Ante Nishikori, finalista en Montecarlo, Djokovic mostró destellos de su mejor tenis, dirigiendo las pelotas a las esquinas de la cancha y moviendo a su rival, aunque también se le vieron momentos de duda como un remate fallado a solo metro y medio de la red.
Este título, el 76º de su carrera, le permite conservar el liderato mundial, ya que en caso de no haber revalidado su corona monegasca hubiera cedido los mandos del ránking ATP de nuevo a Roger Federer.