falta de apetito alternando con episodios de hambre descontrolado.
7.- Problemas de salud frecuentes o molestias físicas, tales como dolores de cabeza y resfriados recurrentes, rojez en los ojos, irritación de garganta, etc.
En el caso de la adicción al alcohol, en la fase de intoxicación el fetor enólico, el habla disártrica, las náuseas y los vómitos pueden ser una señal de alarma, así como la pérdida de conciencia; mientras que en la fase de abstinencia son temblores, palidez, fiebre, piel fría, humedad o ansiedad.
Los adictos a la cocaína suelen mostrar ansiedad, aumento de presión, dolor de pecho, inquietud o pupilas dilatadas en la fase de intoxicación; por el contrario, en la fase de abstinencia se da la depresión, el aumento de apetito, el cansancio, disminución de actividad, así como sueños desagradables e intensos.
El riesgo del abuso de drogas aumenta en gran medida tiempos de transición. Para un adulto, un divorcio o la pérdida de un trabajo pueden llevar al abuso de drogas. Para un adolescente, los periodos de riesgo incluyen mudarse o cambiar de escuela.
La estacionalidad es otro factor que puede influir en las adicciones y en el repunte de las recaídas, especialmente en lo que a los adictos al alcohol y a la cocaína. El buen clima y la ausencia de una rutina diaria aumentan los contactos sociales y las fiestas. Ello contribuye a bajar la guardia, estar más relajado y crear una sensación de falsa confianza.