Cuando Justin Bieber publicó un comentario detallando sus problemas de salud mental, encontró una serie de respuestas, incluyendo algunas acusaciones de sadfishing.
Cuando Kendall Jenner compartió una serie de comentarios muy personales en Instagram sobre sus experiencias en torno al acné, la modelo de 24 años fue acusada por muchos de “sadfishing”, sobre todo porque su publicación había sido pagada por una marca (con la que la modelo está asociada) de un producto para tratar el acné.
Si bien el término en inglés“sadfishing” es relativamente reciente —fue acuñado a comienzos de 2019 por la escritora Rebecca Reid— muchos estarán probablemente familiarizados con el acto de buscar compasión en internet, donde han visto que se hace, o son culpables de hacerlo ellos mismos.
Reid define el sadfishing como la acción de publicar problemas emocionales en internet con el objetivo de despertar compasión o la atención en la comunidad de internautas.
Sin embargo, el sadfishing está siendo usado cada vez más para acusar a la gente de buscar llamar la atención o para menospreciar el contenido que una persona publica en internet, más allá de que lo hayan hecho o no.
Cuando Justin Bieber publicó un comentario detallando sus problemas de salud mental, encontró una serie de respuestas, incluyendo algunas acusaciones de sadfishing.
Sin embargo, es casi imposible saber si alguien lo está está haciendo de forma genuina o no.
Y todo el mundo, desde personas comunes hasta políticos y gente del espectáculo han sido acusadas de sadfishing, o de tratar de exagerar la importancia de un problema en particular.
El concepto de “sadfishing” en internet es relativamente nuevo, lo cual quiere decir que actualmente no hay investigaciones que examinen este comportamiento.
Sin embargo, se pueden establecer paralelismos con el sadfishing en general y las conductas que buscan llamar la atención, con las que una persona trata de ganarse la conmiseración de los demás o su validación.
La búsqueda de atención está asociada con baja autoestima, soledad, narcisismo o maquiavelismo (el deseo de manipular a otras personas).
Sin embargo, es difícil entender las motivaciones de los usuarios de redes sociales leyendo solo sus publicaciones en la red.
Es posible que las llamadas publicaciones de sadfishing tengan la intención de destacar genuinamente un tema importante o delicado como la depresión o la ansiedad.
Otros pueden estar sencillamente compartiendo información sin darle mucha importancia a la respuesta que puedan generar.
Otras publicaciones pueden existir sencillamente para explotar o provocar a los lectores.
Si bien cualquiera puede ser culpable de hacerlo, los famosos son los más comúnmente acusados por los usuarios de redes, sobre todo si han compartido detalles personales sobre los problemas que enfrentan.
Estas acusaciones pueden con frecuencia volverse hostiles y muchos famosos se convierten como resultado en víctimas de abusos por internet.
¿Pero qué impacto tiene esto incluso para la gente que solo observa estos abusos?
Una investigación reciente le pidió a sus participantes que leyera una serie de tuits de celebridades, algunos de los cuales eran negativos.
Luego les pidieron que evaluaran si estas celebridades tenían la culpa por el abuso del que eran objeto.
El estudio encontró que la forma en que una persona percibía la gravedad del abuso online dependía de cuán importante eran su narcisismo, maquiavelismo o psicopatía (la llamada “tríada oscura”).
Los resultados mostraron que la gente que exhibía estas características en mayor medida era menos compasiva con las celebridades.
Es probable que si una persona muestra estos rasgos de personalidad, tenga más chances de juzgar la publicación como menos genuina, o que la considere un ejemplo de sadfishing.
Pero al igual que el comportamiento de quienes buscan atención en el mundo real, el sadfishing puede reflejar un problema más profundo, como un trastorno de personalidad.
Por ejemplo, el trastorno histriónico de la personalidad se caracteriza por los altos niveles de búsqueda de atención, y comienza en los primeros años de la vida adulta.
Esta gente tiene una necesidad de aprobación excesiva, es dramática, exagerada y anhela ser valoradas.
Puede que las personas que publican este tipo de comentarios sean difíciles de reconocer, a menos que admitan su comportamiento abiertamente.
Aunque presentar públicamente información extremadamente personal pueda dar lugar a acusaciones de sadfishing, es posible que estás acusaciones estén erradas.
Acusar erróneamente a alguien de sadfishing cuando genuinamente está buscando ayuda —en lugar de atención— puede tener un fuerte impacto en la salud de esa persona.
Alguien acusado falsamente puede correr riesgo de sufrir una disminución de su autoestima, ansiedad y vergüenza.
Pueden también sentirse desalentados en cuanto a pedir ayuda a su familia, amigos, pareja o consultar con profesionales.
Pero la gente que deliberadamente hace sadfishing debería saber que sus acciones pueden afectar potencialmente el bienestar de otros.
Publicar contenido altamente emocional, como preocupaciones por una enfermedad seria, puede hacer que quienes lo lean experimenten ansiedad, y estrés emocional o físico.
Aunque las redes sociales puedan brindar un espacio de apoyo para que la gente hable sobre su salud mental u otros problemas de salud, es importante saber que las publicaciones hipócritas pueden hacer más daño que otra cosa.
Los usuarios de redes sociales deberían pensar cuidadosamente sobre la información que comparten y con quién.
Aquellos que realmente necesitan ayuda pueden encontrar que es mejor acercarse a la gente cercana de forma privada, ya que ellos podrían brindarles ayuda, o incluso compartir sus propias experiencias.
También es importante hacer contacto con servicios de ayuda como los proveedores de servicios de salud, o grupos de ayuda profesionales.
A pesar de ser un término nuevo, sadfishing es en realidad una nueva etiqueta para la búsqueda de atención.
*Christopher Hand en profesor de psicología de la Universidad Glasgow Caledonian, Reino Unido.
*Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia Creative Commons. Haz clic aquí para leer la versión original en inglés.