A principios de mayo, unos días antes de que estallara la violencia en Jerusalén Oriental, todo parecía indicar que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, finalmente tendría que dejar el cargo que ha ocupado durante más de 12 años.
El presidente estadounidense, Donald Trump, alertó que la caravana de migrantes que partió de Honduras hacia Estados Unidos incluye a pandilleros y a personas de Medio Oriente, luego de amenazar con cortar la ayuda económica a Centroamérica por esta marcha.
Visiblemente conmocionado, el guía supremo, ayatolá Alí Jamenei, que prometió el viernes "venganza severa", pronunció una corta oración en árabe.
Acababa de conseguir un inesperado y gigantesco contrato que transformaría su negocio.