Es difícil resistirse al encanto de los tiernos labradoodles. Su pelo rizado y su mirada dulce les convierte en una de las razas más adorables del mundo canino.
Sin embargo, Wally Conron, el hombre a quien se atribuye la “creación” de este cruce de labrador retriever y el poodle (caniche estándar) dice que muchos están “locos” e incluso se lamenta de haber creado “un monstruo Frankenstein”.
“Crié el labradoodle para una señora ciega cuyo marido tenía alergia al pelo de perro”, explicó Conron, un entrenador canino que ahora tiene casi 90 años, en un podcast publicado recientemente en ABC News, la cadena de radiodifusión pública de Australia.
“No tengo ni idea de por qué la gente los sigue criando hoy día”, añadió el australiano.
“Abrí la caja de Pandora, liberé a un Frankensten”, lamentó.
“La gente está criándolos solo por dinero… los criadores sin escrúpulos cruzan caniches con perros inapropiados simplemente para poder decir que fueron los primeros en hacerlo”, dijo a ABC.
Conron “creó” el labradoodle a finales de la década de 1980.
Una carta de una mujer ciega de Hawái, EE.UU., en la que contaba que su marido era alérgico a los perros le inspiró a buscar una raza idónea para la pareja.
Luego de tres años tratando de encontrar una solución, en 1989 pensó en “un perro con la capacidad de trabajo del labrador y el pelaje del caniche”.
Pero, a pesar de su éxito, dice que se arrepiente de haberlo “creado” porque el labradoodlese hizo “popular” y su propósito de criar únicamente cachorros sanos no fue seguido por otros.
“Yo creo que la gran mayoría o están locos o tienen un problema hereditario“.
No es el único que lo piensa.
“Hay muchos problemas que la gente no parece entender sobre los labradoodles”, le dice a BBC Mundo Stanley Coren, un profesor de psicología y neuropsicólogo de la Universidad de British Columbia en Vancouver (Canadá) y autor del famoso libro “La fabulosa inteligencia de los perros” (1994).
“El principal es que esta raza fue creada porque Conron buscaba un tipo de perro de trabajo al que no se le cayera el pelo y que, por lo tanto, fuera hipoalergénico“, explica Coren.
“Lamentablemente, cuando cruzas un caniche con un labrador, solo entre un tercio y la mitad de cada camada son seguros para las personas con alergias”, añade.
“Por ejemplo, muchos labradoodles heredan la enfermedad de Addison de su padre caniche porque los criadores de esos perros no se molestan en comprobar si la enfermedad está en el linaje de los perros que cruzan”.
Además, asegura, muchos criadores de labradoodles no les hacen pruebas y venden el perro “con la idea implícita de que todos ellos son válidos para personas alérgicas”.
Colin C. Tennant, presidente de la Asociación de Comportamiento Canino y Felino de Gran Bretaña, detalló para BBC Mundo algunos posibles problemas de esta raza.
“Cuando Conron cruzó las dos razas, ambas tenían problemas médicos hereditarios: oculares, de oído, de cadera… al igual que muchos otros perros de pedigrí”.
Entre los problemas de salud que afectan a los labradores, Tennat cita la luxación rotuliana (en la rodilla), la displasia de cadera y la osteocondritis disecante (TOC), una enfermedad en el codo y el hombro.
En cuanto a los caniches, los problemas más comunes, además de la displasia, serían de retina, epilepsia, Adison, tiroides, hipoglucemia, hinchazón y tráquea colapsada, señala.
“Todas las razas tienen problemas genéticos médicos heredados por la forma en que el hombre los cría“, explica.
“Entiendo por qué quería reproducir un perro al que no se le cayera el pelo, pero una raza como el caniche, que no tiene la capacidad de mantener un pelaje impermeable y que no desprende pelo de forma natural, no es buena para cruzar”.
En octubre de 2018, Conron habló con BBC y explicó que le preocupan las “consecuencias peligrosas” de la raza mestiza que creó.
“[El peligro] es la gente que los cría porque simplemente ponen dos perros juntos para dar con lo que ahora llaman un ‘perro de diseño’. No van al fondo de la cuestión, a los problemas hereditarios que [les] ocasionan”.
El australiano dijo que hay “muchos que se aprovechan” y que “diseñan” perros para niños y gente mayor con alergias.
“Hace cuatro o cinco años, o puede que un poco más, una chica del Consejo Nacional Australiano de Razas de Perros me llamó y me dijo: ‘¿Sabes que una tercera parte de todas las razas de perro son cruces con caniches? Y creo que ahora son incluso más”, dijo Conron.
“Y la gente los cruza con cualquier cosa. Hace un año me llamó un completo desconocido y me dijo: ‘Quiero que sepas que soy el primero en criar un roodle“.
“Yo le dije: ‘¿Qué es un roodle’? Me contestó: ‘Una mezcla de rottweiler con poodle (caniche). ¡En nombre de Dios! ¿Qué querría hacer con un perro como ese?”.
Stanley Coren también cree que hay “algunas estafas” con los labradoodles.
“En términos generales, cuestan más que un caniche de raza pura o un labrador retriever. Los criadores suelen decir que son ‘perros de diseño’ para inflar el precio y evitar que el comprador sepa que está obteniendo un perro mestizo cuyo pelaje, rasgos de comportamiento y estado de salud no son del todo predecibles”.
Trini Contreras trabaja desde hace 30 años como criadora, y desde hace dos años cría labradoodles en el primer y único criadero de España reconocido por la Asociación Europea del Labradoodle Australiano (ALAEU) y, por lo tanto, con pedigrí oficial.
Reconoce que criar esa raza “se ha puesto de moda” en muchas partes del mundo, especialmente en Estados Unidos.
“Detrás de las razas y los buenos ejemplares hay un criador que hace un trabajo de selección. En cambio, cuando se crían perros sin criterio no se hace un trabajo exhaustivo de seleccionar la raza y de crear ciertas características genéticas, y éstas se pueden perder. Eso pasa con cualquier raza de perro”, le cuenta a BBC Mundo.
“El negocio del perro mueve mucho dinero y, desgraciadamente, a nivel legal está muy poco controlado y regulado”.
Sin embargo, considera exageradas las afirmaciones de Conron.
“Que haya criadores poco éticos no quiere decir que no los haya que seleccionen bien y tengan labradoodles fantásticos sin ningún problema de salud, ni físico ni psicológico”, considera Trini.
“Son perros geniales, despiertos e inteligentes que necesitan compañía, ejercicio y estimulación mental, pero a la vez son cariñosos, entrañables y muy adecuados para trabajar y vivir con humanos como mascotas o como perros de servicio”, le explica a BBC Mundo Mark Hayhurst, de la Asociación Británica de Labradoodle.
“Hace más de 20 años que tengo labradoodles y solo puedo decir que las declaraciones de Conron me parecen desconcertantes y un poco ridículas”.
Por supuesto, muchos de quienes tienen este tipo de perros como mascotas no coinciden con las afirmaciones de Wally.
Para Martha Watton, 20 años, los labradoodles como Barney, su mascota, son el perro soñado.
“Tiene la combinación perfecta de cariño, de inteligencia y de todo. Cuando me siento triste o estresada, me busca, me abraza y me siento mejor”, contó Martha en el programa Newsbeat de la BBC.
También dice que Barney es “la compañía perfecta para cualquier persona de cualquier edad”.
“Mi abuelo tiene demencia y vamos a verlo a la residencia. Es el perro tranquilo perfecto para tener cerca, no ladra“.
Grace Mandeville está de acuerdo.
Hace dos años que tiene a Juno. “Es sin duda, un miembro de nuestra familia. Además, soy alérgica a los perros y a los gatos y es una ventaja poder compartir un sofá con ella sin que me falte el aire”.
John Whitwell, un veterinario en York, Reino Unido, le dijo a la BBC que los labradoodles son “perros alegres y saludables” sin grandes problemas de salud.
“No creo que estén especialmente locos, me parecen una buena mascota familiar. Creo que nunca conocí a ninguno que fuera violento o que hubiera herido a algún miembro de la familia”.