En el pasado, las emociones se asociaban con más frecuencia a determinados momentos o lugares.
Hubo un tiempo en el que ser infiel se relacionaba con una mancha de lápiz labial en el cuello, olor a perfume en la solapa de la camisa o un recibo incriminatorio en el bolsillo del pantalón.
La ciencia ha demostrado que muchas de las emociones que pensamos que son exclusivamente humanas, no solo son.
Esta es la historia de una madre que luchó durante 18 meses para volver a ver a su hija, a quien su expareja se la había llevado a otro país.